Yuri en el Sistema Gagarin (cuadrante Beta)

Aunque aquí no somos muy dados al ciberfanatismo trekkie —o a cualesquiera otros—, una ocasión tan señalada como el 50º Aniversario del primer hombre en el espacio nos da pie para dejar volar nuestra imaginación y, sin que sirva de precedente (o no), sumergirnos en los vastos espacios siderales de la mítica serie de ciencia ficción Star Trek… y su relación con la figura de Yuri Alexéievich Gagarin, un personaje de carne y hueso cuya hazaña en nuestro espacio-tiempo hizo despertar los sueños a la realidad, pues la presencia humana en el Cosmos era considerada ciencia-ficción hasta la fecha del vuelo de Gagarin, al menos fuera de la Unión Soviética. Y conexión Gagarin-Star Trek haberla, hayla… Casi todos los «datos» que aquí se muestran están basados en capítulos de la serie. Demos un pequeño repaso a algunas pequeñas joyas de esta fantasía científica televisiva y cinematográfica que estamos seguros llenarán de gozo a los yuriesféricos de todos los países (¡uníos!) y, por supuesto, también a los muchos trekmaniacos que habitan el Tercer Planeta del Sistema Solar…

Sistema Gagarin y planeta Gagarin IV

En el Sistema Gagarin (Cuadrante Beta) se encuentra Gagarin IV, el cuarto planeta de los nueve que orbitan la estrella azul de «clase A» que le da nombre, situada a sólo 15 años/luz de Andoria, el planeta del que son originarios los andorianos, una de las especies fundadoras de la Federación de Planetas Unidos (FPU); la capital planetaria de los andorianos es Laikan (no confundir por analogía con el nombre de la pionera canina soviética Laika, el primer ser vivo que orbitó la Tierra).

Gagarin IV es un planeta joven de «clase M» y, por tanto, de orografía poco erosionada por el viento o el agua, elemento cuyos océanos cubren buena parte de su superficie. La vida orihunda de Gagarin IV tampoco ha tenido tiempo de evolucionar más allá de estadios primigenios y la actividad volcánica es notable si la comparamos con la de la Tierra o la de Venus. En los continentes emergidos este planeta está cubierto de una fina capa de limo de tonos verdosos y parduzcos compuesto por organismos unicelulares muy primitivos (que no llegan a ser bacterias ni virus). Ésta es la razón por la que Gagarin IV, con un medio ambiente casi estéril pero habitable, es un lugar privilegiado para la investigación de los primeros pasos de la evolución biológica gracias a la Estación Científica Darwin, su principal asentamiento civilizado (en el continente Argo) además de algunas estaciones meteorológicas (la principal ubicada en el continente Castilla). Como la Tierra, Gagarin IV tiene una luna que lo orbita y provoca mareas; así como una gravedad (~1 G), masa, densidad y tamaño similares a los terrestres, aunque su temperatura media es ligeramente superior (~17ºC frente a los 15ºC de la Tierra). A pesar de estas condiciones tan propicias sólo está habitado por unos cuantos cientos de individuos de la FPU, seres sociales e inteligentes de diversas especies procedentes de otros planetas del Cuadrante Beta del Universo conocido que en su inmensa mayoría se dedican a la ciencia y a tareas relacionadas con la tecnología y el mantenimiento de las instalaciones y equipos de investigación.

Gagarin IV tiene cinco continentes de tierra firme con un relieve protagonizado por escarpadas cordilleras y profundos valles. Los continentes, que están separados por tres océanos —de Norte a Sur: Long, Central y Primor—, son los siguientes: Nueva Noruega (que ocupa la zona polar boreal del planeta, la más fría y seca), Castilla (ubicado en la zona templada septentrional), Argo (separado de Castilla por el mar Central y en una latitud similar), el pequeño Batar (el Lejano Oriente de Gagarin IV) y el continente Dover (cuya gran superfície se extiende por una amplia zona tropical, subtropical y templada del Occidente del Hemisferio Sur. Veamos a continuación un planisferio cartográfico de Gagarin IV tal y como aparece en un mapa instantáneo de tinta electrónica, monitorizado y cartografiado desde la órbita de este planeta por el ordenador central de una nave científica de la Federación…

Las naves interestelares clase ‘Gagarin’

La clase Gagarin es un tipo o serie de naves interestelares de la Federación de Planetas Unidos dedicadas fundamentalmente a la investigación científica a finales del siglo XXIII. En cuanto a su morfología y prestaciones, se trata básicamente de una versión aumentada, actualizada y mejorada de las antiguas y venerables naves científicas de la clase Oberth.

