El necesario cambio en las relaciones de España con Marruecos

“A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África ni de Europa ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía”.

Amín Maalouf (León el Africano, 1986)

Izquierda: Soldados españoles exhiben como trofeo cabezas de enemigos rifeños en la Guerra «civilizadora» de Marruecos (1909-1927). Esta larga guerra colonial hoy sería denominada «guerra humanitaria» o «misión de paz» bajo el prisma de los medios dominantes o del Ministerio de Defensa (en la época de la imagen más correctamente denominado Ministerio de Guerra). Derecha: El joven saharahui Esidi Salek Uld Moulud muestra sus quemaduras tras ser torturado con benzina en una comisaría de la policía marroquí (El Aaiún, 2006 → hecho documentado) por ondear en una boda una bandera del Sáhara Occidental, territorio supuestamente descolonizado por España en 1976 aunque en su mayor parte ocupado ilegalmente por Marruecos desde entonces.

Los musulmanes, como antagonistas religiosos y enemigos militares, han estado presentes en la historia de España de los últimos mil trescientos años. En 711, una flotilla proporcionada por el gobernador godo de Ceuta, el Conde don Julián, posibilitó el paso del Estrecho de Gibraltar a los conquistadores árabes y bereberes de Tarik y Muza, lo que hizo posible el siguiente dominio por los musulmanes de la práctica totalidad del territorio peninsular. Tras ocho siglos de convivencia y de lucha, siguiendo la inercia de las guerras frente a “los moros” en la Península Ibérica, el rey de Portugal conquistó Ceuta en 1415 y los Reyes Católicos se hicieron con Melilla en 1497. Allí se encontraban muchos de los desterrados —cinco años antes— del último bastión musulmán en la península, Granada. Entre estos angustiados refugiados que debieron huir de nuevo hacia Fez y otras ciudades del Norte de África estaba León el Africano.

A partir de ahí, durante el siglo XVI, se conquistan Orán (hoy en Argelia) y otras ciudades de la costa norteafricana, creándose una «línea de defensa» frente a los piratas berberiscos y los turcos. Ceuta pasa a ser plaza de soberanía del rey de España en 1640 y junto con Melilla estas ciudades serán recintos militares y presidios parte del dispositivo de la «frontera Sur» de Europa. Una frontera que en la actualidad separa a sociedades desarrolladas de países en vías de desarrollo, que limitan a su vez con países francamente subdesarrollados y empobrecidos como los del África subsahariana. Sigue leyendo