En una de las amplias zonas de recepción de la Estación Espacial Internacional Cinco, que orbita a 320 km sobre la superfície terrestre, miembros de la tripulación de una nave aeroespacial de la compañía soviética Aeroflot [Аэрофлот, véase el detalle inferior] hacen tiempo antes de embarcar en su próximo vuelo. Al fondo, una cabina de videoconferencia [Picturephone] para realizar llamadas a la Tierra y un restaurante con vistas panorámicas de nuestro planeta [Earthlight room] de la cadena de hostelería norteamericana Howard Johnson (inexistente en la actualidad).
Esta magnífica fotografía¹, que forma parte del rodaje de la película 2001: Una odisea del espacio², nos presenta un futuro luminoso de progreso y coexistencia pacífica desde la visión y los parámetros del mundo en 1968, año de su filmación.
Ya en 2010, y la vista de los grandes retrocesos históricos que ha sufrido la civilización humana desde entonces hasta ahora, la escena se torna inverosímil; aunque su visión nos embarga de un paradójico sentimiento de nostalgia de un futuro que nuestras generaciones no han logrado, ni mucho menos, conquistar.
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