El sueño de Tsiolkovski (música: Gustav Mahler y Dimitri Shostakovich)…
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Burán: Cuando la Unión Soviética superó al transbordador espacial de EEUU
La presente entrada ha sido realizada conjuntamente para su publicación simultanea por Daniel Marín (Eureka) Iván Rivera (brucknerite) y Paco Arnau (Ciudad Futura). Vuestros comentarios serán bienvenidos en estos tres sitios adheridos a la Yuriesfera. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.
Con el cadáver de la lanzadera espacial de EEUU todavía caliente y el inevitable retorno de los vuelos tripulados a los vehículos con forma de cápsula no reutilizables, se ha hablado mucho acerca de cómo el shuttle era «más complejo de lo humanamente tratable». Dicho de otra forma: el empeño de la NASA en hacer volar sus lanzaderas a pesar de lo dificultoso de asegurar su correcto funcionamiento ¡y del precio de cada vuelo! era una tarea en el límite de lo posible. Si esto fuera cierto, más nos valdría asumir como inevitable el «paso atrás» de confiar todos los vuelos tripulados a las venerables y eficaces Soyuz (y a sus hermanas chinas, las Shenzhou), y esperar al nuevo vehículo americano de entre todos los contendientes posibles, la MPCV (ex Orión), la Dragon de SpaceX o la CST-100 de Boeing. Que, naturalmente para estos tiempos de «regreso al pasado», serán cápsulas tradicionales en el caso de que lleguen a volar.
Muchos de vosotros habréis oído hablar de la lanzadera soviética Burán. Los que hayáis visto fotografías o vídeos de su única misión habréis podido pensar que «los rusos» consiguieron unos planos del shuttle en un despiste de la CIA, se construyeron uno igual, le pintaron «CCCP» en las alas y lo desecharon cuando la Unión Soviética dejó de tener el cuerpo para fiestas –o para cualquier otra cosa. Os equivocáis en casi todo: Burán era efectivamente una copia aerodinámica del shuttle americano, pero al mismo tiempo era un vehículo muy diferente.
«Copiar» un sistema tan complejo como el transbordador espacial no es tarea fácil. En realidad es imposible si no desarrollamos antes las miles de complejas técnicas y tecnologías asociadas a su fabricación. De hecho, el sistema Burán fue la cumbre de la tecnología aeroespacial soviética. Nunca antes en la historia de la URSS —ni siquiera durante la carrera lunar— tantas personas y organizaciones colaboraron para diseñar un vehículo espacial. El Burán fue el proyecto espacial tripulado más caro y complejo de la historia del país.
Ilustraciones del transbordador espacial de EEUU ‘Atlantis’ (izquierda) y de la lanzadera soviética Burán (derecha) en pleno despegue. [Clic en la imagen para ampliar]
Es cierto que el Burán era exteriormente muy parecido al transbordador de la NASA, pero lo que poca gente sabe es que estas similitudes se debieron a un «capricho» de los militares soviéticos. El alto mando de la URSS entró en pánico cuando se enteró de que las Fuerzas Aéreas estadounidenses participarían en el proyecto del shuttle. La USAF tenía pensado usar el transbordador para llevar a cabo decenas de misiones militares al año, algunas desde la base de Vandenberg, en California. Nadie sabía para qué querían los militares estadounidenses un vehículo de estas características, pero había que estar preparado por si acaso. Eran los años de la Guerra Fría y de la política de la respuesta simétrica, que venía a ser algo como «si tú haces algo, yo también lo hago, pero mejor». Los ingenieros soviéticos consideraban que el shuttle era innecesariamente complejo y sugirieron usar otros diseños en principio más eficientes —sin éxito. Los militares, con el ministro de Defensa Dmitri Ustínov a la cabeza, querían su transbordador. Y lo iban a tener costase lo que costase.
