#15M y #20N: Sigamos atentos

Esta semana que llega a su fin ha sido intensa para quienes somos ciudadanos indignados, también llamado #15M para abreviar. El ministro del Interior de un agónico gobierno del PSOE (Camacho) y su delegada en Madrid (Carrión) ordenaron la ocupación ilegal del simbólico espacio público de la madrileña Puerta del Sol por parte de fuerzas policiales haciendo uso de medios represivos. La quiebra del Estado del Bienestar que defienden con recortes sociales los adalides de la «modernidad» del partido único del capitalismo (PPSOE) y su fondo de reptiles mediático, nos está llevando de cabeza a un Estado policial que se asemeja de facto a épocas pasadas aún frescas en nuestra memoria histórica. La respuesta ciudadana en Madrid, de nuevo, ha dado al traste con los planes gubernamentales que pretendían «resolver el asunto» con los contundentes «argumentos» de las porras y la Puerta del Sol es de nuevo un espacio de todos donde se puede ejercer el derecho a la libre circulación de las personas. Extraño reino éste en el que han de ser sus súbditos quienes aseguren el cumplimiento de las leyes básicas mientras su rey regatea favores en el litoral Mediterráneo y su Gobierno, una y otra vez, incumple de forma ostensible y alevosa derechos fundamentales.

Culminadas las reformas laborales y de la negociación colectiva y el recorte de las pensiones para rematar la agresión a los salarios y derechos de los trabajadores y los pensionistas al albur de una crisis que está sirviendo para que los más millonarios sean más millonarios y la todopoderosa banca privada española siga acumulando beneficios, el gobierno actual ya no da más de sí. Su amo Botín ha decidido adelantar la convocatoria de elecciones generales. Con esta decisión el poder económico no pretende ningún cambio, sino un recambio, como cuando se agota una batería. Los candidatos en liza del poder económico, con una ley electoral que distorsiona el voto ciudadano en detrimento de la izquierda parlamentaria actual o de otras fuerzas políticas más pequeñas, tienen apellidos que empiezan por «R» y no se afeitan por las mañanas… pero hay una «gran diferencia» entre ellos: uno de los dos tiene menos pelo sobre su cabeza. Hasta ahí las diferencias…

#nolesvotes en versión original

Ellos son iguales pero no todos son iguales. De cara al 20 de noviembre seguiremos insistiendo en que #nolesvotes —en su versión original, no la inventada por el ínclito Pedro Jota y sus tontos útiles voluntarios o involuntarios en las redes sociales— no significa abstenerse o votar nulo o en blanco, sino votar a otros que no sean PP, PSOE o sus eventuales socios de la derecha nacionalista. Ese «supremo esfuerzo» de ir a las urnas es más importante de lo que algunos creen. Al recambio que representa el PP, cuyos votantes sí son disciplinados y no se andan por las ramas, le interesa una fuerte abstención de posibles votantes teóricamente adversarios.

En España y en cualquier otro país de nuestro entorno tan válidas son unas elecciones con un 20% de abstención como unas con un 60% de abstencionistas; eso no pone en cuestión ningún sistema electoral (EEUU es un buen ejemplo de ello desde hace décadas). Que no nos engañen: a medida que se acerque la fecha del 20 de noviembre la campaña abstencionista «desde dentro» y desde fuera del movimiento #15M se va a recrudecer. En todo movimiento amplio y unitario hay de todo (y así debe ser), incluso personas que por acción u omisión le hacen el caldo gordo al bipartidismo y al PP promoviendo un abstencionismo supuestamente «apolítico» (lo llaman apartidismo y no lo es) con trasnochados mensajes populistas o místicos, ahora en versión 2.0 travestidos de «neuropolítica» new age o espiritualismo lamaísta. Sigamos atentos.

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El Imperio quema su última nave

El Atlantis, el último transbordador espacial de EEUU (y por extensión su última nave espacial tripulada) ya ha partido de Cabo Cañaveral con cuatro astronautas con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS). Quedan atrás tres décadas de historia de los shuttle y casi cinco décadas de presencia estadounidense en el espacio con medios propios…

Cofia del minitransbordador no tripulado del Pentágono X-37B (AV-012 OTV) en la rampa de lanzamiento. [Foto: Pat Corkery/United Launch Alliance]

A partir de aquí, es inevitable recurrir al tópico de que estamos en el inicio de una nueva era de la llamada carrera espacial en su conjunto histórico, en el borde de una línea roja que traza un antes y un después en la presencia humana en el espacio que se inició hace medio siglo con la hazaña soviética del vuelo de Yuri Gagarin. La Federación de Rusia, heredera tecnológica de la URSS, y la República Popular China, con tecnología también heredada de la URSS, son a partir de ahora las dos únicas potencias con capacidad real para enviar personas a nuestra órbita. Y la Federación de Rusia, la única con capacidad de enviar tripulaciones a la ISS, el único complejo orbital que asegura la presencia humana permanente en el espacio.

La denominada “carrera espacial” tripulada comenzó en 1961 y el pistoletazo de  salida lo dio la Unión Soviética. Durante prácticamente toda esa década, la otra superpotencia intentó responder a los retos pioneros de la URSS con mayor o menor fortuna (menor en la gran mayoría de los casos) hasta que EEUU emprendió el compromiso nacional de poner hombres en la Luna con el programa Apolo. Incluso antes de que terminaran los vuelos de las misiones Apolo, el interés en Estados Unidos por las misiones tripuladas al espacio empezó a languidecer. Aún en el supuesto de que no fuera así del todo, parecería que una vez cumplido el objetivo mediático de “adelantar” a los rivales de la superpotencia socialista en la carrera lunar, el interés de Washington y de sus poderosos medios de comunicación por la presencia humana en el espacio decayó de forma visible. Si a los hechos posteriores nos remitimos, esto fue así. El programa lunar Apolo languideció sin ni siquiera ser completado y estas naves de EEUU realizaron su última misión en 1975, la primera y única misión conjunta entre la URSS y EEUU, la ASTP (Apolo-Soyuz Test Project).

La URSS volvió a tomar la delantera en cuanto a la presencia humana permanente en el espacio durante tres lustros con programas de estaciones orbitales (Salyut, Mir) que no tuvieron rival. Se dibujaba desde mediados de la década de 1970 de nuevo un paisaje espacial parecido al de la década de 1960 tras un paréntesis excepcional de un lustro (1969-1974). Solo que esa vez no había respuesta temprana, ni mediático-propagandística ni real, por parte estadounidense en cuanto a estaciones orbitales (si exceptuamos la breve y fallida experiencia de la estación Skylab)… ni tampoco en cuanto a nuevas cápsulas tripuladas tras la cancelación de las Apolo (algo de lo que aún se deben arrepentir en la NASA). Desde mediados de los años 70, tanto EEUU como la URSS comenzaron a desarrollar sendos programas de transbordadores espaciales, un nuevo concepto de nave híbrida (carguero espacial y vehículo tripulado) con la vista puesta, en principio, en programas de defensa espacial al albur de uno de los momentos más calientes de la Guerra Fría: la década de 1980.