La función principal de estas naves es el estudio intensivo de planetas situados dentro de las fronteras de la Federación o territorios protegidos por ésta, razón por la cual el armamento del que disponen es muy limitado incluso en el aspecto meramente defensivo. De la clase Gagarin se llegaron a construir hasta una decena de naves, entre ellas la Grissom (en la imagen superior), que fue destruída en la órbita del planeta Génesis. La nave interestelar Gagarin es el «buque insignia» de esta clase homónima de naves científicas y está en servicio desde su construcción allá por la fecha estelar 2/1912.

Las principales características y dimensiones de la nave Gagarin son las siguientes:

  • Longitud máxima: 148 metros; anchura: 103 m; altura, 59 m
  • Masa en órbita: ~40.000 toneladas métricas
  • Tripulación máxima: 78 (con capacidad para 10 pasajeros adicionales)
  • Velocidad: warp 8 (máx.); warp 7 (crucero)
  • Naves auxiliares: 3 transbordadores

Veamos, para finalizar, cómo es la nave Gagarin (de la clase Gagarin), de finales del siglo XXIII…

[Referencias principales de datos e imágenes:
The Red Admiral / Trekmania.net • memory-beta.wikia.com y elaboración propia]

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El año de Yuri Gagarin • La Yuriesfera
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Cómo atrapar un carguero espacial de más de 16 toneladas con un brazo mecánico

El astronauta italiano de la ESA (Agencia Espacial Europea por sus siglas en inglés) Paolo Nespoli nos ofrece en su página Flickr magisstra’s photostream una serie de magníficas fotografías en las que podemos observar cómo un brazo robótico canadiense de la Estación Espacial Internacional (ISS) captura el carguero orbital japonés HTV2 Kounotori para su acoplamiento al Nodo 2 (contiguo al módulo-laboratorio Kibo de la agencia espacial japonesa JAXA y al laboratorio europeo Columbus); todo un ejemplo de lo que significa en la práctica la cooperación internacional en el espacio. Las imágenes de esta operación en órbita fueron captadas los pasados días 27 y 28 de enero por el propio Paolo Nespoli con su cámara. El sistema de acoplamiento de los cargueros japoneses HTV parece un tanto rudimentario si lo comparamos con el sistema automático activo de cita espacial KURS de los cargueros rusos Progress o del vehículo de carga automático europeo ATV, que son capaces de acoplarse al Segmento ruso de la ISS con medios propios gracias a ese sofisticado sistema de diseño soviético del que también están dotadas las naves tripuladas Soyuz. En cualquier caso, el procedimiento no deja de ser sencillo pero efectivo si nos remitimos a los resultados: atrapar un cuerpo en óbita de 16 toneladas y media con un brazo mecánico y acoplarlo a la ISS mientras ambos orbitan la Tierra a más de 28.000 km/h…

Paolo Nespoli (Milán, Italia, 1957), de la Agencia Espacial Europea (ESA), y Catherine Coleman (Charleston, Carolina del Sur, EEUU, 1960), de la NASA, inician la operación de acoplamiento del HTV2 desde el módulo acristalado Cupola de la ISS.

El brazo robótico, fijado al Nodo 2 de la ISS, se aproxima al carguero HTV2 (arriba en la imagen) momentos antes de capturarlo. A la derecha, el laboratorio japonés ‘Kibo’. La foto fue captada a través de una de las ventanas del módulo Cupola de la ISS.

El HTV2 ya ha sido capturado por el brazo robótico de la ISS. Acto seguido éste acoplará el carguero japonés al Nodo 2 del complejo orbital internacional para que la tripulación de la ISS (Expedición 26) pueda acceder a su carga.

Tres de los seis tripulantes actuales de la ISS —Paolo Nespoli (ESA), Catherine Coleman (NASA) y el comandante de la Expedición 26 Scott Kelly (NASA), de izquierda a derecha— descargan paquetes de víveres y equipos desde el interior del módulo presurizado del HTV2 una vez que éste fuera acoplado horas antes al Nodo 2 de la Estación.