Desde el primer momento los ingenieros soviéticos se vieron obligados a replicar la forma de la lanzadera estadounidense. A regañadientes: muchos veían ya en aquel shuttle en proyecto una máquina excesivamente compleja en comparación con el proyecto, en el tablero de diseño desde 1965, de un sistema de lanzadera exclusiva para tripulaciones más pequeña y sencilla denominada Spiral. Sin embargo, los requisitos del ejército no eran algo para ser ignorado; y no existen muchas configuraciones posibles para un «camión espacial». Un ejemplo muestra hasta qué punto la cúpula militar soviética no estaba dispuesta a conformarse con menos que sus homólogos americanos: las famosas alas en doble delta de la lanzadera. Éstas vienen impuestas por un interesante requisito de la USAF: poder lanzar una misión en órbita polar desde la base de Vandenberg, lanzar alguna carga secreta desde la bodega de carga y volver tras una sola órbita, para aprovechar el factor sorpresa de cara al enemigo. Sin embargo, ¡la Tierra gira! Al iniciar su reentrada, la lanzadera se encontraría a alrededor de 2000 kilómetros al oeste de Vandenberg, distancia que tendría que ser cubierta virando y planeando, ya que el transbordador desciende sin motor alguno. La primera versión del transbordador americano tenía unas alas pequeñas, cortas y rectas. Los militares impusieron unas alas grandes con capacidad suficiente para ejecutar un tipo de misión que nunca se llevó a cabo, pero que obligó a reforzar la capacidad de los propulsores auxiliares para elevar todo ese peso muerto hasta la órbita.
Diferentes vistas 3D de la lanzadera orbital Burán y del cohete Energía con el emblema oficial de este programa espacial de la Unión Soviética. [Clic en la imagen para ampliar]
Otros sistemas debieron su configuración a una combinación del «y yo más» de los militares con las leyes de la Física: la distribución del escudo térmico, la forma del morro, las compuertas dorsales… Al final, los ingenieros soviéticos copiaron absolutamente todo lo que, de todas formas, tenía que ser así para obtener una nave con un perfil de misiones oponible punto por punto al del transbordador americano: más militar que civil, flexible en tipos de cargas secretas, maniobrable en órbita para sorprender al enemigo y con capacidad de aterrizaje en diferentes pistas. Eso —y no la pacífica nave científica que ha quedado para las hagiografías— era el shuttle. Hasta que los costes no previstos y la pérdida de dos tripulaciones completas hizo a la NASA entrar en razón. Eso, no lo olvidemos, era también Burán. Y sin embargo… Sigue leyendo
Un póster italiano de 1961, el año de Gagarin
Cartel editado por el PCI (Partito Comunista Italiano) en 1961 que no requiere ser traducido. Este póster —dotado de una contudente fuerza expresiva— conmemoraba el 44º aniversario de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia y al mismo tiempo celebraba la hazaña soviética de Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, en el mismo año en que fue impreso.
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Starmus: Un gran espacio para vivir el cosmos
Con escaso eco en los medios de comunicación y sin el apoyo institucional que se merecía un acontecimiento así, del 20 al 24 de julio (aa.i) se ha celebrado al sur de la isla canaria de Tenerife el ‘Starmus Festival’. Aunque los promotores del evento —a la cabeza de ellos el astrofísico de origen armenio afincado en Canarias Garik Israelian, miembro del IAC— le dieron un título que combinaba las palabras “star” y “music”, el eje central del programa de sesiones fue la astronomía, la astrofísica y la cosmonáutica para conmemorar el medio siglo de la hazaña soviética de Yuri Alexéievich Gagarin, el primer hombre en el espacio (1961-2011).
Sin olvidar, claro está, la «música de las estrellas», con la activa participación de Brian May, rara avis en el mundo del rock si tenemos en cuenta que el que fuera guitarrista de mítico grupo británico Queen es también astrofísico. May dió una de las conferencias del programa bajo el título “¿Qué estamos haciendo en el espacio?” y junto a la banda Tangerine Dream (con Pink Floyd a finales de los 60) ofreció el concierto de clausura con algunos temas inéditos que combinaban acordes musicales con ondas acústicas reales provenientes de estrellas como el Sol o Alfa Centauri; la unión de la música, la “expresión más abstracta del arte” con el sonido del cosmos… Un contundente “We will we will rock you!”, el famoso tema de Queen, hizo levantar de sus asientos a todos los asistentes al concierto, incluído al alma del Starmus en primera fila, el también mítico cosmonauta de la Unión Soviética Alexéi Leonov, primer hombre que flotó libremente en el espacio exterior en un paseo extravehicular de 10 minutos allá por 1965 (Vosjod 2) y comandante de la Soyuz en la primera misión conjunta soviético-estadounidense Apolo-Soyuz en 1975.