Guerra Fría y transbordadores espaciales

La llegada de los transbordadores coincidió con la toma del poder en Washington del sector más ultraconservador y anticomunista de la política estadounidense (Reagan y sucesores) y con un declive económico en la URSS que provocó a su vez una crisis política culminada a a finales de los 80 (Muro de Berlín) y principios de los 90 con la disolución del país y el empobrecimiento y la guerra en la que fuera antes su área de influencia continental europea. Ello tuvo como consecuencia la cancelación del programa Burán-Energía, un sistema de transporte tecnológicamente más avanzado que los shuttle y que posiblemente, de haber continuado, habría llegado hasta nuestros días sin los sobresaltos de los transbordadores estadounidenses, un sistema cuya fiabilidad pusieron en tela de juicio aterradoras cifras de astronautas muertos que han disparado esta triste estadística hasta la fecha.

Como antes avanzábamos, tras la cancelación del programa Apolo, la presencia humana en el espacio estuvo durante unos años prácticamente monopolizada por las estaciones espaciales de la URSS y sus naves Soyuz hasta que se lanzaron los primeros transbordadores espaciales de la NASA… Pero éstos, al margen de otras misiones como la puesta en órbita desde su bodega de satélites, no tenían adónde ir o dónde acoplarse… Así, tras la disolución de la URSS a finales de 1991 y el caos surgido de sus cenizas en una espectral imagen de la antigua superpotencia (una Rusia en la década de 1990 con una economía que no llegaba ni a la mitad del PIB de la Unión Soviética), los estadounidenses acuerdan con Rusia el programa de colaboración internacional Mir-Shuttle e inyectan dólares para mantener la gran estación orbital de diseño soviético. De hecho, la Mir, y antes las Salyut con el programa Intercosmos, fueron las primeras estaciones espaciales “internacionales” en cuanto a los programas científicos y a sus propias expediciones, con cosmonautas y astronautas procedentes de multitud de países de varios continentes.

El legado de las estaciones espaciales soviéticas fue la base firme sobre la que se asentó la presencia humana en el espacio hasta nuestros días. La ISS, el mayor complejo orbital construído por el hombre, es digna sucesora de la estación orbital Mir. La construcción de la ISS tal y como hoy la conocemos, iniciada en los albores del nuevo milenio con módulos rusos con una tecnología más sofistica que los de EEUU (los módulos rusos habitables son capaces de alcanzar la órbita y acoplarse de forma automática, sin necesidad de tripulación), no hubiera sido posible sin el concurso de los shuttle (que trasladaron en su bodega varios de sus módulos y su estructura central). Ése ha sido, junto con la puesta en órbita y mantenimiento de satélites como el telescopio espacial Hubble y algún que otro programa militar secreto, el principal papel jugado por los transbordadores estadounidenses en tres décadas: ser grandes cargueros que posibilitaron la construcción del segmento estadounidense (incluyendo los módulos europeo y japonés) del mecano de la ISS.

Y llegamos por fin a nuestros días. La presencia humana en el espacio, a pesar de sus muchos detractores, sigue siendo igual de importante o más que en anteriores décadas porque revierte en avances científicos y en progresos para la sociedad que no serían posibles de otra forma en el balbuceante estadio actual de la robótica. Así lo han demostrado los miles de experimentos y programas científicos, de tecnología de materiales, de investigación biológica y hasta médica que se han desarrollado con éxito a lo largo de décadas en las Salyut, la Mir o la ISS. Pero la diferencia sustancial en la actualidad es que la primera potencia económica del mundo tiene otras prioridades.

Cañones o mantequilla

Aunque la crisis política aún no ha llegado, EEUU está sumido en una profunda crisis económica que ha arrastrado a la mayoría de sus satélites, el llamado occidente capitalista desarrollado. Esta crisis, que algunos economistas independientes caracterizan como estructural y sistémica, está suponiendo tanto en EEUU como en sus satélites la destrucción de los últimos restos del Estado del bienestar, un holocausto iniciado a finales de la década de 1980 como consecuencia de la crisis del área socialista euroasiática y que se ha cobrado ya millones de vidas (más si sumamos muertos y no nacidos a causa de la desaparición del sistema económico socialista en varios países). Estado del bienestar no sólo es escuelas y hospitales, salarios dignos y seguridad social (lo que caracterizó en buena medida a Europa Occidental y Japón y en menor medida a EEUU tras la Segunda Guerra Mundial para frenar el avance del comunismo). Estado del bienestar también es investigación y ciencia para el progreso humano. Esta época que podríamos definir como retrofuturo es consecuencia del cambio en el orden de prioridades del capitalismo mundial dictado e impuesto manu militari por Wall Street por medio de sus gobernantes globales de Washington y el Pentágono. Entre cañones y matequilla, el imperio en crisis ha optado por los cañones.

Hace unos días un medio estadounidense publicaba un dato «estremecedor» que no ha sido desmentido: Estados Unidos gasta al año en aire acondicionado para sus acuartelamientos en las guerras que tiene abiertas actualmente con tropas de ocupación, una cantidad de dólares superior a todo el presupuesto de la NASA. Este argumento tiene sus “ventajas”: cuando dices que un tanque cuesta más que construir una escuela te llaman demagogo… el dato del aire acondicionado remueve mejor las conciencias de esa masa acrítica que padece serios déficit de conciencia.

Así es, cuestión de prioridades. Emulando al conquistador español Cortés, el imperio decadente prefiere quemar sus últimas naves que recortar recursos para una guerra eterna que no hace más que prolongar su agonía: la aventura de la conquista y control de las regiones con recursos energéticos fungibles del planeta (a la Guerra de Afganistán se sumó la de Iraq y ahora se suma la de Libia). La retirada del espacio tripulado no es lo único ni lo más grave, claro está. El estado de abandono en que se encuentran las infraestructuras en una metrópolis imperial en guerra eterna contra el resto del mundo, es más que procupante: la red de ferrocarril está desapareciendo, las carreteras públicas no son reparadas, las infraestructuras eléctricas (redes y subestaciones) son las mismas que en los años 50, las personas sin recursos mueren por enfermedades curables ante la ausencia de una sanidad pública, en un país del Tercer Mundo como Cuba hay menos mortalidad infantil que en EEUU…

Espacio privado y espacio militarizado

Y no es sólo que a partir de ahora EEUU se vea obligado a pagar pasaje para ocupar un asiento en naves de diseño soviético si quieren desafiar las leyes de Newton y que —como el Cid Campeador— la URSS siga ganando carreras y batallas, de momento tecnológicas, después de “muerta”… es también que la agencia pública NASA se va a ver enfrentada —se está viendo enfrentada— a un recorte de fondos que pone en peligro también la que fuera joya de la corona del programa espacial de EEUU: las sondas no tripuladas (interplanetarias o no) de investigación científica. Lo que supondrá, sin duda y si alguien no lo remedia, otro freno más al desarrollo de la ciencia —la base de todo progreso humano— en esta época retrofuturista, en este futuro arcaico que se viene dibujando desde finales de 1991. La apuesta de la administración imperial de Obama por el espacio privado significa, en la práctica, más bien una apuesta del Estado federal por el espacio militarizado…

Drones (aviones robóticos para matar personas a distancia en Afganistán o Paquistán); X-37B (minitransbordadores orbitales secretos no tripulados con capacidad ofensiva global y patrocinados por el Pentágono); no hay fondos para investigación y exploración de nuestra última frontera; no hay fondos para escuelas u hospitales públicos, ni para carreteras, líneas eléctricas o ferrocarriles… En un avance de cómo piensa un Imperio desbocado dar una “solución final” a sus acuciantes problemas, el último soberano de la dinastía Rockefeller ha afirmado ante las Naciones Unidas que “la sanidad pública ha generado el problema de la superpoblación”. Por tanto, no nos engañemos —ni engañemos—, sí hay fondos para bombardeos “humanitarios” para controlar nuevos yacimientos de crudo y, de paso, empezar a atacar el problema demográfico con criminales bloqueos económicos a países adversarios que causan, a la larga, muchos más muertos que esas bombas «liberadoras» de los goebbelsianos mass media y sus palmeros.