A continuación, un par de infografías y unos cuantos enlaces relacionados en Ciudad futura…  Sigue leyendo

[Infografía] El carguero orbital japonés HTV2 ‘Kounotori’

A las 14:37:57 del sábado 22 de enero (JST, hora de Japón), el cohete nipón H-IIB ha despegado con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS) con el carguero automático HTV2 ‘Kounotori’ (“Cigüeña blanca” en japonés) en su cofia superior desde el Centro Espacial de Tanegashima. El vehículo de lanzamiento despegó sin problemas; 15 minutos y 13 segundos después del despegue la separación del carguero fue confirmada, por lo que el Kounotori ya se dirige a la ISS, a la que tiene previsto llegar el 28 de enero (viernes, JST). Como informábamos en nuestra entrada del pasado 18 de diciembre, el Kounotori es «el segundo carguero orbital no tripulado HTV (siglas de H-II Transfer Vehicle), cuyo primer vuelo (HTV-1) se realizó en 2009″. El HTV2 efectuará una misión de avituallamiento de la ISS y del módulo-laboratorio japonés Kibo del complejo orbital internacional.

A continuación os presentamos una infografía del sistema japonés H-IIB/HTV con la que podréis haceros una idea de sus componentes, dimensiones y otros datos…

Infografía: (CC) Paco Arnau, 2011 / Ciudad futura [Fuente ppal.: JAXA]

+info sobre la misión:H-II Transfer Vehicle Kounotori (JAXA, English)
Lanzamiento del ‘Kounotori’ rumbo a la ISS (en Goefry en la Luna)
Lanzamiento H-IIB / HTV2 (en Eureka)
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La cigüeña pronto llegará a la ISS
[Infografía] Los cargueros de la ISS
Entradas con la etiqueta ‘ISS’

El año de Gagarin

En 2011 celebramos el 50º aniversario del primer vuelo humano al espacio. El 12 de abril de 1961 el hombre salió por primera vez de su cuna terrestre y dio su primer paso —el primer gran paso para la humanidad— en el Cosmos. Yuri Gagarin, ciudadano soviético a bordo de la nave Vostok 1, se convirtió así en el primer ser humano que pudo disfrutar de una visión global de nuestro planeta azul. A lo largo de 2011 —y especialmente el día 12 de abril— se conmemora en todo el mundo este evento que supuso, indudablemente, un antes y un después en la historia de la humanidad. Ciudad futura no va a faltar a esta cita histórica y a tal efecto preparamos materiales especiales que compartiremos en la Red durante 2011, el año de Gagarin. [Ilustración: Paco Arnau / Ciudad futura • Clic en la imagen para ampliar]

La nave secreta de la Unión Soviética

Clic en la imagen para ampliar [infografía de gran formato: 1.769×1.080px]

La Unión Soviética llegó a fabricar y lanzar cuatro tipos de naves capaces de transportar seres humanos al espacio. Las primeras fueron las míticas Vostok y sus variantes, las Vosjod. Después llegarían las robustas Soyuz, aún en servicio. En los años 80 se introdujo el sistema Burán, un gran transbordador espacial que sólo llegaría a volar en una ocasión y sin tripulación. Sin embargo, la cuarta nave sigue siendo una desconocida para la mayoría del público. Esta es la historia de la nave de Cheloméi.

Esta entrada ha sido realizada conjuntamente por Daniel Marín (Eureka) y Paco Arnau (Ciudad Futura). Vuestros comentarios serán bienvenidos en ambos sitios. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.
[Nota de los autores: En el mismo día de su publicación (11/01/2011) esta entrada —publicada simultáneamente en Eureka y en Ciudad futura con el mismo título e iguales contenidos— ha recibido el prestigioso Premio ED (‘Experientia docet’) a la excelencia en la divulgación científica. Nos congratulamos por ello y agradecemos a ED esta magnífica recompensa a nuestro trabajo].

