Sería bueno que los profesionales de los medios de comunicación recapitularan sobre el trabajo que desarrollan y su más que cuestionable utilidad para la gran mayoría de los ciudadanos. En un sector en el que los periodistas, con honrosas pero escasas excepciones, se limitan a ser la voz de su amo —las grandes corporaciones privadas o los gobiernos de turno al servicio de éstas—, el descarado incumplimiento del exigible principio de veracidad por parte de los medios, ya sean públicos o privados, es sistemático y cotidiano.
PACO ARNAU • Ciudad futura
Tal que ayer, la gran mayoría de los grandes medios de comunicación se hacía eco de la supuesta noticia: un niño de seis años de Denver (Colorado, EEUU) sufría una dramática y accidentada travesía a bordo de un globo aerostático de factura casera en el que se habría introducido a escondidas cuando aún estaba amarrado en el jardín de su casa, ante la desesperación de sus padres. Prácticamente todos los telediarios interrumpían su curso habitual para retransmitir en riguroso directo la señal procedente de las agencias norteamericanas, con el globo de marras sobrevolando las áreas desérticas que rodean la capital del Medio Oeste. Un aparatoso e inmediato despliegue de helicópteros, unidades móviles de TV y servicios de emergencia —que ya hubieran querido para si los ciudadanos de Luisiana cuando ocurrió el desastre del huracán Katrina— seguía minuto a minuto el vuelo del aerostato con el supuesto niño en su interior. Sigue leyendo