Conclusión: La NASA —¿sólo la NASA?— lo tiene muy crudo.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura
Publicado en Rebelión.org: «El Imperio quema su última nave»

México: Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos

Dice el dicho que «no se pueden poner puertas al campo», aunque el Muro del Apartheid levantado por el Estado racista de Israel en los territorios palestinos de Cisjordania lo desmienta. También contradice este aserto otro gran muro, el mayor construído hasta la fecha en la historia de la humanidad, el que separa Estados Unidos de México y atraviesa buena parte del subcontinente norteamericano a lo largo de una de las más largas fronteras del planeta. Un muro «impermeable» para las personas pero muy permeable para el tráfico de armas de EEUU a México y de drogas en sentido inverso. Lo que vemos en esta espectacular fotografía no sólo plasma con nitidez la huella del hombre en el paisaje terrestre, simboliza la diferencia entre dos mundos: el llamado Occidental, encabezado por el Imperio americano y en muchos de sus países con una demografía en retroceso y un sistema económico agónico, y el denominado Tercer Mundo, depauperado, explotado por el Norte y con problemas de superpoblación.

A la izquierda vemos un sector fronterizo próximo a la californiana ciudad de San Diego, con nuevas vallas en construcción que llegarán hasta la costa del Océano Pacífico; y a la derecha, Tijuana, una ciudad mexicana cuyos arrabales se ven comprimidos por una rectilínea frontera trazada tras una guerra de agresión decimonónica en la que los gringos arrebataron varios millones de kilómetros cuadrados a la naciente república mexicana. México es un país grande, pero lo podría ser más si no hubiera perdido una gran parte de su territorio, despedazado por el ejército de EEUU —un enorme trozo de la que fuera la inmensa Nueva España en la época de la colonización hispánica. Esa frontera bélica dividió el país azteca desde poco después de su independencia hasta hoy. Y ahora es la gran causa de los grandes males que aquejan a una república hermana siempre al borde del precipicio, al borde de una frontera que le asfixia. Se dice en el país azteca una frase que podría parecer un reclamo publicitario pero que en realidad es una metáfora que significa algo bien diferente y muy fácil de entender… incluso para los que no tenemos fe en seres imaginarios y sólo analizamos imágenes reales como esta foto: «México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos».

 

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura
Foto:
pbh-network.com < Vía @Reven333; clic en la imagen para ampliar]

El camino de vuelta del presidente del Congreso

José Bono en los tiempos en que era ministro de Defensa de Rodríguez Zapatero junto a los cardenales Cañizares Llovera y Rouco Varela

José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, ha declarado recientemente que Izquierda Unida va a acabar reducida a lo más “rancio” y “sectario” de PCE. Estas declaraciones las ha realizado el señor Bono en plena ofensiva política del PSOE y medios afines (la retroprogresía medíatica representada por PRISA y otros grupos empresariales) contra IU a cuenta de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo y los votos de los electos en ayuntamientos y comunidades autónomas.

El PSOE ha perdido una enorme proporción de su poder municipal y autonómico porque un alto porcentaje de su electorado —quizá voto prestado de la izquierda— rechaza las recetas neoliberales, de derecha extrema, que vienen aplicando «los socialistas» desde el gobierno y también —no lo olvidemos— la gestión municipal de este partido en los últimos cuatro años en cientos de localidades españolas. Pero el PSOE, lejos de rectificar estas políticas de derecha extrema dictadas por la banca y los grandes empresarios cuya última expresión es el nuevo decretazo de reforma de la negociación colectiva, ha decidido optar por el viejo, rancio y gastado discurso del voto útil con la vista puesta en las próximas elecciones generales; es decir, embestir hacia la izquierda y arremeter contra ella.

Un mensaje y una réplica

Los argumentos del señor Bono, pistoletazo de salida de esta campaña contra la izquierda, además pueden y deben ser calificados de franquistas. En este sentido, publicamos un mensaje en el perfil de Ciudad futura de la red social Twitter en el que se afirmaba textualmente que “José Bono es el arquetipo del franquismo sociológico remanente: garrulismo, anticomunismo y nacionalcatolicismo a partes iguales”. Es indudable (aunque quizá lo dude la revisionista Real Academia de la Historia) que el anticomunismo, aderezado con un catolicismo nacionalista a ultranza (nacional-catolicismo según la historiografía no revisionista), fue la principal seña de identidad política del régimen franquista a lo largo de cuatro largas décadas… de la misma forma que nadie medianamente informado podría negar que el señor Bono es un eminente anticomunista católico y nacionalista.

El citado mensaje no tardó en recibir una réplica en Twitter a cargo de la diputada y dirigente federal del PSOE Elena Valenciano: “No!! Jose Bono es un demócrata que peleó contra el franquismo cuando eso era peligroso (sic)” [la cursiva es nuestra]. Ignoramos la peculiar gradación de «peligrosidad» del franquismo que establece la señora Valenciano. Si en los años 70 el franquismo era «peligroso», imagínense ustedes cómo era en décadas anteriores. Tampoco utilizaremos aquí argumentos que se han usado en otros medios, tales como que el progenitor de Bono fuera un fascista rural. Éste es un dato irrefutable, pero no es menos cierto que a los hijos no se les pueden imputar los actos de sus padres. Como también es cierto que el señor Bono militó en sus años mozos —como tantos otros “hijos del régimen fascista”— en la oposición antifranquista de la «década peligrosa» de 1970. Bono llegó a militar en el Partido Socialista Popular (PSP) del profesor Enrique Tierno. En esa época el PSOE —actual partido de Bono y de la señora Valenciano— por regla general “ni estaba ni se lo esperaba” en barrios, campos, facultades o fábricas. A la sazón, era el Partido —así llamado popularmente el PCE— la fuerza política de la oposición democrática más nutrida y activa así como la única relevante a escala nacional.

Pero Bono —como tantos otros también— es de los que han hecho el camino de vuelta de la izquierda del sistema hacia los “burgos podridos” de la derecha más rancia, parafraseando a Don Manuel Azaña. La transmutación de la socialdemocracia europea, el “rostro humano” del capitalismo durante la Guerra Fría, en lo que es ahora, el puño de hierro de éste contra los trabajadores y la izquierda real allá donde gobierna, ha supuesto el abandono por parte de algunos de sus más destacados correligionarios —entre ellos José Bono— de su tradicional “doble lenguaje”, de esos guiños a la izquierda sociológica que hasta ahora les habían servido durante décadas (con inestimables apoyos externos de los de siemprepara frenar el avance y la consolidación de la izquierda real en varios países de Europa Occidental, entre ellos España.

