Sandra Bullock, George Clooney y la Soyuz TMA-14M

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Sandra Bullock y George Clooney reciben instrucciones de Alfonso Cuarón (de espaldas) en el set de rodaje de ‘Gravity’ que reproduce el módulo de Descenso de una nave Soyuz.

Gravity (2013), dirigida por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón y galardonada con nada menos que siete premios Oscar de la Academia cinematográfica de Hollywood, no es una película de ciencia ficción stricto sensu. La acción parte de algo tan real como la Estación Espacial Internacional (ISS) y se desarrolla en un año tan cercano como este mismo, 2014. La otra protagonista del film —con permiso de Sandra Bullock— es la veterana nave rusa de diseño soviético Soyuz [Союз, Unión en ruso]; en concreto, la Soyuz TMA-14M; casualmente, recién llegada a la ISS estos días con tres cosmonautas a bordo, uno de ellos la cosmonauta rusa Elena Serova. Lo que no es tan real y sí ficticio son ciertas licencias poco o nada verosimiles que se permite Cuarón en la película, coguionista del film además de director. Una de ellas es esa inexistente escotilla que podemos divisar al fondo en la imagen que reproducimos del rodaje.

¿QUÉ HACE ESA ‘PUERTA’ AHÍ?

Una vez en órbita, el módulo de Descenso de una nave Soyuz no dispone de accesos al [o del] exterior, situados en realidad en el módulo Orbital, en el que hay un acceso desde el cual entran los cosmonautas a la nave y otro que conecta la Soyuz con la Estación una vez acoplada. En el módulo que reproducen en esta escena del rodaje, donde se sitúan los mandos de la nave, sí hay sendas ventanas ojo de buey a babor y estribor. Pero no se pueden abrir, por motivos obvios.

Si estáis interesados en este tipo de detalles de Gravity, recomendamos encarecidamente la lectura de una excelente crítica del film, escrita desde el punto de vista científico por Daniel Marín en Eureka poco después de su estreno: Los aciertos y errores de Gravity, la película.

Entrada relacionada en Ciudad futura: Soyuz, la nave de la Tierra.

Shuttle ‘Endeavour’: El espectáculo se acaba

Lo que vemos aquí no es el póster oficial de un remake de la famosa serie estadounidense de ciencia ficción Star Trek, sino algo que llaman «Official mission poster» del último vuelo del transbordador espacial de la NASA Endeavour (misión STS-134) antes de su retirada definitiva para pasar a formar parte de un museo o de un negocio de atracciones. La hollywoodiense foto la protagoniza Mark Kelly, comandante de la misión, flanqueado por los astronautas Michael Fincke, Greg Chamitoff, Gregory H. Johnson y Andrew Feustel, en el papel de «coprotagonistas» de la NASA, y por el italiano de cinematográfico nombre Roberto Vittori en el papel de «artista invitado» de la ESA (Agencia Espacial Europea). Ya se sabe que en todas las superproducciones americanas siempre suele haber un papel reservado para un actor europeo, preferiblemente latino… aunque en este caso no ejerce de villano, como suele ser habitual en el cine.

El transbordador Endeavour tiene previsto su último lanzamiento el próximo 29 de abril con destino a la ISS; al menos así lo aseguran los responsables de la NASA y no lo pondremos aquí en duda a pesar de los reiterados retrasos de misiones precedentes. Parece ser también que está prevista una misión STS-135 del Atlantis para el 28 de junio, aunque esto aún no es del todo seguro pues falta por concretar algo relacionado con la dotación de fondos para el vuelo. De ser así, la del Atlantis en junio de 2011 sería la última misión de un transbordador espacial de la NASA y el goodbye de EEUU a los vuelos espaciales tripulados (al no existir alternativa actual a los shuttle)… aunque en la situación en que hoy por hoy se encuentra el programa espacial tripulado estadounidense es difícil poder asegurar algo a ciencia cierta sin temor a equivocarse.