La estrella de Cheloméi

En 1960, Vladímir Nikoláievich Cheloméi entraría a formar parte del selecto grupo de ingenieros responsables del programa espacial soviético de la mano de Nikita Jruschov. Su oficina de diseño, la OKB-52, pronto dejaría de ser un oscuro instituto de investigación especializado en la construcción de misiles de crucero para convertirse en todo un imperio aeroespacial a golpe de decreto. Puede que la intención del líder soviético fuese romper el monopolio en temas espaciales que ejercía la oficina OKB-1 del gran Serguéi Koroliov. O quizás sólo quería echarle una mano a su hijo, por entonces ingeniero de la OKB-52. Quién sabe. En cualquier caso, Cheloméi pronto pasaría a la acción proponiendo todo un programa espacial paralelo al de Koroliov. Cohetes gigantes, estaciones espaciales, raketoplanos… cualquier cosa parecía posible para el ambicioso Cheloméi.

LK-1 y LK-700

El 3 de agosto de 1964 Cheloméi lograría su primera gran victoria frente a Koroliov. Ese día, Jruschov decidió entregar sin previo aviso el programa de sobrevuelo lunar L1 de la OKB-1 para entregárselo a la OKB-52. Cierto es que el programa L1 de Koroliov preveía hasta seis lanzamientos de cohetes derivados del R-7 Semyorka para mandar una nave Soyuz alrededor de nuestro satélite, mientras que la propuesta de Cheloméi sólo necesitaba un lanzamiento de su nuevo y flamante lanzador pesado, el Protón (UR-500K / 8K82K). El proyecto se denominaría LK-1 (Lunni Korabl/Лунный Корабль, «nave lunar») y tendría como objetivo enviar un cosmonauta a la Luna antes de 1967, a tiempo para celebrar así el 50º aniversario de la Revolución Socialista de Octubre.

Maqueta de la nave lunar LK-1. [Clic en la imagen para ampliar]

El diseño de la LK-1 era muy similar a la Apolo norteamericana, consistente en una pequeña cápsula cónica y un módulo de servicio. La cápsula, denominada simplemente «aparato de retorno», VA (Vozvraschaemi Apparat / Возвращаемый Аппарат), sería la primera incursión de la OKB-52 en el diseño de un vehículo de este tipo. La masa de la LK-1 no superaría las cuatro toneladas, mientras que su diámetro máximo sería de 2,511 metros. La OKB-52 llevó a cabo innumerables pruebas para encontrar la forma óptima para la VA y que fuese capaz de soportar las temperaturas de una reentrada atmosférica a velocidades superiores a los 11 km/s, la «velocidad de escape» terrestre. Las características aerodinámicas de la VA serían superiores a las de la cápsula de la Soyuz (SA), cuya forma de campana estaba dictada por la necesidad de maximizar su volumen interno.

Pero la LK-1 no llegaría muy lejos. A finales de 1964 Jruschov es apartado del poder y Cheloméi pierde su principal apoyo político. Aunque se mantendrá como una de las grandes oficinas del programa espacial, ya nada volverá a ser lo mismo para la OKB-52. De entrada, el programa LK-1 es cancelado y devuelto a la oficina de Koroliov. La OKB-1 decidirá mantener el Protón como lanzador principal del proyecto, pero sustituyendo la LK-1 por una nave Soyuz modificada (7K-L1), conocida en Occidente bajo el sobrenombre de Zond.

Cheloméi no tira la toalla y propone en 1964 un programa de vuelo tripulado a la superficie lunar usando el cohete gigante UR-700. El proyecto sería una competencia directa al programa de alunizaje N1-L3 de Koroliov, en teoría el único que contaba con la autorización del gobierno soviético. Según los planes de la OKB-52 (por entonces renombrada TsKBM), el UR-700 mandaría a la Luna una nave LK-3 en una trayectoria directa, sin necesidad de pasar por la órbita terrestre o la lunar. La LK-3 pronto daría paso a la LK-700, más masiva. Ambos vehículos emplearían el mismo diseño de cápsula VA ideado para la LK-1, pero ampliado para soportar una tripulación de dos cosmonautas. La masa de la nave en la superficie lunar superaría las 17 toneladas (frente a las 15 toneladas del módulo lunar del Apolo), aunque la VA tendría una masa de sólo 3,1 toneladas al aterrizar (el módulo de mando del Apolo pesaba 5,3 toneladas una vez finalizada la misión). Lamentablemente, el programa UR-700/LK-700 jamás pasó de la fase de diseño previo y Cheloméi se quedó, una vez más, sin la posibilidad de mandar un hombre al espacio.