Diremos para finalizar, desde un punto de vista estrictamente democrático formal, que tanto el Reglamento de la Cámara como la Constitución Española de 1978 otorgan al presidente del Congreso un papel moderador y hasta de representación institucional de las fuerzas políticas legales y con representación parlamentaria. Con la ley en la mano, los actos y declaraciones del señor Bono son incompatibles con ese alto cargo y ya no lo ostenta, lo detenta.

Sin entrar a valorar imputaciones delictivas que se hicieron en su momento (relacionadas con su evidente y hasta desvergonzadamente ostentoso enriquecimiento familiar siendo presidente de Castilla-La Mancha), así como sus más que supuestas “amistades peligrosas” con personajes tan oscuros y putrefactos como un pozo séptico, que la tercera autoridad del Estado español “olvide” las obligaciones constitucionales y reglamentarias inherentes a su cargo y arremeta contra una fuerza política parlamentaria (IU) y el principal partido que la integra (el PCE) es una muestra más de la descomposición de un régimen cuestionado por la calle y hasta por su propio Tribunal Constitucional, en estado de caída libre.

Aprovechando que nuestra lengua es mucho más específica que otras y sí distingue entre “ser” y “estar”, diremos que Bono no sólo está en la derecha; es de derechas y no lo puede disimular. A la menor oportunidad, al señor Bono se le acaba viendo el pelo de la dehesa… ¿Culminará el señor Bono su camino de vuelta a sus ‘orígenes biológicos’ persiguiendo y reprimiendo a los comunistas?

Enlace relacionado: Ciudad futura en Twitter

Las semillas, en los barrios. En los jardines de Sol se queman

Si bien es cierto que las revoluciones las hacen los pueblos o no son tales, tambien es verdad que no es posible hacer una revolución —si entendemos por ello un giro político radical que dé un vuelco a las relaciones de poder en una sociedad determinada— si no existe una parte consciente de ese pueblo que disponga de una organización y de una estrategia transformadora clara. «Sin organización no viven las ideas» decía nuestro filósofo de cabecera Antonio Gramsci. La historia de las revoluciones que en el mundo han sido así nos lo enseña. Y la historia de las rebeliones y amotinamientos populares fracasados, también nos lo demuestra.

Hace tiempo decíamos aquí que denominar “revoluciones árabes” a los levantamientos populares contra las tiranías en Túnez o Egipto nos parecía erróneo porque no se correspondía con lo que estaba pasando en realidad. De hecho, ni en Túnez ni en Egipto han cambiado sustancialmente las relaciones de poder y, en el caso de Egipto, la Junta Militar que gobierna no hace más que implantar nuevas leyes contra los trabajadores y sus derechos (precisamente el detonante de las protestas). Más erróneo aún nos parecía denominar “revolución” a una rebelión reaccionaria como la de Libia, cuyos rebeldes (con dirigentes entrenados y financiados por los servicios secretos de EEUU) están sirviendo de criminal coartada a los bombardeos de la OTAN al servicio de intereses económicos imperiales.

Bomba de relojería

El 40% de desempleo juvenil en España es una bomba de relojería. En 2010 destacados dirigentes del establishment económico y financiero mundial ya advertían de que en nuestro país existía el caldo de cultivo apropiado para una revuelta social. Tras una movilización obrera cuyos principales sindicatos convocantes no pudieron, quisieron o supieron mantener, algo se empezó a mover en el subsuelo, por donde pasan también las redes de Internet. La llamada Ley Sinde —impuesta por una Embajada extranjera con la complicidad necesaria del partido del gobierno— y las sucesivas medidas de recorte de derechos sociales a los trabajadores tras la Huelga General, dictadas por los grandes empresarios y banqueros al gobierno de Zapatero en contra no sólo de la opinión, sino también de los intereses de la inmensa mayoría de la sociedad española, fueron los principales argumentos de una rebelión larvada desde hacía ya tiempo. Todo ello en un país como España, en el que llevamos décadas sufriendo una cruenta lucha de clases con un solo contendiente debido a que toda política gubernamental desde 1982 (inicio del régimen PSOE-PP) se ha centrado en debilitar a un movimiento obrero que hoy aparece cautivo o desarmado.

En estas circunstancias, todo esto vino a desembocar en la convocatoria de unas elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2011. Una campaña que los partidos de turno que defienden el sistema preveían como un simple trámite para el traspaso del poder de uno a otro, que todo cambiara para que todo siguiera igual, acabó convirtiéndose en una movilización social que ha puesto a prueba y ha agitado los cimientos del propio sistema bipartidista y las mentes adormecidas de la mayoría.

¿#spanishrevolution?

Con Madrid a la cabeza, grandes movilizaciones cívicas han puesto en cuestión el modelo político en todo el país. Lo han puesto en cuestión pero no han conseguido removerlo, sólo agitarlo. Por una parte (y por mucho que algunos hablaran de #spanishrevolution), las reivindicaciones planteadas, si bien justas, se caracterizaban por una carencia de partida: una valoración parcial del origen de los problemas causantes de las propias movilizaciones por parte de sus convocantes. Al margen de los buenos deseos, que nadie pone en duda, la realidad que ha trascendido a la opinión pública ha sido una crítica genérica e indiscriminada a la política y a los políticos que, como han escrito algunos analistas de izquierdas estos días, recuerda mensajes populistas (cuando no de ultraderecha) y olvida el factor principal: la lucha de clases. Quienes hablan de “clase política” olvidan (o no saben) que el origen de las clases sociales está en la economía, en quiénes controlan —y quiénes no— los medios de producción. Y que es la economía la que define la política y no viceversa. La base de la corrupción del régimen político autodenominado “democracia española”, y de su propio proceso de degeneración e insostenibilidad más allá de la parodia mediática actual en que se ha convertido, es que el poder económico, ya sin caretas, ejerce su dictadura a través los partidos que tienen responsabilidades gubernamentales, PSOE y PP, convirtiendo a éstos en el brazo ejecutor o puño de hierro de la dictadura de “los mercados” sobre la política. Las fotos de Botín y cía. reunidos en el Palacio de la Moncloa para dictar sus políticas al presidente del Gobierno y a la ministra de Economía es suficientemente ilustrativa y no vamos a abundar en ello.

Ha quedado claro además, y en ello coinciden la inmensa mayoría de los analistas independientes del poder, que en el origen de esta crisis está la aplicación de políticas económicas de derecha extrema o neoliberales que no han hecho otra cosa que empobrecer a amplias capas de los trabajadores y de los pequeños empresarios para aumentar la concentración del capital; es decir, el poder real en cada vez menos manos. Como decía el profesor José Luis Sampedro, no le demos más vueltas: “el debate sigue estando entre ricos y pobres. Nada más”… y nada menos.

Todo esto parece que se está olvidando por parte aquéllos que ejercen el papel de “portavoces” de facto del movimiento de indignados en España. Un movimiento que dice no tener portavoces, pero que en relidad sí los tiene: son aquéllos que hablan en los medios de comunicación y controlan las webs y redes sociales en última instancia. Y ésta es quizá la causa de que el propio movimiento esté derivando a algo que es difícil calificar, a no se sabe muy bien qué.