Eso sí, a falta de dotación de fondos y certezas de cara al futuro inmediato de un programa espacial de EEUU en fase final de retirada, a falta de realidades tangibles, es importante al menos mantener la imagen… Aunque el espectáculo se acabe, nadie puede negar que hacer publicidad sí se les da bien. 

Póster: NASA/Wikimedia Commons • Imagen en alta resolución (2.000 x 1.505 píxeles)

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Yuri en el Sistema Gagarin (cuadrante Beta)

Aunque aquí no somos muy dados al ciberfanatismo trekkie —o a cualesquiera otros—, una ocasión tan señalada como el 50º Aniversario del primer hombre en el espacio nos da pie para dejar volar nuestra imaginación y, sin que sirva de precedente (o no), sumergirnos en los vastos espacios siderales de la mítica serie de ciencia ficción Star Trek… y su relación con la figura de Yuri Alexéievich Gagarin, un personaje de carne y hueso cuya hazaña en nuestro espacio-tiempo hizo despertar los sueños a la realidad, pues la presencia humana en el Cosmos era considerada ciencia-ficción hasta la fecha del vuelo de Gagarin, al menos fuera de la Unión Soviética. Y conexión Gagarin-Star Trek haberla, hayla… Casi todos los «datos» que aquí se muestran están basados en capítulos de la serie. Demos un pequeño repaso a algunas pequeñas joyas de esta fantasía científica televisiva y cinematográfica que estamos seguros llenarán de gozo a los yuriesféricos de todos los países (¡uníos!) y, por supuesto, también a los muchos trekmaniacos que habitan el Tercer Planeta del Sistema Solar…

Sistema Gagarin y planeta Gagarin IV

En el Sistema Gagarin (Cuadrante Beta) se encuentra Gagarin IV, el cuarto planeta de los nueve que orbitan la estrella azul de «clase A» que le da nombre, situada a sólo 15 años/luz de Andoria, el planeta del que son originarios los andorianos, una de las especies fundadoras de la Federación de Planetas Unidos (FPU); la capital planetaria de los andorianos es Laikan (no confundir por analogía con el nombre de la pionera canina soviética Laika, el primer ser vivo que orbitó la Tierra).

Gagarin IV es un planeta joven de «clase M» y, por tanto, de orografía poco erosionada por el viento o el agua, elemento cuyos océanos cubren buena parte de su superficie. La vida orihunda de Gagarin IV tampoco ha tenido tiempo de evolucionar más allá de estadios primigenios y la actividad volcánica es notable si la comparamos con la de la Tierra o la de Venus. En los continentes emergidos este planeta está cubierto de una fina capa de limo de tonos verdosos y parduzcos compuesto por organismos unicelulares muy primitivos (que no llegan a ser bacterias ni virus). Ésta es la razón por la que Gagarin IV, con un medio ambiente casi estéril pero habitable, es un lugar privilegiado para la investigación de los primeros pasos de la evolución biológica gracias a la Estación Científica Darwin, su principal asentamiento civilizado (en el continente Argo) además de algunas estaciones meteorológicas (la principal ubicada en el continente Castilla). Como la Tierra, Gagarin IV tiene una luna que lo orbita y provoca mareas; así como una gravedad (~1 G), masa, densidad y tamaño similares a los terrestres, aunque su temperatura media es ligeramente superior (~17ºC frente a los 15ºC de la Tierra). A pesar de estas condiciones tan propicias sólo está habitado por unos cuantos cientos de individuos de la FPU, seres sociales e inteligentes de diversas especies procedentes de otros planetas del Cuadrante Beta del Universo conocido que en su inmensa mayoría se dedican a la ciencia y a tareas relacionadas con la tecnología y el mantenimiento de las instalaciones y equipos de investigación.