Proyecto Almaz: OPS, TKS y VA

A mediados de los años 60, mientras trabajaba en los programas LK-1 y LK-700, Cheloméi propuso otro proyecto no menos ambicioso: una estación espacial militar que pudiese espiar a los Estados Unidos. El proyecto recibió el nombre en código de Almaz («diamante»), siguiendo la tradición de la OKB-52 de nombrar sus proyectos con nombres de piedras preciosas. A diferencia de los «fantasiosos» planes lunares, Almaz recibió muy pronto el apoyo incondicional de los militares soviéticos, temerosos de las capacidades del programa MOL de la Fuerza Aérea norteamericana.

Almaz era un proyecto ambicioso. La estación espacial (11F71) se denominaría OPS (Orbitalnaia Pilotiruemaia Stantsia / Орбитальная Пилотируемая Станция, ОПС, «Estación orbital tripulada») y estaría equipada con un enorme telescopio Agat-1 («ágate»). El Agat no era cualquier cosa. Con un espejo de dos metros de diámetro y 7,2 metros de focal, era una especie de Hubble de los años 60. Eso sí, apuntando en la dirección «equivocada». Las OPS contarían también con pequeñas cápsulas automáticas (11F76) para enviar a la Tierra la película fotográfica con las preciadas imágenes captadas por la cámara ASA-43R del Agat. La estación debía tener un radar de apertura sintética para labores de espionaje en condiciones climatológicas o de iluminación poco favorables. Un cañón de 30 mm construido por la oficina de Alxánder Núdelman se encargaría de mantener alejados a los posibles satélites enemigos que quisieran inspeccionar la «fortaleza» espacial soviética.  Sigue leyendo

Nathan Pyle: Diseño gráfico, humor e ingenio a partes iguales

A mitad de camino entre el humor y el diseño gráfico —¿un nuevo género?— el neoyorkino nacido en el Estado de Ohio (EEUU) Nathan W. Pyle nos ofrece sencillas pero muy elaboradas muestras de ingenio visual con altas dosis de ironía e inteligencia. Aquí van dos pares de muestras del trabajo de Pyle…

↑ Pisa italic

↑ La fórmula del volumen de R2D2

↑ Pantone azul a Pantone rojo: «No uses ese tono conmigo»

SiniesTron total

+info y trabajos del autor: nathanwpyle.blogspot.com

Salyut 1: La primera estación espacial de la historia

Publicamos en Ciudad futura la que fuera, ya el año pasado, nuestra primera colaboración en Amazings.es; una infografía acompañada de un texto (o viceversa) sobre la primera estación espacial de la historia, la estación orbital Salyut 1, lanzada por el país de los soviets en 1971…

En abril de 1971 la URSS sumó un nuevo registro pionero en la carrera espacial a los muchos que ya tenía: el lanzamiento y puesta en órbita de la Estación Salyut 1, (Салют 1, «saludo» en ruso) la primera estación espacial digna de tal nombre, capaz de alcanzar la órbita de forma automática sin necesidad de tripulación y con capacidad para ser habitada en períodos prolongados así como para recibir naves tripuladas Soyuz mediante un sistema de cita espacial eficiente y un puerto de atraque. Hasta ese momento los registros de permanencia en el espacio se habían batido dentro del estrecho entorno de las cápsulas espaciales. [Clic en la imagen para ampliar]

Paco Arnau / ciudad-futura.net Amazings.es

La Estación Salyut 1 significó un gran salto adelante en la conquista del Cosmos allá por 1971. No obstante lo anterior el país y el pueblo soviéticos tuvieron que pagar un precio enorme e inasumible por ese vanguardista avance que supuso disponer por primera vez de un lugar para vivir, investigar y trabajar en espacio… Los primeros tripulantes del Salyut 1 (y los primeros de la historia en habitar una estación espacial), los cosmonautas y héroes de la Unión Soviética Georgi Dobrovolski, Vladislav Vólkov y Viktor Patsayev, tras cumplir su misión permaneciendo en la Estación Salyut 1 durante más de 23 días —batiendo el récord de permanencia en el espacio de la época— aterrizaron suavemente pero sin vida a bordo de su nave Soyuz 11 a causa de un escape en una válvula del Módulo de Descenso, lo que provocó su despresurización y fatales consecuencias en el que fuera el accidente espacial de mayor gravedad que ha sufrido hasta nuestros días el programa espacial soviético-ruso.