La fecha clave del día de las votaciones, el 22 de mayo, hemos visto síntomas de que algo fallaba de forma estrepitosa. Mientras los medios de derecha y extrema derecha (la gran mayoría en España) propalaban la falsedad de que el movimiento #nolesvotes pedía la abstención; algo que, sin duda beneficiaba sobre todo al PP (cuyos votantes nunca se abstienen), nadie en las acampadas, empezando por la de Sol, puso el acento en llamar a la movilización de los indignados para que fueran a votar. La febril batería de diversas actividades y asambleas propuestas para ese día y el anterior de reflexión (incluyendo la plantación de hortalizas en la Puerta del Sol) no incluía un solo llamamiento al voto responsable de los ciudadanos para frenar el poder municipal y autonómico de PP-PSOE y de CiU en Cataluña, el #nolesvotes originario que aglutinó a cientos de miles de ciudadanos en torno a este movimiento plural. El supuesto “apartidismo” ha devenido así en simple apoliticismo, confundiendo no inclinar la balanza a favor de la/s fuerzas políticas defensoras del movimiento con no tomar partido. En torno al día 22 de mayo, los que tenían en sus manos los teclados de la Puerta del Sol “aclararon” que “ellos” no pedían el voto para nadie ni no votar a nadie ni votar en blanco ni votar nulo ni abstenerse. O sea, nada.

Este “ecosistema autosuficiente”, con plantaciones incluídas, ha sido muy propicio para que en él surjan y arraiguen espiritualistas, conspiranoicos, izquierdistas (en el sentido leninista del término, como enfermedad infantil de la izquierda), místicos trasnochados y toda una panoplia de gentes que literalmente se representan a sí mismos y no hacen otra cosa que desprestigiar y hacer desaparecer todo atisbo de seriedad al movimiento ante la mayoría de lo que podría ser su base social.

A pesar de todo lo anterior, la respuesta del pueblo de Madrid en las urnas no se puede calificar como descorazonadora. PSOE y PP ha perdido decenas de miles de votos tanto en la capital como en la Asamblea autonómica y el mapa bipartidista se ha debilitado en favor de opciones diferentes a éstos tanto a la derecha como en la izquierda. A escala nacional el voto bipartidista también ha retrocedido. Si en estas condiciones tan precarias ha sido así, no podemos evitar pensar qué hubiera ocurrido si los que pudieron dar un pequeño empujón y no lo hicieron, hubieran hecho o dicho algo con relación a las urnas… La historia sólo la escriben los valientes y los audaces.

El énfasis que desde el principio se ha puesto por parte de los que manejan la megafonía y los teclados de que aquí no hay banderas (especialmente si son tricolores) no se corresponde con el cobijo que se ha dado desde un principio a sectas política y científicamente irracionales que no sirven para otra cosa que desprestigiar y disolver el movimiento.

Si la gente consciente y realmente organizada y transformadora, lo que se ha dado en llamar la izquierda real y que sí representa a cientos de miles, no es capaz de reconducir esta situación, mucho me temo que la deriva actual continuará y el viaje a ninguna parte emprendido finalizará cuando los medios de comunicación dejen de soplar las velas.

‘Un hombre, una mujer, un voto’

Consideramos imprescindible que las acampadas se disuelvan cuanto antes, que se haga desaparecer todo rastro de elementos irracionales infiltrados en el movimiento y que la estructura organizativa piramidal desde el vértice que impera hasta ahora sea invertida. Debería desaparecer también toda esa panoplia de comisiones espiritualistas e irracionales, así como todos esos talleres donde nada se fabrica; todo eso sólo sirve para perder el tiempo y como excelentes maniobras de distracción al servicio, por acción u omisión, de los adversarios del movimiento. Deberían ser, a partir de ahora, las asambleas y estructuras organizativas que se creen en los barrios las que tendrían que redefinirlo todo de abajo arriba y no de arriba abajo, como hasta ahora. Y son estas asambleas territoriales, mediante consultas verdaderamente democráticas, las que deberían establecer una serie de propuestas de cambio ligadas a la realidad política y económica del país y no al margen de ella. Esa caricatura de soviet supremo que algunos han montado en la Puerta del Sol —y que nadie ha elegido— debe ser disuelto y dar paso a asambleas locales que generen una verdadera estructura participativa y democrática desde abajo. A partir de ahí, que nadie dude que podrían surgir verdaderos líderes populares —que ahora no hay, por cierto—, como así ocurrió durante los años de lucha contra el franquismo en las fábricas, en los campos y en los barrios.

La dura batalla por imponer un sistema electoral basado en el principio “un hombre, una mujer, un voto”, que sustituya al actual fraudulento, y recuperar el impulso de las reivindicaciones laborales y sociales frente a los recortes habidos —y por haber— y contra quienes los dictan y los imponen (banqueros y grandes empresarios y sus partidos, respectivamente) deben ser, según nuestra modesta opinión, los dos principales argumentos de un amplio y plural pero unitario movimiento cívico y popular que no debería morir antes de nacer, porque es necesario.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

[Puño y letra] Carl Sagan (e historia de un ‘tweet’)

«Preveo cómo será la América de la época de mis hijos o nietos: (…) los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad. […] La caída en la estupidez de Estados Unidos se hace evidente principalmente en la lenta decadencia del contenido de los medios de comunicación». […] «la pseudociencia y la superstición serán más tentadoras de año en año, (…) cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento familiares de épocas antiguas toman el control. (…) Aumenta la oscuridad. Los demonios empiezan a agitarse».


Carl Edward Sagan (EEUU, 1934-1996)
El mundo y sus demonios (publicado en 1997)

¿Se puede leer una descripción más exacta de la época actual? Lo que acabáis de leer fue escrito —previsto— en la segunda mitad de la década de 1990 por el gran científico estadounidense Carl Sagan en el que se podría calificar como su testamento vital para las futuras generaciones. El libro El mundo y sus demonios fue publicado en 1997, al año siguiente de la prematura muerte del astrónomo.

Con las limitaciones del medio, afirmábamos ayer en el twitter de Ciudad futuraen respuesta a una frase de nuestra amiga @1de2 a cuento de los temas de actualidad según los medios de comunicación masivos —matrimonios de la Monarquía, beatificaciones del Papado, torneos…—, que estamos «regresando a la Edad Media». La inmediatez y la urgencia que caracterizan los mensajes de Twitter, limitados a 140 caracteres, no hacen de éste precisamente el medio más adecuado para argumentar o debatir ideas, lo que en ocasiones lleva a escribir frases tan lapidarias como aparentemente exageradas o, en el peor de los casos, poco rigurosas. Es por ello que en una segunda lectura a veces te puedes arrepentir de lo escrito. No fue este el caso: una certera respuesta de nuestro amigo @DaniEPAP, citando unos pasajes de El mundo y sus demonios de Sagan, hizo que nos reafirmáramos en lo escrito… en la percepción de esa tendencia actual, reflejada por la mayoría de los medios y por gran parte de sus profesionales con honrosas pero escasas excepciones, de retroceso histórico a lejanos tiempos pasados de oscurantismo, irracionalidad y alienación masiva; a una nueva Edad Media.