Gagarin IV tiene cinco continentes de tierra firme con un relieve protagonizado por escarpadas cordilleras y profundos valles. Los continentes, que están separados por tres océanos —de Norte a Sur: Long, Central y Primor—, son los siguientes: Nueva Noruega (que ocupa la zona polar boreal del planeta, la más fría y seca), Castilla (ubicado en la zona templada septentrional), Argo (separado de Castilla por el mar Central y en una latitud similar), el pequeño Batar (el Lejano Oriente de Gagarin IV) y el continente Dover (cuya gran superfície se extiende por una amplia zona tropical, subtropical y templada del Occidente del Hemisferio Sur. Veamos a continuación un planisferio cartográfico de Gagarin IV tal y como aparece en un mapa instantáneo de tinta electrónica, monitorizado y cartografiado desde la órbita de este planeta por el ordenador central de una nave científica de la Federación…

Las naves interestelares clase ‘Gagarin’

La clase Gagarin es un tipo o serie de naves interestelares de la Federación de Planetas Unidos dedicadas fundamentalmente a la investigación científica a finales del siglo XXIII. En cuanto a su morfología y prestaciones, se trata básicamente de una versión aumentada, actualizada y mejorada de las antiguas y venerables naves científicas de la clase Oberth.

La función principal de estas naves es el estudio intensivo de planetas situados dentro de las fronteras de la Federación o territorios protegidos por ésta, razón por la cual el armamento del que disponen es muy limitado incluso en el aspecto meramente defensivo. De la clase Gagarin se llegaron a construir hasta una decena de naves, entre ellas la Grissom (en la imagen superior), que fue destruída en la órbita del planeta Génesis. La nave interestelar Gagarin es el «buque insignia» de esta clase homónima de naves científicas y está en servicio desde su construcción allá por la fecha estelar 2/1912.

Las principales características y dimensiones de la nave Gagarin son las siguientes:

  • Longitud máxima: 148 metros; anchura: 103 m; altura, 59 m
  • Masa en órbita: ~40.000 toneladas métricas
  • Tripulación máxima: 78 (con capacidad para 10 pasajeros adicionales)
  • Velocidad: warp 8 (máx.); warp 7 (crucero)
  • Naves auxiliares: 3 transbordadores

Veamos, para finalizar, cómo es la nave Gagarin (de la clase Gagarin), de finales del siglo XXIII…

[Referencias principales de datos e imágenes:
The Red Admiral / Trekmania.net • memory-beta.wikia.com y elaboración propia]

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30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad

Nathan Pyle: Diseño gráfico, humor e ingenio a partes iguales

A mitad de camino entre el humor y el diseño gráfico —¿un nuevo género?— el neoyorkino nacido en el Estado de Ohio (EEUU) Nathan W. Pyle nos ofrece sencillas pero muy elaboradas muestras de ingenio visual con altas dosis de ironía e inteligencia. Aquí van dos pares de muestras del trabajo de Pyle…

↑ Pisa italic

↑ La fórmula del volumen de R2D2

↑ Pantone azul a Pantone rojo: «No uses ese tono conmigo»

SiniesTron total

+info y trabajos del autor: nathanwpyle.blogspot.com

Nexus-6 v.2011

Los intercosmonautas os deseamos lo mejor para el nuevo año que comienza con esta primera entrada de Ciudad futura en 2011.

[Fuente original: If we don’t remember me ← Vía: drumandslapbass.tumblr.com (gracias, Ialza)]

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30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad

[Vídeo/cine] Para qué sirve la banca privada (a ver si nos enteramos)

Un vídeo realmente instructivo sobre cómo funciona la banca privada y porqué la banca siempre gana…

Escenas de la película Concursante (España, 2007)
Guión y dirección: Rodrigo Cortés
Actores: Leonardo Sbaraglia y Chete Lera (en el papel de «banquero»)

Un presente para nuestros amigos brasileños y portugueses…

La web del medio digital de Brasil Vermelho ha publicado hoy mismo una cuidada traducción a la lengua portuguesa de nuestro reciente texto «30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad». Entrada de CF que, por cierto, ha tenido una excelente acogida en las redes sociales (donde ha sido difundido, enlazado y retuiteado por bastantes amigos de Ciudad futura), reproducido en Rebelión.org, así como un buen número de lectores en los últimos días basándonos en nuestras estadísticas. Agradecemos la atención a todos ellos y especialmente a los amigos de Vermelho.org.br por esta tradução

Versão brasileira do texto:
30 anos de Blade Runner (Paco Arnau / Ciudad futura • Vermelho)

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«30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad»



30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad

Casi 30 años después de su rodaje en 1981 Blade Runner —producción estadounidense dirigida por el británico Ridley Scott estrenada en junio del año siguiente— es un film que ha resistido el paso de tres décadas «sin despeinarse» y ha sido considerado por lo más granado de la crítica del género de la ciencia ficción una obra maestra en toda la extensión del término, por mucho que la Academia de Hollywood no pensara lo mismo al no concederle ningún galardón en los Óscar en 1982 (sólo mereció dos nominaciones el año de su estreno). Indudablemente, para la inmensa mayoría de los cinéfilos y buenos aficionados al género, muchos de los cuales seguramente deben haber perdido la cuenta de las veces que la han visto, Blade Runner no es una película más de ciencia ficción e incluso sobrepasa la tópica definición de «film de culto»: es «La película». Sin olvidar —claro está— a 2001, la obra maestra de Kubrik estrenada en 1968 y verdadero punto de inflexión de una nueva época para el séptimo arte.

Imágenes:
Fotogramas de escenas y fotografías de producción de Blade Runner (MattTrailer.com)
Cartel del estreno en Japón (julio de 1982)
Portada de la revista yugoslava Política Ilustrada (Belgrado, febrero de 1983)
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[Arte digital] ’2001′
El futuro ya no es lo que era


Reproducido en Rebelión.org
[Versão brasileira do texto (portugués): 30 anos de Blade Runner (Paco Arnau / Ciudad futura • Vermelho)]

El guión de Blade Runner es un trabajo colectivo que está inspirado —aunque no basado sensu stricto— en la novela editada en 1968 (el mismo año en que se estrenó 2001¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? («Do androids dream of electric sheep?» en su título original) de Philip Dick, escritor estadounidense que lamentablemente no pudo llegar a ver la película terminada; falleció apenas tres meses antes de junio de 1982, fecha del estreno de Blade Runner en las pantallas de EEUU.

La banda sonora es de Vangelis, el conocido y magistral compositor griego de música electrónica. Los escenarios y la ambientación están basados en los trabajos de la excelente generación de autores de cómic de los años 70 y 80, entre los que destaca Jean Giraud, dibujante francés reconocido internacionalmente por su sobrenombre ‘Moebius’ y uno de los principales autores de la revista gala de culto Métal hurtlant (Heavy Metal en su versión en otros países como España, Alemania, Gran Bretaña o EEUU).

Una película de contrastes

La estética, el vestuario y la ambientación de Blade Runner crearon tendencia y aun en nuestros días sigue pareciendo «moderna»… o postmoderna. Una mezcla explosiva de vintage, afterpunk y futurismo… Brillante arquitectura de vanguardia del siglo XXI sobre una capa «sedimentaria» de avejentados edificios de infraviviendas de principios del XX. Elegantes trajes y tocados que homenajean la moda de la década de 1940 junto a crestas y quincallería postpunkies. Sofisticados vehículos aeroterrestres esquivando masas de gente que sólo puede desplazarse a pie en una macro-conurbación sin transporte público… Todo ello embadurnado de una oscuridad brumosa provocada por la contaminación de pozos y refinerías que agotan las últimas reservas californianas de crudo en pleno suelo urbano de esta ciudad fundada por los españoles como Nuestra Señora de los Ángeles en 1781. Los detalles en el atrezzo y la decoración rozan la perfección.

Sin ninguna necesidad de recurrir al abuso de efectos especiales (oropel bajo el que se suele esconder la debilidad del argumento en la mayoría de las flojas películas que se estrenan en la actualidad), sólo con la profesionalidad y el buen hacer cinematográficos, Blade Runner consigue deslumbrarnos y sorprendernos escena tras escena.

La dirección de esta gran producción de la Warner estuvo a cargo, como hemos dicho al principio, del británico Ridley Scott (Inglaterra, 1937), un verdadero virtuoso y perfeccionista de la gran pantalla que no necesita carta de presentación y que también es el autor de películas tan imperecederas como ésta: Alien (1979, otra obra maestra de referencia obligada en el poco prolífico género de la ciencia ficción), Thelma & Louise (1991) o Gladiator (2000), entre otras.

A las órdenes de Scott actuó en Blade Runner un plantel de actores encabezado por un protagonista Harrison Ford en el papel de Rick Deckard (trabajo que supuso la consagración definitiva de Ford como estrella internacional) y el «holandés errante» Rutger Hauer, que borda el papel del líder de los androides replicantes Roy Batty; junto con otros de carreras más o menos irregulares: una joven y bellísima (rozando los cánones de la perfección) Sean Young en el papel de la glamourosa Rachael, la también joven y bella Daryl Hannah en el papel de la replicante Pris y Edward James Olmos, representando al misterioso, siniestro e intrigante detective Gaff del LAPD.

«He visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». [Monólogo del androide Roy Batty en la que quizá sea la escena más conocida de ‘Blade Runner’]

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Un contexto social e ‘histórico’ verosímil porque hoy ya no parece de ciencia ficción

Sobre el argumento de Blade Runner no nos extenderemos. La acción se desarrolla en una oscura, caótica, depauperada y contaminada gran metrópolis californiana de Los Ángeles a finales de 2019 ó principios de 2020, centro de poder de grandes corporaciones privadas que se han convertido —suplantando al Estado— en dueñas y señoras de vidas (humanas o humanoides), haciendas y de todo cuanto acontece… Un futuro distópico o utopía perversa cuando se rodó la película a principios de la década de 1980 (la correlación de fuerzas económicas y sociales globales era a la sazón ciertamente distinta a la de hoy), pero más verosímil, menos distópico además de temporalmente cercano y en buena medida descriptivo del mundo actual.

Las ineficientes y hostiles pero lucrativas y omnipotentes grandes corporaciones privadas ya superan con holgura la mitad del producto interno bruto planetario así como el de muchos Estados del mundo, además de —en consecuencia— detentar el poder real en buena parte de ellos: las llamadas democracias occidentales y sus empobrecidos países satélites, ya sean vasallos o sometidos por la ocupación y la guerra, como venimos constatando día a día.

Dejando al margen que los avances en los campos científico y tecnológico que refleja el 2019 de Blade Runner en absoluto han llegado en nuestros días y es altamente improbable —al paso que vamos— que los veamos llegar en la próxima década, ese mundo depauperado cuyos designios dirigen oligopolios privados en manos de un puñado de desalmados desde sus atalayas de cristal opaco (que tan bien describe este film como ciencia ficción en la época de su rodaje), se parece mucho al mundo actual, en esta etapa de retrocesos sociales globales que comenzó a finales de los 80 y principios de los 90 con sendos acontecimientos históricos europeos de nefastas consecuencias para el planeta y nuestras generaciones.

Seguramente será por eso que Blade Runner no ha envejecido con el paso de prácticamente tres décadas desde su rodaje y estreno. Sin olvidar, claro está, su excelencia desde el punto de vista artístico, algo que no deja de sorprendernos por mucho que revisitemos esta obra maestra una y otra vez… Es por ello que, para terminar, dejamos una pregunta en el aire: ¿por qué ya no se hacen películas como ésta?

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

Leslie Nielsen: Genio y figura…

«Un paracaídas que no se abre, ésa sí es forma de morir.
Quedar atrapado en el engranaje de una máquina.
Que un lapón te muerda en los huevos…
Así es como yo quisiera morir».

The naked gun / Agárralo como puedas (1989)

In memoriam. Leslie Nielsen, actor cómico nacido en Canadá en 1926 y fallecido en Estados Unidos el 28 de noviembre de 2010.