El pasado 22 de julio, la Corte Internacional de Justicia de La Haya ha ratificado la declaración unilateral de independencia de Kosovo en una sentencia que, aunque no es vinculante, ha provocado encontradas reacciones y valoraciones tanto en España como en el ámbito internacional. Consideramos que es importante analizar y valorar los entresijos y antecedentes históricos de esta sentencia, un acto más del «drama yugoslavo» al que hemos asistido desde principios de la década de 1990. Este texto de nuestro colaborador Gabriel Zurbano sin duda nos ayudará a interpretar mejor el «argumento» y el «guión» de esta tragedia moderna cuyos protagonistas son los martirizados pueblos eslavos del Sur de Europa. [Ciudad futura]
De izquierda a derecha: Bill Clinton, presidente de EEUU; Javier Solana, secretario general de la OTAN; Süleyman Demirel, presidente de Turquía y José María Aznar, presidente del Gobierno español, aparecen sonrientes durante la Cumbre de la OTAN celebrada en Washington con motivo del 50º aniversario de esta alianza militar en abril de 1999, en plena campaña de bombardeos sobre Yugoslavia causante de miles de muertos (38.000 misiones de combate en 10 semanas).
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Kosovo fue el último episodio del despiezado sistemático de la ex Yugoslavia, Estado surgido de la Primera Guerra Mundial como el «reino o país de los eslavos del Sur», su significado etimológico. Este Estado fue refundado como una República Federal Socialista después de la victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial de los partisanos liderados por Josip Broz ‘Tito’ (Croacia, 1892-1980). Cuando el Ejército soviético alcanzó el corazón de Serbia, los partisanos comunistas del mariscal Tito ya habían liberado Belgrado. Este hecho, junto al liderazgo del propio Tito —quien se enfrentó a Stalin en varias ocasiones— hizo que los yugoslavos se ganaran un respeto —no exento de momentos de fuertes presiones y amenazas— por parte de los dirigentes soviéticos.
Yugoslavia, con un sistema económico de socialismo autogestionario inserto en lo que podríamos llamar «economía mediterránea», con diversidad regional de sectores (el norte y el centro más industrializado y el litoral mediterráneo con un desarrollado sector turístico), superaba en tasas de crecimiento a países capitalistas del área como Italia, España o Grecia en los años 60, 70 y 80 del siglo XX. Sin embargo, los yugoslavos compartieron con los soviéticos sendas constituciones que reconocían el derecho de autodeterminación de los pueblos que constituían sus repúblicas federadas. Este derecho, lejos de utilizarse como sus legisladores habrían propugnado, sirvió a principios de la década de 1990 para que los vencedores de la Guerra Fría los descuartizaran sin piedad, alimentando la llama de los odios ancestrales en ambos Estados. Sigue leyendo