Cada vez que encendemos un televisor o echamos un vistazo a los titulares de los mass mediase torna evidente lo que Sagan definía como «caída en la estupidez» de una sociedad (la norteamericana en su caso, aunque extensible a todo el llamado mundo occidental), reflejada en la «decadencia del contenido de los medios de comunicación». Y esto lo afirmaba el gran científico americano hace tres lustros, bastante antes de la llegada de estos oscuros comienzos del milenio actual que sus ojos no llegaron a contemplar.

Decía con clarividencia el gran Sagan en su prematura aunque certera visión del mundo actual que «cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento familiares de épocas antiguas toman el control». (…) «Aumenta la oscuridad. Los demonios empiezan a agitarse»…

¿Dejaremos como legado a las futuras generaciones el amargo cóctel de fanatismo, ignorancia, injusticia, alienación y servidumbre de estos oscuros tiempos o se agitará el mundo frente a sus demonios?

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

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Rabinos y Pilatos en Jueves Santo

El 21 de abril, Jueves Santo en 2011, estaba prevista la realización de una “procesión” o manifestación atea en el centro de Madrid convocada por varias asociaciones ciudadanas. Este hecho, que en otros países de nuestro entorno no habría pasado de la categoría de anécdota en la prensa, ha levantado en España una gran polvareda de polémicas en internet y en los medios, dominados en gran parte por grupos corporativos partidarios del catolicismo a ultranza.

En los días previos a cuando estaba prevista la convocatoria atea, una web denominada Hazteoir.org, que se define como “la web del ciudadano activo”, emprendió una cruzada para que fuera prohibida que en definitiva obtuvo sus frutos… La delegada del Gobierno de Zapatero en la Comunidad de Madrid, tras un tira y afloja competencial con el Ayuntamiento de la capital, decidió finalmente prohibir la convocatoria atea. Teniendo en cuenta que estamos en fechas preelectorales, la señora María Dolores Carrión Martín, que así se llama la titular de la Delegación del Gobierno central del PSOE en Madrid, había intentado previamente pasar la patata caliente de la prohibición a las manos del Ayuntamiento de la capital…

El señor alcalde de la Villa y Corte (que de tonto no tiene un pelo), al igual que los rabinos de Jerusalén hace más de dos mil años en estas mismas fechas, exigió que fuera la señora Mª Dolores Carrión (representante en Madrid del césar monclovita) quien tomara en última instancia la decisión —como así contempla el ordenamiento jurídico— por mucho que ésta pretendiera lavarse las manos en relación con este asunto, como hiciera también Poncio Pilatos en estas mismas fechas hace más de dos mil años. Y razón legal no les faltaba (al señor alcalde y a los rabinos en su momento).

La señora Carrión en su reciente toma de posesión como delegada del Gobierno en Madrid en presencia del vicepresidente Chaves y otros altos cargos del gobierno de Zapatero. Carrión sustituyó en el cargo el pasado 1 de abril a Amparo Valcarce, correligionaria de Zapatero en su tierra natal que durante su mandato se caracterizó por permitir manifestaciones de grupos fascistas, racistas y neonazis en Madrid (con trágicos resultados alguna), así como por prohibir convocatorias antifascistas.

El ‘Botijo Party’ en la Red

El via crucis de los firmantes de la convocatoria atea acababa de empezar. Hazteoir.org, que en realidad es un medio más entre tantos de la ultraderecha católica, conspicuos representantes del Botijo Party en la Red, inició una campaña en Internet que ha tenido un amplio eco en los medios de comunicación, controlados en buena parte por sus correligionarios políticos y sectarios. La campaña consistía básicamente en alcanzar el objetivo de recoger “100.000 firmas por la libertad religiosa” y para exigir la “prohibición de la procesión atea y blasfema” (obsérvese la estrecha relación dialéctica entre los términos “libertad” y “prohibición”).

En realidad el mecanismo de “recogida de firmas” consistía en enviar un correo electrónico mediante un formulario en su web, algo imposible de verificar si nos atenemos a la Ley de protección de Datos. Convenientemente, justo en el plazo previsto, los convocantes aseguraron haber alcanzado el objetivo de las 100.000 firmas contra la convocatoria atea (100.423 firmas para no redondear tanto la cifra), aunque no sabemos a ciencia cierta si hicieron entrega de estas virtuales solicitudes a la señora delegada del Gobierno de Zapatero. En cualquier caso, la señora Carrión, acto seguido, tomó la decisión de prohibir la convocatoria. 

«Respeto». Autor: Don Addis

‘Genocidio’

Con las manos sucias tras esta prohibición que atenta —one more time— contra ese papel mojado que son los principios constitucionales, que reconocen los derechos de reunión, expresión y manifestación en España, la señora Carrión intentó de nuevo emular a Pilatos escudándose en la reacción popular contraria a la convocatoria. Así, en la web ultraderechista citada, manifiestan con satisfacción que “con la prohibición de la ‘procesión’ atea, la Delegación del Gobierno socialista en Madrid reconoce el valor de la presión ciudadana”. El término “socialista” es de ellos, la cursiva es nuestra.

No contentos con la prohibición o quizá más bien animados por la decisión de la socialista Carrión, los abogados del entorno de esa web ultraderechista católica —doctores tiene la Iglesia— han emprendido acciones legales contra los firmantes de la convocatoria prohibida consistentes en la interposición de una querella por delitos como el de “provocación al odio”, “manifestación ilícita” y —ya metidos en gastos, como diríamos en Madrid—… “genocidio” («difusión de ideas o doctrinas que nieguen o justifiquen actos de genocidio, penado con hasta dos años de prisión»).

¿Acabará el via crucis de los firmantes de la convocatoria atea con su crucifixión legal?, ¿alguien con dos dedos de frente puede seguir creyendo a estas alturas, por mucha fe en la Santa Transición que se tenga, que España es realmente un “Estado social y democrático de Derecho”? De «aconfesional» ni hablamos, como dice el conocido chiste.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

Redes sociales: La TV 2.0 o el ‘brazo tonto’ de la OTAN

Vaya por delante algo que debería parecer obvio: estar contra la guerra no significa apoyar a Gadafi. Del mismo modo que las decenas de millones de ciudadanos de mundo que se movilizaron contra la invasión y la guerra en Iraq en 2003 no lo hicieron para apoyar a Sadam, sino en solidaridad con un pueblo que ocho años después aún sufre las consecuencias de esa invasión.

Sirva lo anterior como punto de partida para establecer una serie de similitudes y diferencias entre ambos conflictos…

En primer lugar, tanto libios como iraquíes viven sobre “un mar de petróleo”. Algo que está en la raíz de la atormentada historia de los pueblos árabes desde los tiempos de Lawrence de Arabia. Esto es otra obviedad que también es necesario recordar ahora.

Como en todos los países árabes, libios e iraquíes desde hace siglos están divididos en tribus, circunstancia que ha sido aprovechada desde tiempos remotos por las potencias coloniales occidentales para ejercer su control sobre ellos (divide et impera). Muchas de sus fronteras actuales están “trazadas con tiralíneas” en virtud de un acuerdo entre los imperios británico y francés que lleva el nombre de los dos funcionarios que lo negociaron (Sikes-Picot, respectivamente); no hay más que echar un vistazo a un atlas.

En el caso de Iraq, esta rémora secular de la división tribal se ve agravada por la división sectaria y religiosa, algo que ha sido y es aprovechado por EEUU y su gobierno colaboracionista local para mantener su (relativo) control de Mesopotamia y sus recursos: kurdos al norte, suníes en el centro, chiíes al sur, que ahora sufren una guerra civil larvada fomentada por sus jerifaltes religiosos y sectarios.

‘Divide et impera’ y los caballos de Troya

En el caso de Libia —ironías de la historia— la división tribal se corresponde territorialmente con las antiguas provincias del Imperio de Roma. La Italia fascista de Mussolini (un chusco aggiornamento de la Roma imperial) aprovechó esta circunstancia para mantener su control sobre Libia en épocas no tan lejanas. En Iraq, los kurdos aliados de EEUU fueron la excusa para iniciar una política de injerencia armada y sanciones que provocaron más de un millón y medio de muertos —una gran parte de ellos niños según ONGs sanitarias— en el Iraq previo a la invasión. En Libia las tribus cirenaicas de la zona oriental del país (muy rica en recursos petrolíferos, como el Kurdistán iraquí) han sido el Caballo de Troya de la injerencia armada de EEUU y sus satélites… todo ello convenientemente travestido en los medios como “revolución”. Una estrategia muy exitosa para sus promotores y financiadores, como se comprobó con las “revoluciones” televisivas (llamadas “de colores”) de la Europa del Este y otras posteriores.

Al igual que en Iraq, los medios nos presentan como principal argumento para la injerencia “petrohumanitaria” en Libia a un malo muy malo y a un pueblo que espera con ansiedad la llegada del Séptimo de Caballería para salvarlos. Mientras, sus “revolucionarios” agitan banderas occidentales y monárquicas de tiempos pasados de su país y disparan flamantes armas humanitarias recién importadas.

Tanto en Iraq como en Libia, la injerencia de EEUU y aliados para captar sus recursos económicos comienza con la imposición de una “zona de exclusión aérea”. A diferencia de Iraq, en Libia se ha promovido la guerra civil previamente a la invasión y no a posteriori. Por esta razón en Libia no es tan “necesaria” una invasión directa más allá de la del espacio aéreo… siempre y cuando sus rebeldes cumplan con eficiencia y celeridad la tarea que les ha sido encomendada y financiada.

Yacimientos e instalaciones de hidrocarburos en Libia. Obsérvese que los principales yacimientos de petróleo y gas, oleoductos, gasoductos y la mayoría de las reservas están ubicados en la región oriental del país (Cirenaica), la zona controlada por los insurgentes desde el principio de una rebelión cuyo foco principal ha sido la ciudad de Bengasi. [Fuente original: gráfico interactivo: «El petróleo de Libia» en elpais.com]

Rebeldes prooccidentales libios dotados con una batería antiaérea. De fondo, uno de los que fueron sus primeros y principales objetivos: las instalaciones petrolíferas. [Foto: John Moore]

Los rebeldes libios, bien dotados de equipos informáticos desde un principio, combinaron su ofensiva militar con una fuerte presencia en las principales redes sociales —como Twitter (en la imagen) o Facebook— e insistieron en que se les definiera como «revolucionarios». Otro de sus principales argumentos es que el gobierno Libio atacaba a sus partidarios «desarmados», algo que parece contradictorio con la imagen anterior a ésta y muchas otras publicadas o televisadas. No obstante, ese mensaje desmentido por una realidad bien visible, fue masivamente difundido por estas redes en miles de ‘post’ y ‘tweets’. Éste ha sido seguramente uno de los fenómenos más ‘inexplicables’ desde los inicios de la Red Internet.

‘War for oil’ 2.0

A diferencia de Libia en 2011, millones de ciudadanos se movilizaron contra la agresión imperial y la guerra en Iraq, en la que fue calificada como la primera gran movilización de carácter global. Ésta consiguió, sin duda, contrarrestar la propaganda de guerra de la mayoría de los medios corporativos, muchos de ellos controlados por los mismos (grandes corporaciones y entidades financieras) que hicieron y hacen pingües negocios en el Iraq ocupado, lo que fue calificado como el mayor expolio de la historia. A diferencia de Libia en 2011, en virtud de aquella gran movilización, no hizo falta convencer a nadie de que la de Iraq era y es una guerra por el petróleo (War for oil).

A diferencia de Iraq en 2003, el gobierno de Francia no está contra la intervención extranjera en Libia: el actual presidente de la República es uno de los más firmes partidarios del ardor guerrero y de la política de las cañoneras. Sarkozi ha demandado a la llamada «comunidad internacional» ataques con urgencia desde el mismo momento en que el gobierno Libio amenazó con presentar las pruebas que supuestamente demostraban que Libia financió la campaña del petit Bonaparte a la Presidencia a cambio de quién sabe qué… Pruebas que podrían acabar convertidas en cenizas por los bombadeos de Trípoli (¿Bagdad 2.0?) si los rebeldes pro-OTAN no toman pronto «el poder» en la capital Libia.

Al igual que en el caso de Iraq en 2003, en 2011 los mismos sujetos siguen manteniendo un control absoluto de los mismos medios de comunicación, con la diferencia de que ahora los medios públicos están más plenamente integrados que antes en las campañas de propaganda bélica en la mayoría de los países occidentales desarrollados, cuyos cables plagados de mentiras (que harían sonrojarse al Propagandaleiter Goebbels) son los que marcan a fin de cuentas la “realidad” publicada y el pulso de lo que se difunde en el resto del mundo; en los medios y en las llamadas redes sociales…

A diferencia de Iraq en 2003 —a la sazón internet cumplió un papel fundamental para difundir y propagar la movilización contra la guerra—, en el caso de Libia en 2011 existe un nuevo fenómeno llamado web 2.0 con sus redes sociales, que están cumpliendo un efectivo papel inconsciente (en todos los sentidos del término) de difusión de la propaganda de guerra…

A diferencia de Iraq en 2003, ya nadie sale a la calle para movilizarse contra esas guerras por el petróleo que tienen muchos muertos olvidados en su haber… debe ser más cómodo no pensar, no moverse y tuitear o postear desde el sofá «esas cosas» que dicen los telediarios.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

P.s.: A diferencia de Iraq en 2003, el comandante en jefe de las tropas del Imperio —el mismo que iba a cerrar Guantánamo— es Premio Nóbel de la Paz.

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Invierno caliente en EEUU: Palmeras en Wisconsin

En estos días se está desarrollando una oleada de protestas sindicales en Estados Unidos que, al igual que el proceso revolucionario que vive Islandia, está siendo censurada de forma sistemática y consciente en los medios masivos de comunicación del Occidente desarrollado. Nada que ver con otras supuestas «revoluciones» televisadas que en algún caso parecen algo bien distinto por no decir lo contrario.

¿Qué es más noble al espíritu, sufrir
golpes y dardos de la airada suerte,
o tomar armas contra un mar de angustias
y darles fin luchando?