Un denso programa con un impresionante plantel de ponentes
Resulta difícil tan siquiera intentar resumir el denso programa de sesiones del Starmus. Hubo tardes en las que se relizaron hasta seis conferencias a cargo de figuras tan destacadas como los premios Nobel Jack Szostak (“El origen de la vida en la Tierra”) y George Smoot (“Señales desde el principio”) o los eminentes científicos y divulgadores Richard Dawkings, que nos habló sobre “Exobiología y religión” mostrando afablemente su desacuerdo (filosófico también) con la segunda parte del título de su conferencia; o Michel Mayor, de la Universidad de Ginebra, que nos ilustró sobre los “Planetas extrasolares” descubiertos en los últimos años, “muchos, muy variados y por todas partes”, vino a decir. Mayor también anunció que, gracias a la búsqueda selectiva de exoplanetas en marcha, próximamente serán descubiertos nuevos mundos similares al nuestro en regiones relativamente cercanas del universo.
De izquierda a derecha: Claude Nicolier, Michel Mayor, Buzz Aldrin y Brian May
A este impresionante plantel hay que añadir los nombres de George Smith (co-inventor del dispositivo CCD de las cámaras digitales actuales), Kip Thorne (físico teórico del Instituto Caltech de EEUU), Robert Williams (presidente de la Unión Astronómica Internacional), Sami Solanki (director del Instituto Max Plank de Alemania), Adam Burrows (astrofísico de la prestigiosa Universidad de Princeton, en la que trabajó Albert Einstein hasta su muerte)… y muchos otros que sería prolijo relacionar con detalle; como George Smoot (Universidad de Berkeley), Leslie Sage (revista ‘Nature), Joseph Silk (Universidad de Oxford), entre otros… Todos ellos hicieron sus correspondientes presentaciones en este denso programa de conferencias del Starmus de sólo cinco días.
Otra destacada presencia fue la de la astrónoma estadounidense Jill Tarter, que intentó, a falta de respuestas verificables, dar pistas sobre una pregunta esencial —incluso existencial— que todos nos hemos hecho alguna vez: “Hay alguien ahí fuera?”. Contact, la novela del gran Carl Sagan también conocida por su versión cinematográfica protagonizada por la actriz Jodie Foster (doctora Arroway), está basada en la vida de Tarter, dedicada hasta hoy en cuerpo y alma a la búsqueda de señales inteligentes procedentes del espacio mediante el Proyecto SETI.
Juntos en el espacio
Coincidiendo con el 50º aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, el Starmus puso el también el acento en la presencia de destacados representantes de la Edad de Oro de la cosmonáutica, historia viva de una generación que abrío las puertas del espacio en las décadas de 1960 y 1970. No resulta exagerado afirmar que presenciamos un acontecimiento histórico en España que reunió por primera vez a pioneros del cosmos como el héroe estadounidense Neil Armstrong (Apolo 11), el primer hombre que puso el pie en otro mundo; Buzz Aldrin, quien acompañó a Armstrong en el primer alunizaje; el veterano cosmonauta soviético Victor Gorbatko, con varias misiones Soyuz y Salyut a sus espaldas (con él coincidimos en un funicular que llevaba a la costa atlántica del recinto y gritamos “poyéjali!” cuando arrancó); Bill Anders, que con la misión Apolo 8 llegó por primera vez a la órbita lunar; Jim Lovell, mundialmente conocido por la película ‘Apolo 13’ y la frase “Houston, tenemos un problema” en una difícil misión con final feliz; Charlie Duke, el décimo y último hombre que llegó a pisar la Luna en la misión Apolo 16… Otros menos veteranos como el astronauta de la ESA Claude Nicolier, que nos ilustró sobre los descubrimientos del telescopio espacial Hubble, o Yuri Baturin, cosmonauta soviético con varias expediciones a la Estación Orbital MIr también paticiparon en el Starmus. Echamos de menos a la primera mujer en el espacio, la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, que finalmente no pudo asistir. Acompañada en todo momento por Leonov, Nina Kotenkova, la viuda del ingeniero jefe del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, también participó en el Starmus.
Nina Ivánovna Kotenkova, viuda de Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial del URSS (izquierda), y Alexéi Leonov durante una entrevista en la sala de prensa del Starmus
Escenario del acto de homenaje a Yuri Gagarin «50 años en el espacio: Poyéjali» en el Palacio de congresos Magma de Tenerife el 24 de julio de 2011. Una foto que es historia viva de la carrera espacial entre las dos superpotencias, «la mejor y mayor Olimpiada de la historia» en palabras de Leonov: de izda. a dcha., la presentadora rusa del acto, Alexéi Leonov (Vosjod 2 y Apolo-Soyuz, URSS), Bill Anders (Apolo 8, EEUU), Victor Gorbatko (Soyuz-Salyut, URSS), Neil Armstrong (Apolo 11, EEUU), Jim Lovell (Apolo 13, EEUU) y Yuri Baturin (Soyuz-Mir, URSS)
Sin embargo, dos figuras descollaron entre todas y no sólo por la leyenda que les precedía, también por su impresionante calidad humana: Alexéi Leonov y Neil Armstrong. Lograr que el astronauta estadounidense viniera al Starmus no debió ser tarea fácil para la organización. Al contrario que su compañero lunar Aldrin (con el que no coincidió en el evento), Armstrong no alimenta su ego y vive alejado de reuniones públicas y medios desde hace décadas. Que viniera hasta España para “rendir tributo a los nobles hombres que antes fueron sus competidores”, refiriéndose a los cosmonautas soviéticos presentes, fue todo un logro. Armstrong es un tipo tímido y modesto y así nos consta: en los desplazamientos fue en autocar con los demás mortales (participantes, invitados y periodistas); brindó emocionado por Yuri Gagarin en la “cena de gala” del Starmus; destacó los logros de la URSS en el espacio, sin los cuales “no hubiera sido posible el programa Apolo”; se dejó fotografiar con aquéllos que se lo reclamaron a pesar de su evidente timidez… Modestia y generosidad, algo difícil de encontrar en personajes de su talla, son dos palabras que pueden definir con justicia a Armstrong tras conocerlo cara a cara.
Dos grandes pioneros, Leonov y Armstrong, durante la mesa redonda del Starmus «Descubre el cosmos y cambia el mundo». Este acto duró 108 minutos, exactamente el tiempo que duró la misión de Yuri Gagarin desde el lanzamiento de la Vostok 1 hasta el aterrizaje.
¿Qué decir de Alexéi Leonov? Se podría resumir en una sola frase que difundimos en las redes sociales durante las sesiones del Starmus: “Leonov no sólo tiene cara de buena persona, es una buena persona”… por su carácter e incansable trabajo y tenaz entrega. El organizador del evento, Garik Israelian, afirmó en la sesión inaugural que la implicación personal de Leonov fue decisiva para el éxito de la convocatoria. Durante las sesiones fuimos testigos de ello y de la envidiable energía de un hombre de 77 años que asistió a todas las sesiones, atendió a todo el mundo siempre con una sonrisa en la boca y hasta participó en el concierto de rock de cierre, donde los Tangerine Dream interpretaron un tema especialmente compuesto para él. Sólo una frase de «queja» pude escuchar de su boca una de la veces que coincidí con Leonov, y ésta fue en castellano, la lengua universal más apropiada para quejarse: “¡Mucho trabajo!”.
“Descubre el cosmos y cambia el mundo” fue el lema del Starmus. En consonancia con este lema que suscribimos, finalizamos esta reseña con un deseo reivindicado y compartido por Leonov y Armstrong: “Que el XXI sea el siglo en el que la humanidad destierre definitivamente las guerras”.
Texto y fotos: Paco Arnau / Ciudad futura
Leonov (derecha), su hija haciendo las veces de traductora durante la intervención de Buzz Aldrin y quien suscribe estas líneas (izquierda). [Foto: Javier Peláez]
Durante las sesiones del Starmus tuve el honor y el gran placer de conocer personalmente («desvirtualizar») a Javier Peláez (‘Irreductible’, a la izquierda) y a Antonio Martínez Ron (‘Aberrón’, en el centro), dos de los fundadores de Amazings.es, portal de divulgación de la ciencia y el pensamiento racional en el que ‘Ciudad futura’ colabora. [Foto: Alison Hughes]
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Leonov en el Starmus: «Yuri Gagarin nos ha traído aquí»
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Tenerife, 21/06/2011.— Del 20 al 25 de junio de 2011 se está celebrando en el sur de Tenerife (Islas Canarias) Starmus, un encuentro internacional que reúne diversas disciplinas científicas relacionadas con la astronomía y la cosmonáutica, así como con la cultura, el arte y la música, bajo el esperanzador lema —más en unos tiempos tan atribulados como estos— «Descubre el cosmos y cambia el mundo». El «Tributo a Yuri Gagarin», ciudadano soviético y del mundo y primer cosmonauta de la historia de la humanidad es el eje central de este acontecimiento que se celebra en el año del 50º Aniversario del vuelo de la Vostok 1 y coincide, además, con el evento astronómico del solsticio de verano.
Ayer, 20 de junio, se realizó la primera sesión del Starmus. Hicieron sus presentaciones personajes de la talla de Claude Nicolier (astrofísico, astronauta de la ESA), quien en la rueda de prensa, preguntado sobre el futuro del programa espacial tripulado de la NASA y la próxima retirada de los transbordadores espaciales, declaro que «los shuttle han sido vehículos costosos y peligrosos» y que la NASA se va a concentrar en misiones [no tripuladas, suponemos] más allá de nuestra órbita baja. Nicolier también habló de vida en el cosmos y de que ésta no tiene por qué ser un fenómeno peculiar de nuestro planeta a pesar de que «la materia en el universo está muy dispersa».
Michel Mayor (astrofísico de la Universidad de Ginebra, Suiza), hablando sobre exobiología y citando al filósofo griego Epicuro («¿Y si hay vida en esos planetas?»), afirmó que «podrían existir condiciones para la vida en Marte» […] «incluso el primer paso de la vida se podría haber dado en el planeta rojo»; además, en cuanto a la búsqueda de exoplanetas con condiciones de habitabilidad para organismos biológicos, Mayor dijo que —concentrando la búsqueda en un catálogo de «estrellas candidatas» en regiones cercanas de nuestra galaxia— va a ser posible en un plazo razonable encontrar más mundos similares a la Tierra a una distancia relativamente cercana al Sistema Solar; específicamemente destacó como una de estos cuerpos extrasolares candidatos para la búsqueda a HD85512B.
Jill Tarter, astrónoma estadounidense que inspiró el personaje protagonista de Contact (Ellie Arroway en la magnífica obra de ciencia ficción de Carl Sagan, llevada al cine), habló sobre el proyecto SETI y la búsqueda y recepción de posible señales inteligentes procedentes del cosmos, disciplina que definió como «la arqueología del futuro».
‘La URSS y EEUU empatamos y ahora gana China’
El astronauta de la NASA Buzz Aldrin (quien acompaño a Neil Armstrong en el descenso a la Luna en la histórica misión Apolo 11 en 1969), en el estilo peculiar, dicharachero y «políticamente incorrecto» que lo caracteriza, afirmó que «tras la misión Apolo-Soyuz en 1975 se dijo que la carrera espacial entre las dos grandes superpotencias había acabado y dado paso a una nueva época de colaboración. En esa competición la URSS y EEUU empatamos… ahora ganan los chinos». También expresó como una de las dos cosas de las que «se arrepentía» en su carrera como astronauta, es de que la NASA, tras la cancelación del programa Apolo, concentrara todos sus esfuerzos en los transbordadores espaciales y no así en cápsulas orbitales tripuladas. Interpretamos que quizá en referencia a la situación actual y de que a partir del mes que viene Estados Unidos dejará de tener capacidad de realizar misiones espaciales tripuladas a la Estación Espacial Internacional o a cualquier o otro lugar, pasando a depender de las Soyuz de diseño soviético, naves contemporáneas de las antiguas Apolo. También habló de que, superada la fase anterior de competencia, con grandes logros: «Al principio, nuestro reto fue dar la impresión de que EEUU podía hacer frente a los grandes avances de la URSS en la carrera espacial»; es necesario actualmente un «liderazgo conjunto, compartido» para llevar adelante los retos de la exploración del espacio en nuestros días.
¡Leonov, Tereshkova, Armstrong!
Pero sin duda la «estrella del día» en Starmus fue el mítico y laureado cosmonauta soviético Alexéi Leonov, primer hombre que salió al espacio exterior para realizar una actividad extravehicular. En una breve pero profunda y emotiva intervención, la más aplaudida por los asistentes en la sesión del día, el gran Leonov destacó como un enorme logro este evento en España por parte de los organizadores de una iniciativa que por primera vez en la historia reúne tan destacados participantes relacionados con la exploración del espacio en un encuentro internacional del que se sentía honrado por haber colaborado en su promoción, sin olvidar el espíritu común que nos había traído hasta aquí: «Es Yuri Gagarin en realidad quien no ha reunido a todos», afirmó Leonov recordando a su inolvidable amigo Yura medio siglo después de su hazaña. [Disculpadnos una autorreferencia: ha sido un gran honor para quien escribe estas lineas poder estrechar ayer la mano de Alexéi Leonov]
Las sesiones del Starmus continuarán hasta el próximo viernes 25, con nuevas conferencias tan interesantes como las que hemos relacionado brevemente aquí. La sesión del último día contará con la asistencia de otros dos grandes personajes históricos pioneros del cosmos: nada menos que la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio, y Neil Armstrong, ciudadano estadounidense y primer hombre que puso el pie sobre la superficie de otro mundo.
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La primera foto de la Soyuz ‘Gagarin’ acoplada a la ISS
La nave Soyuz TMA-21 Gagarin, lanzada el pasado 4 de abril de 2011, acoplada al módulo Poisk del Segmento de la Federación de Rusia de la ISS. Sobre el módulo orbital de la Soyuz se distingue el logotipo de la misión con la efigie de Yuri Gagarin y la inscripción en ruso “URSS. 50 años del vuelo de Gagarin al espacio». [Foto vía: @Astro_Ron en twitpic]
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Las 10 mejores fotos del ‘Día de la Tierra’
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“Mientras sobrevolaba la Tierra en mi nave espacial, pude ver lo hermoso que es nuestro planeta. ¡Debemos conservar y proteger esta belleza, no destruirla!».
Yuri Alexéievich Gagarin (URSS, 1934-1968)
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Desde principios de la década de 1970 se celebra el ‘Día de la Tierra’ el 22 de abril, una iniciativa que surgió en Estados Unidos —paralelamente a la consolidación de los primeros movimientos por la defensa del medio ambiente— pero que a partir de ahí se extendió al resto del mundo. Con motivo de este acontecimiento internacional la NASA ha publicado en su web oficial una magnífica colección de 64 fotografías que representan diversos paisajes representativos del que sin duda es el planeta más hermoso del Sistema Solar. Algo de lo que quizá no somos conscientes cuando lo vemos a través de la dura realidad de su superfície, pero que adquiere valor a medida que nos alejamos… para obtener deslumbrantes visiones de sus paisajes y de su cromatismo, irrepetibles y sin parangón en otros mundos de nuestro entorno. El simpar estallido de color de nuestro planeta, generado durante millones de años por la vida, quedó plasmado para siempre en una sencilla pero expresiva frase pronunciada hace medio siglo por un ciudadano soviético que disfrutó del privilegio de ser el primero de nuestra especie en salir de la cuna de la humanidad y contemplar nuestro planeta azul y blanco en contraste con el negro azabache del espacio exterior: «La Tierra es hermosa». Y así es…
Amanecer de la Tierra sobre el horizonte de la Luna. Fotografía captada en órbita lunar por la tripulación de la misión Apolo 8 de la NASA en diciembre de 1968.
Acantilados y glaciares en la costa noroeste de Groenlandia
Delta del río Lena en el litoral Ártico de Siberia (Federación de Rusia)
Nuestra estrella se refleja en las aguas del océano. En primer plano, el brazo robótico del transbordador espacial ‘Endeavour’ (misión STS-77, 1996)
El tristemente famoso huracán Katrina domina el Golfo de México frente a los estados sureños de EEUU, Cuba y la península de Yucatán (México). Imagen del satélite GOES captada en 2005.
Lago Dangze Co en la meseta del Tíbet (República Popular China)
Salinas en Botswana (sur de África). Los tonos más rojizos y violáceos indican mayor concentración de salinidad en el agua.
La mítica Tombuctú en la actual república africana de Mali. El río que serpentea en la parte inferior de la imagen es el gran Níger, que atraviesa varios países del áfrica subsahariana occidental.
Un oasis de verdor junto a las orillas de un lago en la depresión de Uvs Nuur de Mongolia, en el Extremo Oriente de Asia.El volcán Cleveland (Alaska, EEUU) en plena erupción en 2006, tal y como se veía desde la órbita terrestre.
Estas han sido las diez imágenes que —si no las mejores— hemos considerado más de nuestro gusto de entre las 64 que ofrece el álbum especial de la NASA con motivo del ‘Día de la Tierra’ de 2011. Pero como «sobre gustos no hay nada escrito», recomendamos visitar la galería completa con todas y cada una de las 64 imágenes. Como bonus para cerrar esta entrada recuperamos una fotografía del satélite Terra que ya publicamos en un post de octubre de 2010 en ‘Ciudad futura’ pero que nunca dejará de sorprendernos…
Con todos ustedes, para celebrar el Día de la Tierra, el ‘planeta Agua’:
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Yuri Alexéievich Gagarin, héroe de la Unión Soviética, primer hombre en el espacio el 12 de abril de 1961. [Ilustración vía: ‘De Moscú al cosmos’, uno de los 202 sitios de la Yuriesfera]
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‘Ciudad futura’ desea a sus ciudadanos y amigos, y a todos los miembros de la Yuriesfera —la mayor nave del ‘planeta Gagarin’ en el ciberespacio—, un feliz Día de Yuri en el 50º Aniversario de la hazaña soviética del primer vuelo espacial tripulado…
Poyéjali! [«¡Vamos allá!»].
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La vida da muchas vueltas, Cady
En esta curiosa imagen superior podemos ver a la astronauta estadounidense Cady Coleman en una de las instalaciones del Cosmódromo ruso de Baikonur a finales del año pasado, hace tan solo unos meses. Quién le iba a decir hace unos años a esta coronel retirada de la US Air Force nacida en 1960 en Charleston (Carolina del Sur) que en 2011, 20 años después de la disolución de la URSS, iba a posar de esta guisa en el «marco incomparable» de una sala protagonizada por una roja bandera de Lenin, el fundador del Estado soviético y para muchos historiadores el personaje más influyente del siglo XX. Catherine Grace ‘Cady’ Coleman es una mujer sureña y risueña que ya en 1999 viajó al espacio a bordo del transbordador Columbia (véase a la derecha la foto oficial de la misión STS-93).
Eran otros tiempos y las imágenes, también diferentes: posaba con barras y estrellas a diestro y siniestro. Hoy Cady está en nuestra órbita recibiendo a un compatriota y dos cosmonautas ‘born in the USSR’, los nuevos tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS) tras el exitoso vuelo y atraque de la nave Soyuz TMA-21 que lleva el nombre de Yuri Gagarin. Y como éstos, Cady llegó a la ISS a bordo de una nave Soyuz de diseño soviético que asimismo lleva el nombre de la ‘Unión’… Soviética. Este año, con el próximo y último vuelo del shuttle Endeavour en abril, el país de Cady y de las barras y estrellas estará un poco más lejos de éstas. Nunca como ahora podría ser más apropiado el sabio refrán castellano aplicado a la carrera espacial estadounidense: «Quien a hierro mata, a hierro muere». Estados Unidos dará por finalizadas en 2011 sus misiones tripuladas al espacio y para que sus astronautas vuelen a la ISS el país de de la sureña y risueña Cady deberá seguir pagando el correspondiente pasaje en las naves Soyuz, un pasaje que es incluso más caro que el de los vuelos en clase business de nuestros #eurodiputadoscaraduras… pero ese es otro tema.
Texto: Paco Arnau / Ciudad futura • Imágenes: Cortesía de la NASA