A partir de ese trágico evento, que enturbió el éxito pionero de elevar la primera estación espacial de la historia y provocó un aplazamiento momentáneo en los vuelos tripulados de la URSS, el programa Soyuz-Salyut continuó después de ese aciago 1971 hasta 1986, años en los que nuevas estaciones y naves (cinco Salyut más y casi una treintena de naves Soyuz con decenas de cosmonautas soviéticos y de otros países) emprendieron el camino de nuestra órbita batiendo uno tras otro nuevos registros y demostrando que son viables largos períodos de permanencia humana en microgravedad; consolidándose así la base sobre la que se asienta en la actualidad la presencia humana permanente en la ISS.  La última de esta serie de estaciones —el Salyut 7— estuvo habitada hasta 1986, el año en el que algo nuevo tomaría su relevo…  Sigue leyendo

Unión y progreso en 2011

Esta imagen cargada de simbolismos resume todo lo que deseamos
para los ciudadanos y amigos de Ciudad futura en el año 2011…

Soyuz (Unión) y Progress (Progreso) en la Estación Espacial Internacional sobre el Océano Pacífico en Octubre. [Clic en la imagen para ampliar. Foto: cortesía de la NASA]

Urano, el ‘discreto gigante’ del Sistema Solar

Urano, ‘dios de los cielos’ en la mitología griega, es en la realidad un planeta gigante gaseoso azul situado a más de 3.200 millones de kilómetros de la Tierra. En esta ilustración, basada en fotos reales, lo vemos rodeado de sus principales lunas; de mayor a menor (tal como aparecen en la imagen aunque no son esas sus proporciones reales): Ariel, Miranda, Titania, Oberón y Umbriel. Estas cinco lunas eran los únicos satélites conocidos de Urano hasta la llegada de la sonda interplanetaria Voyager 2 en 1986. Los satélites más grandes son Titania y Oberón, ambos con poco más de 1.500 km de diámetro, aproximadamente la mitad del tamaño de nuestra Luna. Al contrario que en el caso de otros cuerpos del Sistema Solar los nombres de las lunas de Urano no están tomados de la mitología greco-romana, sino de personajes de obras literarias del gran William Shakespeare y del poeta, también británico, Alexander Pope. [Ilustración: NASA/JPL, basada en fotos captadas en 1986 por el Voyager 2]

Con un diámetro (51.118 km) que casi exactamente cuadruplica el de la Tierra (12.757 km) y similar al de Neptuno (49.575 km), Urano es uno de los cuatro planetas gigantes del Sistema Solar junto con Júpiter, Saturno y el citado Neptuno. Al igual que ellos Urano dispone de un sistema de satélites propio de los que conocemos al menos 27. A pesar de todos estos datos se podría decir que Urano y sus satélites son quizá los «grandes desconocidos» de nuestro entorno cósmico más cercano (en magnitudes astronómicas). Para paliar tal impresión os hemos mostrado este montaje gráfico, basado en fotografías reales enviadas por la sonda interplanetaria (ahora interestelar) Voyager 2 en 1986, única sonda terrestre que ha llegado hasta Urano y sus lunas…

Trayectoria interplanetaria de las naves Voyager 1 y 2 (1977-1989).
[Clic en la imagen para ampliar. Infografía: Paco Arnau (2000) / Ciudad futura]

El Voyager 2, lanzado desde Cabo Cañaveral por la NASA en sus «buenos tiempos» (1977), alcanzó Urano hace ya prácticamente 15 años, en 1986, y posteriormente Neptuno en 1989; todo ello gracias a una maniobra de aceleración y corrección de trayectoria que, aprovechando el campo gravitatorio de Saturno, fue efectuada en 1981 [véase al respecto nuestra infografía sobre su trayectoria interplanetaria].