William Shakespeare (monólogo de Hamlet)

El foco de las protestas en este invierno caliente norteamericano —que se están extendiendo a otros Estados como Ohio, Indiana y California— ha sido Wisconsin, un frío Estado septentrional fronterizo con Canadá. Su causa, frenar las nuevas leyes antiobreras que, como un reguero de pólvora, se están extendiendo y promoviendo por el Legislativo en varios Estados de esta Unión presidida por Obama. Una de las medidas que se pretenden implantar es que los empleados públicos y sus representantes no tengan capacidad para negociar las condiciones relativas a la Seguridad Social o las pensiones, además de que la autoridad estatal sea la que decida en última instancia en los conflictos colectivos o se amplíe la prohibición del derecho de huelga a la inmensa mayoría de los funcionarios.

La cadena ultraderechista Fox (una de las principales de EEUU y de la que ya hemos hablado aquí en alguna ocasión) se ha personado en el conflicto —aunque no exactamente en el lugar de los hechos, como veremos— para descalificar y desprestigiar unas protestas sindicales que, al igual que las medidas antiobreras, también se están extendiendo como un reguero de pólvora por toda la Unión.

Recientemente, representantes sindicales estadounidenses asaltaron y tomaron el Capitolio del Estado de Wisconsin mientras se desarrollaba una de las votaciones de estas medidas, algo convenientemente censurado en la televisiones públicas o privadas en España, por ejemplo. «Trabajadores asaltan el Capitolio de Wisconsin (EEUU) al grito de ¡Vergüenza!», decíamos en nuestro twitter, con enlace al vídeo colgado en YouTube, esa TV comunitaria que se está convirtiendo en la única forma de ver la realidad de lo que pasa en el mundo…

Pero las protestas de los trabajadores de Wisconsin no acabaron ahí. Han continuado de forma pacífica con manifestaciones en la calle. Para ilustrar el «odio en los rostros» de los trabajadores y algunos conatos de enfrentamientos con la policía, un intrépido reportero llamado Mike Tobin [nada que ver con la también llamada «Tasa Tobin»] del programa Bill O’Reilly Show de la cadena Fox, una especie de magazine de entretenimiento —y descerebramiento masivo, añadiríamos—, «informaba» que en Madison (la capital del gélido Wisconsin) se estaban produciendo esos «violentos enfrentamientos». La Fox en este caso no censura, lo que hace es manipular con el característico estilo chapucero a que nos tiene acostumbrados el «periodismo» actual. En la Fox nadie reparó (o sí, pero les da lo mismo) en el hecho de que en varios planos de esas supuestas imágenes de Madison, Wisconsin, aparecen las características altas palmeras angelinas («palm trees» en inglés) que solemos ver en las películas de Hollywood rodadas en Los Ángeles y alrededores…

Invierno en Minnesota y ‘palmeras’ en Wisconsin

Dicen en Estados Unidos que la mejor forma de definir el frío extremo es «invierno en Minnesota». Wisconsin es un Estado aledaño a Minnesota, en su misma latitud y también fronterizo con un gran país tropical. ¿Brasil? No, Canadá. El clima extremo en invierno de Wisconsin no es incompatible con todas las formas de vida (aunque algunas como las marmotas se ven obligadas ralentizar sus constantes vitales e hibernar), pero sí es incompatible con la existencia al aire libre de cualquier especie de palmeras. De la misma forma que su clima político también empieza a ser incompatible con la existencia de derechos o de representantes de los trabajadores, por lo que se ve en peligro de extinción al igual que en otros Estados de EEUU y otras provincias de la Unión (también llamadas «países capitalistas occidentales»).

Otrosí diremos que las «formas de vida inteligente» en la Fox y otras cadenas de TV no están en peligro de extinción por los simples motivos de que ni están ni se las espera: Palmeras en Wisconsin… Según cita la web Cubadebate, algunos cibernautas han calificado irónicamente esta última (pero no la última) manipulación de la Fox como «una evidencia del cambio climático» que sufre nuestro planeta.

Manipulación o censura, he ahí el dilema del «periodismo» de masas actual.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

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Siempre nos quedará Reikiavik

Siempre nos quedará Reikiavik

En los últimos tiempos estamos asistiendo a una serie de revueltas populares en varios países árabes, especialmente en el Norte de África, que se iniciaron en Túnez con el derrocamiento y huída del socialdemócrata Ben Alí y se han extendido como un reguero de pólvora a otros países. El más importante de ellos —y de todo el mundo árabe—, Egipto…

La imagen que nunca veremos en los telediarios: manifestación popular en Reikiavik, capital de Islandia, un país donde a pesar de no estar limitado o prohibido el acceso a los medios de comunicación occidentales, éstos no envían corresponsales

Desde un tiempo atrás, previo a las revueltas árabes actuales, un verdadero proceso revolucionario —la correctamente denominada «Revolución silenciada»— está avanzando con paso firme en una isla remota del Atlántico Norte, Islandia, donde se ha forzado la dimisión del gobierno en pleno, se ha encarcelado a los banqueros y especuladores responsables de crisis y del empobrecimiento de la que hasta entonces fuera una de las naciones con mayor índice de bienestar social del mundo y además, por decisión democrática en referéndum, el pueblo de Islandia se ha negado a asumir la deuda contraída por un puñado de sujetos: sus banqueros y especuladores privados, cuya deuda multiplicaba varias veces el Producto Interno Bruto de toda la economía del país.

Actualmente el proceso islandés continúa con la redacción y tramitación de una nueva Constitución que puede suponer la confirmación de una ruptura con el sistema político y económico anterior (el mismo que hay en España y otros países occidentales desarrollados) que provocó la ruina del país. Analistas económicos confirman que la economía islandesa puede superar la recesión a pesar de —o gracias a— estos cambios revolucionarios y empezar a crecer de nuevo el próximo año.

Todo lo anterior se asemeja bastante a una revolución clásica en cuanto a los cambios sociales y sistémicos reales si exceptuamos el legítimo recurso a la violencia para la toma del poder frente a una minoría opresora o colonial, o la defensa de la revolución frente al acoso interno o la agresión externa de sus enemigos, como fue el caso de otros procesos revolucionarios históricos (la revolución americana, la francesa o la rusa, por ejemplo). No debe ser ajeno a esto el hecho de que Islandia sea una isla y además está poco poblada, por lo que posibles contagios revolucionarios a otros países de su entorno son fácilmente contrarrestados simplemente con el silencio informativo; algo que han cumplido al pie de la letra la inmensa mayoría de los medios occidentales, sobre todo en los países europeos satélites de EEUU, para cuyos fantoches gobernantes al servicio de los banqueros el «ejemplo islandés» sería especialmente demoledor.

Las «olas revolucionarias» se televisan mientras surfeamos en la Red

Cuando todo esto sucede en la silenciada Islandia sin que casi nadie lo sepa en Europa, una ola revolucionaria, denominada así por los medios, partidos del sistema y sus corifeos en Internet, dicen que está desarrollándose en varios países árabes del Magreb así como del Mashreq (Egipto y Oriente Próximo) y viene ocupando portadas, abriendo telediarios o protagonizando cientos de miles de mensajes cortos en la Red, redactados por miles de expertos en geopolítica que conseguimos resumir análisis muy profundos en 140 caracteres. Y todo ello al ritmo acompasado que va marcando cada telediario, como olas que van y vienen pero que nunca llegan a ninguna orilla: hoy toca Túnez, mañana te olvidas de Túnez porque toca Egipto; olvídate de Egipto, eso ya pasó, que hoy toca Libia…  Sigue leyendo