En el espectro cromático que pueden captar nuestros ojos Urano muestra un color azul verdoso más uniforme y menos saturado que el intenso azul de Neptuno o el de la propia Tierra. Urano tiene además un sistema de anillos orbitales, aunque éste es mucho más tenue que el de Saturno; razón por la que no es visible en nuestro espectro visual desde la lejanía. Pero eso tiene remedio gracias a la ciencia y a la tecnología…

La imagen inferior en falso color —captada en 1998 por el telescopio orbital Hubble— nos «descubre» esos anillos así como las nubes y dinámicas atmosféricas de Urano gracias a una cámara espectrométrica (Near Infrared Camera and Multi-Object Spectrometer). Otra de las peculiaridades de Urano es la gran inclinación de su eje de rotación en relación con el plano de su órbita: da vueltas al Sol (una órbita cada 84 años terrestres) prácticamente «tumbado», tal y como se puede apreciar en la imagen. Aparte de los anillos en esta imagen se pueden observar sistemas nubosos, alguno más grande que nuestra Luna, desplazándose a una velocidad aproximada de 500 km/h (las áreas de tono más rojizo), así como nueve de los satélites de este «discreto» gigante del Sistema Solar. [Créditos de la imagen inferior: Erich Karkoschka (Universidad de Arizona) y NASA]

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30 años de ‘Blade Runner’: Cuando la ciencia ficción se transforma en realidad

Casi 30 años después de su rodaje en 1981 Blade Runner —producción estadounidense dirigida por el británico Ridley Scott estrenada en junio del año siguiente— es un film que ha resistido el paso de tres décadas «sin despeinarse» y ha sido considerado por lo más granado de la crítica del género de la ciencia ficción una obra maestra en toda la extensión del término, por mucho que la Academia de Hollywood no pensara lo mismo al no concederle ningún galardón en los Óscar en 1982 (sólo mereció dos nominaciones el año de su estreno). Indudablemente, para la inmensa mayoría de los cinéfilos y buenos aficionados al género, muchos de los cuales seguramente deben haber perdido la cuenta de las veces que la han visto, Blade Runner no es una película más de ciencia ficción e incluso sobrepasa la tópica definición de «film de culto»: es «La película». Sin olvidar —claro está— a 2001, la obra maestra de Kubrik estrenada en 1968 y verdadero punto de inflexión de una nueva época para el séptimo arte.

Imágenes:
Fotogramas de escenas y fotografías de producción de Blade Runner (MattTrailer.com)
Cartel del estreno en Japón (julio de 1982)
Portada de la revista yugoslava Política Ilustrada (Belgrado, febrero de 1983)
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[Arte digital] ’2001′
El futuro ya no es lo que era


Reproducido en Rebelión.org
[Versão brasileira do texto (portugués): 30 anos de Blade Runner (Paco Arnau / Ciudad futura • Vermelho)]

El guión de Blade Runner es un trabajo colectivo que está inspirado —aunque no basado sensu stricto— en la novela editada en 1968 (el mismo año en que se estrenó 2001¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? («Do androids dream of electric sheep?» en su título original) de Philip Dick, escritor estadounidense que lamentablemente no pudo llegar a ver la película terminada; falleció apenas tres meses antes de junio de 1982, fecha del estreno de Blade Runner en las pantallas de EEUU.

La banda sonora es de Vangelis, el conocido y magistral compositor griego de música electrónica. Los escenarios y la ambientación están basados en los trabajos de la excelente generación de autores de cómic de los años 70 y 80, entre los que destaca Jean Giraud, dibujante francés reconocido internacionalmente por su sobrenombre ‘Moebius’ y uno de los principales autores de la revista gala de culto Métal hurtlant (Heavy Metal en su versión en otros países como España, Alemania, Gran Bretaña o EEUU).

Una película de contrastes

La estética, el vestuario y la ambientación de Blade Runner crearon tendencia y aun en nuestros días sigue pareciendo «moderna»… o postmoderna. Una mezcla explosiva de vintage, afterpunk y futurismo… Brillante arquitectura de vanguardia del siglo XXI sobre una capa «sedimentaria» de avejentados edificios de infraviviendas de principios del XX. Elegantes trajes y tocados que homenajean la moda de la década de 1940 junto a crestas y quincallería postpunkies. Sofisticados vehículos aeroterrestres esquivando masas de gente que sólo puede desplazarse a pie en una macro-conurbación sin transporte público… Todo ello embadurnado de una oscuridad brumosa provocada por la contaminación de pozos y refinerías que agotan las últimas reservas californianas de crudo en pleno suelo urbano de esta ciudad fundada por los españoles como Nuestra Señora de los Ángeles en 1781. Los detalles en el atrezzo y la decoración rozan la perfección.

Sin ninguna necesidad de recurrir al abuso de efectos especiales (oropel bajo el que se suele esconder la debilidad del argumento en la mayoría de las flojas películas que se estrenan en la actualidad), sólo con la profesionalidad y el buen hacer cinematográficos, Blade Runner consigue deslumbrarnos y sorprendernos escena tras escena.

La dirección de esta gran producción de la Warner estuvo a cargo, como hemos dicho al principio, del británico Ridley Scott (Inglaterra, 1937), un verdadero virtuoso y perfeccionista de la gran pantalla que no necesita carta de presentación y que también es el autor de películas tan imperecederas como ésta: Alien (1979, otra obra maestra de referencia obligada en el poco prolífico género de la ciencia ficción), Thelma & Louise (1991) o Gladiator (2000), entre otras.

A las órdenes de Scott actuó en Blade Runner un plantel de actores encabezado por un protagonista Harrison Ford en el papel de Rick Deckard (trabajo que supuso la consagración definitiva de Ford como estrella internacional) y el «holandés errante» Rutger Hauer, que borda el papel del líder de los androides replicantes Roy Batty; junto con otros de carreras más o menos irregulares: una joven y bellísima (rozando los cánones de la perfección) Sean Young en el papel de la glamourosa Rachael, la también joven y bella Daryl Hannah en el papel de la replicante Pris y Edward James Olmos, representando al misterioso, siniestro e intrigante detective Gaff del LAPD.

«He visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». [Monólogo del androide Roy Batty en la que quizá sea la escena más conocida de ‘Blade Runner’]

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Un contexto social e ‘histórico’ verosímil porque hoy ya no parece de ciencia ficción

Sobre el argumento de Blade Runner no nos extenderemos. La acción se desarrolla en una oscura, caótica, depauperada y contaminada gran metrópolis californiana de Los Ángeles a finales de 2019 ó principios de 2020, centro de poder de grandes corporaciones privadas que se han convertido —suplantando al Estado— en dueñas y señoras de vidas (humanas o humanoides), haciendas y de todo cuanto acontece… Un futuro distópico o utopía perversa cuando se rodó la película a principios de la década de 1980 (la correlación de fuerzas económicas y sociales globales era a la sazón ciertamente distinta a la de hoy), pero más verosímil, menos distópico además de temporalmente cercano y en buena medida descriptivo del mundo actual.

Las ineficientes y hostiles pero lucrativas y omnipotentes grandes corporaciones privadas ya superan con holgura la mitad del producto interno bruto planetario así como el de muchos Estados del mundo, además de —en consecuencia— detentar el poder real en buena parte de ellos: las llamadas democracias occidentales y sus empobrecidos países satélites, ya sean vasallos o sometidos por la ocupación y la guerra, como venimos constatando día a día.

Dejando al margen que los avances en los campos científico y tecnológico que refleja el 2019 de Blade Runner en absoluto han llegado en nuestros días y es altamente improbable —al paso que vamos— que los veamos llegar en la próxima década, ese mundo depauperado cuyos designios dirigen oligopolios privados en manos de un puñado de desalmados desde sus atalayas de cristal opaco (que tan bien describe este film como ciencia ficción en la época de su rodaje), se parece mucho al mundo actual, en esta etapa de retrocesos sociales globales que comenzó a finales de los 80 y principios de los 90 con sendos acontecimientos históricos europeos de nefastas consecuencias para el planeta y nuestras generaciones.

Seguramente será por eso que Blade Runner no ha envejecido con el paso de prácticamente tres décadas desde su rodaje y estreno. Sin olvidar, claro está, su excelencia desde el punto de vista artístico, algo que no deja de sorprendernos por mucho que revisitemos esta obra maestra una y otra vez… Es por ello que, para terminar, dejamos una pregunta en el aire: ¿por qué ya no se hacen películas como ésta?

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura