Starmus: Un gran espacio para vivir el cosmos

Con escaso eco en los medios de comunicación y sin el apoyo institucional que se merecía un acontecimiento así, del 20 al 24 de julio (aa.i) se ha celebrado al sur de la isla canaria de Tenerife el ‘Starmus Festival’. Aunque los promotores del evento —a la cabeza de ellos el astrofísico de origen armenio afincado en Canarias Garik Israelian, miembro del IAC— le dieron un título que combinaba las palabras “star” y “music”, el eje central del programa de sesiones fue la astronomía, la astrofísica y la cosmonáutica para conmemorar el medio siglo de la hazaña soviética de Yuri Alexéievich Gagarin, el primer hombre en el espacio (1961-2011).

Sin olvidar, claro está, la «música de las estrellas», con la activa participación de Brian May, rara avis en el mundo del rock si tenemos en cuenta que el que fuera guitarrista de mítico grupo británico Queen es también astrofísico. May dió una de las conferencias del programa bajo el título “¿Qué estamos haciendo en el espacio?” y junto a la banda Tangerine Dream (con Pink Floyd a finales de los 60) ofreció el concierto de clausura con algunos temas inéditos que combinaban acordes musicales con ondas acústicas reales provenientes de estrellas como el Sol o Alfa Centauri; la unión de la música, la “expresión más abstracta del arte” con el sonido del cosmos… Un contundente “We will we will rock you!”, el famoso tema de Queen, hizo levantar de sus asientos a todos los asistentes al concierto, incluído al alma del Starmus en primera fila, el también mítico cosmonauta de la Unión Soviética Alexéi Leonov, primer hombre que flotó libremente en el espacio exterior en un paseo extravehicular de 10 minutos allá por 1965 (Vosjod 2) y comandante de la Soyuz en la primera misión conjunta soviético-estadounidense Apolo-Soyuz en 1975.

Un denso programa con un impresionante plantel de ponentes

Resulta difícil tan siquiera intentar resumir el denso programa de sesiones del Starmus. Hubo tardes en las que se relizaron hasta seis conferencias a cargo de figuras tan destacadas como los premios Nobel Jack Szostak (“El origen de la vida en la Tierra”) y George Smoot (“Señales desde el principio”) o los eminentes científicos y divulgadores Richard Dawkings, que nos habló sobre “Exobiología y religión” mostrando afablemente su desacuerdo (filosófico también) con la segunda parte del título de su conferencia; o Michel Mayor, de la Universidad de Ginebra, que nos ilustró sobre los “Planetas extrasolares” descubiertos en los últimos años, “muchos, muy variados y por todas partes”, vino a decir. Mayor también anunció que, gracias a la búsqueda selectiva de exoplanetas en marcha, próximamente serán descubiertos nuevos mundos similares al nuestro en regiones relativamente cercanas del universo. 

De izquierda a derecha: Claude Nicolier, Michel Mayor, Buzz Aldrin y Brian May

A este impresionante plantel hay que añadir los nombres de George Smith (co-inventor del dispositivo CCD de las cámaras digitales actuales), Kip Thorne (físico teórico del Instituto Caltech de EEUU), Robert Williams (presidente de la Unión Astronómica Internacional), Sami Solanki (director del Instituto Max Plank de Alemania), Adam Burrows (astrofísico de la prestigiosa Universidad de Princeton, en la que trabajó Albert Einstein hasta su muerte)… y muchos otros que sería prolijo relacionar con detalle; como George Smoot (Universidad de Berkeley), Leslie Sage (revista ‘Nature), Joseph Silk (Universidad de Oxford), entre otros… Todos ellos hicieron sus correspondientes presentaciones en este denso programa de conferencias del Starmus de sólo cinco días.

Otra destacada presencia fue la de la astrónoma estadounidense Jill Tarter, que intentó, a falta de respuestas verificables, dar pistas sobre una pregunta esencial —incluso existencial— que todos nos hemos hecho alguna vez: “Hay alguien ahí fuera?”. Contact, la novela del gran Carl Sagan también conocida por su versión cinematográfica protagonizada por la actriz Jodie Foster (doctora Arroway), está basada en la vida de Tarter, dedicada hasta hoy en cuerpo y alma a la búsqueda de señales inteligentes procedentes del espacio mediante el Proyecto SETI.

Juntos en el espacio

Coincidiendo con el 50º aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, el Starmus puso el también el acento en la presencia de destacados representantes de la Edad de Oro de la cosmonáutica, historia viva de una generación que abrío las puertas del espacio en las décadas de 1960 y 1970. No resulta exagerado afirmar que presenciamos un acontecimiento histórico en España que reunió por primera vez a pioneros del cosmos como el héroe estadounidense Neil Armstrong (Apolo 11), el primer hombre que puso el pie en otro mundo; Buzz Aldrin, quien acompañó a Armstrong en el primer alunizaje; el veterano cosmonauta soviético Victor Gorbatko, con varias misiones Soyuz y Salyut a sus espaldas (con él coincidimos en un funicular que llevaba a la costa atlántica del recinto y gritamos “poyéjali!” cuando arrancó); Bill Anders, que con la misión Apolo 8 llegó por primera vez a la órbita lunar; Jim Lovell, mundialmente conocido por la película ‘Apolo 13’ y la frase “Houston, tenemos un problema” en una difícil misión con final feliz; Charlie Duke, el décimo y último hombre que llegó a pisar la Luna en la misión Apolo 16… Otros menos veteranos como el astronauta de la ESA Claude Nicolier, que nos ilustró sobre los descubrimientos del telescopio espacial Hubble, o Yuri Baturin, cosmonauta soviético con varias expediciones a la Estación Orbital MIr también paticiparon en el Starmus. Echamos de menos a la primera mujer en el espacio, la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, que finalmente no pudo asistir. Acompañada en todo momento por Leonov, Nina Kotenkova, la viuda del ingeniero jefe del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, también participó en el Starmus.

Nina Ivánovna Kotenkova, viuda de Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial del URSS (izquierda), y Alexéi Leonov durante una entrevista en la sala de prensa del Starmus

Escenario del acto de homenaje a Yuri Gagarin «50 años en el espacio: Poyéjali» en el Palacio de congresos Magma de Tenerife el 24 de julio de 2011. Una foto que es historia viva de la carrera espacial entre las dos superpotencias, «la mejor y mayor Olimpiada de la historia» en palabras de Leonov: de izda. a dcha., la presentadora rusa del acto, Alexéi Leonov (Vosjod 2 y Apolo-Soyuz, URSS), Bill Anders (Apolo 8, EEUU), Victor Gorbatko (Soyuz-Salyut, URSS), Neil Armstrong (Apolo 11, EEUU), Jim Lovell (Apolo 13, EEUU) y Yuri Baturin (Soyuz-Mir, URSS)

Sin embargo, dos figuras descollaron entre todas y no sólo por la leyenda que les precedía, también por su impresionante calidad humana: Alexéi Leonov y Neil Armstrong. Lograr que el astronauta estadounidense viniera al Starmus no debió ser tarea fácil para la organización. Al contrario que su compañero lunar Aldrin (con el que no coincidió en el evento), Armstrong no alimenta su ego y vive alejado de reuniones públicas y medios desde hace décadas. Que viniera hasta España para “rendir tributo a los nobles hombres que antes fueron sus competidores”, refiriéndose a los cosmonautas soviéticos presentes, fue todo un logro. Armstrong es un tipo tímido y modesto y así nos consta: en los desplazamientos fue en autocar con los demás mortales (participantes, invitados y periodistas); brindó emocionado por Yuri Gagarin en la “cena de gala” del Starmus; destacó los logros de la URSS en el espacio, sin los cuales “no hubiera sido posible el programa Apolo”; se dejó fotografiar con aquéllos que se lo reclamaron a pesar de su evidente timidez… Modestia y generosidad, algo difícil de encontrar en personajes de su talla, son dos palabras que pueden definir con justicia a Armstrong tras conocerlo cara a cara.

Dos grandes pioneros, Leonov y Armstrong, durante la mesa redonda del Starmus «Descubre el cosmos y cambia el mundo». Este acto duró 108 minutos, exactamente el tiempo que duró la misión de Yuri Gagarin desde el lanzamiento de la Vostok 1 hasta el aterrizaje.

¿Qué decir de Alexéi Leonov? Se podría resumir en una sola frase que difundimos en las redes sociales durante las sesiones del Starmus: “Leonov no sólo tiene cara de buena persona, es una buena persona”… por su carácter e incansable trabajo y tenaz entrega. El organizador del evento, Garik Israelian, afirmó en la sesión inaugural que la implicación personal de Leonov fue decisiva para el éxito de la convocatoria. Durante las sesiones fuimos testigos de ello y de la envidiable energía de un hombre de 77 años que asistió a todas las sesiones, atendió a todo el mundo siempre con una sonrisa en la boca y hasta participó en el concierto de rock de cierre, donde los Tangerine Dream interpretaron un tema especialmente compuesto para él. Sólo una frase de «queja» pude escuchar de su boca una de la veces que coincidí con Leonov, y ésta fue en castellano, la lengua universal más apropiada para quejarse: “¡Mucho trabajo!”.

“Descubre el cosmos y cambia el mundo” fue el lema del Starmus. En consonancia con este lema que suscribimos, finalizamos esta reseña con un deseo reivindicado y compartido por Leonov y Armstrong: “Que el XXI sea el siglo en el que la humanidad destierre definitivamente las guerras”.

Texto y fotos: Paco Arnau / Ciudad futura

Leonov (derecha), su hija haciendo las veces de traductora durante la intervención de Buzz Aldrin y quien suscribe estas líneas (izquierda). [Foto: Javier Peláez]

Durante las sesiones del Starmus tuve el honor y el gran placer de conocer personalmente («desvirtualizar») a Javier Peláez (‘Irreductible’, a la izquierda) y a Antonio Martínez Ron (‘Aberrón’, en el centro), dos de los fundadores de Amazings.es, portal de divulgación de la ciencia y el pensamiento racional en el que ‘Ciudad futura’ colabora. [Foto: Alison Hughes]

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Leonov en el Starmus: «Yuri Gagarin nos ha traído aquí»

WISE: Un álbum del cosmos en infrarrojo

Imagen en espectro infrarrojo captada por el telescopio orbital WISE de la nebulosa California (NGC 1499, las bandas verdosas diagonales) y la estrella Menkib en la esquina superior izquierda (junto a la nube roja de polvo estelar), una de las tres más brillantes de la constelación de Perseo [+info e imágenes en alta resolución]

El telescopio espacial WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer) de la NASA, lanzado a una órbita terrestre polar en diciembre de 2009, no deja de sorprendernos con las imágenes del universo que nos envía desde que comenzara su misión. La particularidad de este ingenio orbital es que rastrea y capta fotografías en espectro infrarrojo gracias a sus cuatro detectores de un millón de píxeles cada uno, lo que permite obtener detalles hasta ahora nunca vistos. Para que esto sea posible, sus detectores de infrarrojos deben estar libres de interferencias causadas por la radiación que llega a nuestra órbita, razón por la que están ubicados en el interior de un tanque frigorífico con hidrógeno congelado en estado sólido a una temperatura de sólo 15ºC por encima del llamado cero absoluto —0ºK ó −273,15ºC—, la temperatura teórica más baja posible en el universo conocido. Pero ésta su principal virtud es también la razón por la que dejará de funcionar el próximo año, a medida que su refrigerador se vaya calentando. 

La constelación de Orión en espectro visible (izquierda) y en infrarrojo (derecha)

Mientras tanto, el WISE está enviando a los científicos y técnicos que trabajan en la misión millones de sorprendentes fotografías de galaxias, nebulosas, asteroides, cometas y otros cuerpos cósmicos en espectro infrarrojo que van completando un catálogo o mapa del universo a medida que avanza su misión. Muy recientemente, gran parte de estas imágenes han sido reunidas y puestas a disposición del público junto con otros recursos destinados al ámbito educativo o dirigidos más específicamente a astrónomos y aficionados, en este último caso por medio del Centro de Análisis y Procesamiento Infrarrojo de las imágenes de la misión WISE.

Ilustración del telescopio espacial WISE junto a a una imagen en infrarrojo de Edward Wright, el principal investigador de esta misión científica de la NASA.

Gracias al telescopio WISE han sido descubiertos decenas de cometas y miles de asteroides del Sistema Solar, algunos de ellos cercanos a la órbita de la Tierra. En esquina inferior derecha de la imagen, el objeto que vemos «no es un pájaro ni un avión», es el rastro que deja la trayectoria del asteroide 3540 Protesilaos en diferentes momentos de su órbita. La galaxia espiral azulada en esta misma imagen es Messier 74 (NGC 628), situada a más de 24 millones de años/luz de la Tierra. Se cree que en su centro puede haber un agujero negro con una masa equivalente a 10.000 veces la de nuestro Sol. [+info e imágenes en alta resolución]

Para obtener información detallada sobre la misión WISE, visualizar o descargar más imágenes en gran formato, acceder a más recursos o simplemente disfrutar con su impresionante galería multimedia con multitud de nuevas imágenes, recomendamos visitar el sitio web de WISE alojado en los servidores públicos californianos de la Universidad de Berkeley. 

Página de inicio: WISE • Wide-field Infrared Survey Explorer
Galería multimedia: WISE • Multimedia Gallery
Recursos educativos: WISE • Education & Outreach

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Elektro-L: Otra visión del mundo es posible

Un girasol del tamaño de la Tierra

El NST («Nuevo Telescopio Solar» por sus siglas en inglés) ha empezado a mostrarnos imágenes de nuestra estrella con la resolución más detallada en luz visible que jamás se haya alcanzado hasta ahora… y ello a pesar de que se trata de un telescopio ubicado en la superficie de nuestro planeta (cerca del lago Big Bear en los montes californianos de San Bernardino) a una distancia de 150 millones de kilómetros de su objetivo y con la atmósfera terrestre interpuesta. La imagen que os mostramos es una mancha solar que por su aspecto se asemeja a un girasol, flor que —como su propio nombre indica— sigue el movimiento de nuestra estrella… toda una feliz coincidencia.

Los detalles visibles más pequeños (píxeles) que muestra esta imagen captada el pasado 2 de julio de 2010 equivalen a 65 kilómetros (0,09 segundos de arco; véase zoom). La parte central oscura de la mancha, lo que se denomina umbra, corresponde a una zona más fría y, por tanto, mucho menos brillante que el resto de la superficie solar. En parámetros solares «zona fría» equivale a unos 3.500ºC, frente a los 5.800ºC de temperatura media de las celdas de gránulos de color amarillento que rodean a la mancha central; cada uno de estos gránulos, formados por plasma que procede del interior del Sol, tiene un tamaño aproximado de 1.000 km. Para hacernos una idea de las proporciones de las que estamos hablando, toda la Tierra es ligeramente más pequeña que esta mancha solar completa, incluyendo la umbra y la penumbra (los «pétalos» que rodean la zona central más oscura). En las condiciones más óptimas, el telescopio solar NST será capaz de obtener imágenes con una resolución de 45 km/píxel, sensiblemente mayor que la de ésta que hemos reproducido aquí (65 km/píxel). [Fuente principal: Ciel et espace (français)]

+info sobre el telescopio NST: BBSO (Big Bear Solar Observatory; English)

‘El dilema de Hawking’: Extendernos por el espacio o desaparecer

El respetado físico teórico británico Stephen William Hawking (Oxford, 1942) acaba de conceder una entrevista después de sus polémicas declaraciones el pasado abril acerca de las «consecuencias devastadoras» para la especie humana si estableciéramos contacto con posibles civilizaciones extraterrestres. Hawking, con 68 años en la actualidad, es mundialmente conocido por sus brillantes aportaciones y teorías científicas sobre el origen del Universo; plasmadas en obras como Historia del tiempo (1988) o —más recientemente— El Universo es una cáscara de nuez (2001). Reproducimos a continuación un resumen de sus últimas declaraciones a ‘Big think’, un sitio de internet cuyo objetivo primordial, al igual que Ciudad futura, es fomentar el libre intercambio y difusión de las ideas.

Fuente del texto reproducido en castellano: «Hawking: El hombre deberá colonizar el espacio en 200 años para sobrevivir» (CubaDebate)
Texto original y audición de las declaraciones de Hawking por medio de un sintetizador vocal (English): «Abandon Earth or Face Extinction» (Bigthink.com)
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La raza humana tendrá que colonizar el espacio en los próximos 200 años si no quiere desaparecer, según ha declarado el astrofísico británico Stephen Hawking en una entrevista publicada por el sitio de internet ‘Big think’.

“Pienso que el futuro de la raza humana a largo plazo está en el espacio. Será difícil evitar una catástrofe en el planeta Tierra en los cien próximos años, por no hablar de los próximos mil o los próximos millones de años”, declaró el científico a ‘Big think’, web que se describe como un “foro mundial que relaciona a la gente y a las ideas”. “La raza humana no debería apostar sólo por este planeta”, agregó Hawking.

“Veo grandes peligros para la raza humana. En muchas ocasiones en el pasado su supervivencia fue difícil”, añadió, mencionando en especial la famosa Crisis de los misiles de Cuba en 1963.

“La frecuencia de tales amenazas aumentará probablemente en el futuro. Tendremos necesidad de prudencia y juicio para manejarlas exitosamente. Soy optimista”, dijo Hawking.

Según él, “si podemos evitar una catástrofe en los próximos dos siglos, nuestra especie se salvará siempre y cuando nos despleguemos por el espacio”.

“Si somos los únicos seres inteligentes en nuestra Galaxia [Vía Láctea] tendremos que garantizar nuestra supervivencia”, dijo el científico, considerando que el aumento de la población mundial y los recursos limitados de la Tierra amenazarán cada vez más a la especie humana.

“Por esto estoy a favor de los vuelos tripulados al espacio”, indicó Stephen Hawking.

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Hubble: 20 años no es nada

«Yo adivino el parpadeo / de las luces que a lo lejos / van marcando mi retorno… […]
Que veinte años no es nada, / que febril la mirada, errante en las sombras, / te busca y te nombra»

Volver (tango de Carlos Gardel)

El Telescopio Espacial Hubble de la NASA cumple en 2010 veinte años en órbita. A lo largo de estas dos décadas de febril actividad el Hubble nos ha enviado miles de fotografías del Universo, muchas de ellas tan sorprendentes como la que os mostramos sobre estas líneas. NGC 4594 —también llamada por los astrónomos «Sombrero Galaxy»— es una galaxia de tipo espiral situada a una distancia de 28 millones de años/luz que desde la Tierra vemos de canto; de ahí su peculiar aspecto aplanado y su castizo nombre.

Se ha calculado que en el centro de la Galaxia del Sombrero debe haber un agujero negro con una masa equivalente a nada menos que mil millones de veces la masa de nuestro Sol. Esta fotografía en espectro infrarrojo fue captada en 2003, pero en realidad nos muestra esta galaxia tal y como era mucho antes de que existiera la especie humana. Su luz tarda 28 millones de años en llegar hasta nosotros.

Aunque «veinte años no es nada», sobre todo si los comparamos con esos 28 millones, la celebración en 2010 del vigésimo aniversario del Hubble puede ser una buen motivo para visitar la galería de imágenes de este gran ojo espacial de febril mirada que adivina el parpadeo de las luces a lo lejos y errante en las sombras las busca y las nombra.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futuraFoto: NASA/JPL HubbleSite

+info y galería de imágenes → HubbleSite Gallery

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Un cazador canadiense de neutrinos

Dentro de una antigua mina de Sudbury (Ontario, Canadá) está ubicado el complejo de investigación astrofísica SNOLAB. Una de sus instalaciones es el Observatorio de Neutrinos (ONS, en la imagen). Los neutrinos son partículas subatómicas con una masa tan ínfima —se ha calculado que menos de una milmillonésima parte de la masa de un átomo de hidrógeno— que pueden atravesar la materia ordinaria sin apenas perturbarla. La materia está «compuesta» en su mayor parte de vacío aunque nuestros ojos y nuestro cerebro (en primera instancia) no lo interpreten así.

Para evitar la interferencia de otras partículas cósmicas este peculiar observatorio no está situado en la superfície, sino nada menos que a dos kilómetros de profundidad en el interior de la corteza terrestre. La instalación ONS es básicamente un «cazador de neutrinos» capaz de detectar estas partículas producidas por las reacciones de fusión en el interior Sol y así poder analizar la composición del núcleo de nuestra estrella. La cubierta acrílica del ONS contiene un kilotón (1.000 toneladas) de agua pesada (D2O) que al reaccionar con los neutrinos hacen que se produzcan unos azulados destellos de radiación o luz Cherenkov, llamada así en honor del destacado miembro de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética Pável Alekséyevich Cherenkov (1904-1990), Premio Nobel de Física de 1958 por el descubrimiento e interpretación de este fenómeno. El primer detector orbital de partículas de estas características —Detector Cherenkov— fue uno de los equipos científicos instalados en el satélite Sputnik-3, lanzado por la URSS el mismo año en que Cherenkov recibiera el Nobel.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura [Imágenes: SNOLAB (Canadá)]

Entrada relacionada en Ciudad futura: Átomos interpretando su propio origen y evolución
+info:
snolab.ca (English)

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Átomos interpretando su propio origen y evolución

«Cuando llegue mi hora entraré en la nada, me disolveré en átomos, y ya está.
Hasta el día en que se termine todo: la Tierra, la galaxia, el Sistema Solar…
Eso ocurrirá, y no habrá dios que nos venga a proteger diciendo:
“¿Dónde están esos seres que he creado con tanto amor?”»

(José Saramago, 1922-2010. ‘In memoriam’)

La infografía que os presentamos a continuación, que representa las eras del Universo desde su inicio hasta nuestros días, ha sido realizada de acuerdo con la Teoría del Big Bang («Gran Explosión»), un modelo científico que trata de explicar el origen del Universo y su evolución posterior a partir de una «singularidad espacio-temporal de densidad infinita», tomando como base matemática las ecuaciones de la Relatividad General. Según estas teorías, desde el instante en que el espacio inició su expansión (Big Bang) y el tiempo comenzó su transcurso a partir de la «explosión» de esa singularidad «matemáticamente paradójica», la materia —y con ella todos los objetos astrofísicos— se está expandiendo de forma constante.

LA HISTORIA DEL TIEMPO: DESDE EL ‘BIG BANG’ HASTA NUESTROS DÍAS

El gráfico muestra de forma esquemática en las cuatro dimensiones que nosotros percibimos (las tres espaciales y la temporal) las diferentes fases de ese proceso desde el Big Bang hasta nuestros días, las así llamadas Eras del Universo. Aunque estamos hablando de conceptos espaciales y temporales comparativamente inabarcables para nuestro sistema de pensamiento cotidiano, más habituado a conceptos temporales como el de las edades históricas e incluso las eras geológicas, resulta curioso observar cómo —según esta teoría— el transcurso de las cuatro primeras eras del Universo desde la enigmática Era de Plank hasta la Era de las Partículas, pasando por la Era GUT (Grand Unified Theory, por sus siglas en inglés) y la Era Electrodébil, duró una milésima parte de un segundo. Un instante que nuestros sentidos serían incapaces de percibir y nuestro cerebro de interpretar. «Antes» de esas cuatro primeras Eras no había un antes. El tiempo, tal y como lo concebimos, carecía de dimensión alguna en una singularidad espacio-temporal donde nada acontecía.

El telescopio orbital europeo Plank nos ha enviado recientemente esta imagen. Aunque fue presentada de forma tan pomposa como inexacta por muchos medios de comunicación como «La primera fotografía completa del Universo», está en realidad protagonizada por nuestra propia galaxia, la Vía Láctea vista de canto, así como otros cuerpos celestes más o menos cercanos. Cuando, tras meses de trabajo, la división científica de la Agencia Espacial Europea (ESA) consiga «limpiar» y depurar estos datos gráficos (árboles que no nos dejan ver el bosque), seguramente podremos observar por primera vez  un mapa de 360º de la radiación cósmica de fondo de la materia prima del Universo, los primeros átomos de la Era que lleva su nombre. [Imagen: ESA-HFI-LFI consortia, julio de 2010]


La siguiente fase de esta historia universal fue la llamada Era de la Nucleosíntesis, breve lapso de apenas tres minutos de duración en el que una «ardiente sopa» de protones, neutrones, electrones y neutrinos dio paso a la Era de los Núcleos [«Nuclei» en el gráfico]. Así, durante 300.000 años el universo estuvo compuesto por un plasma muy caliente de núcleos de hidrógeno (deuterio), helio y electrones. Pasados esos tres centenares de miles de años el Universo se enfrío lo suficiente como para que los electrones y los núcleos empezaran a combinarse y así formar una materia prima de átomos (mayoritariamente de hidrógeno) que camparon a sus anchas por el Universo durante unos 1.000 millones de años [«1 billion years» en la infografía] de forma más o menos uniformemente distribuida. Estábamos en la Era de los Átomos. Con el paso de esta ya respetable cantidad de tiempo de un millar de millones de años, algunas regiones habitadas por esos átomos primigenios con una densidad de población ligeramente más elevada, adquirieron una fuerza gravitacional creciente y formaron nubes de gases, estrellas, galaxias y el resto de los cuerpos celestes que conocemos en la actualidad (una pequeña porción de todos ellos observables a simple vista), dando paso a la Era en que estamos desde hace varios miles de millones de años, bautizada con el sugerente nombre de Era de las Galaxias

Y éste es el tiempo actual. Un tiempo en el que amalgamas biológicas compuestas de órganos, células y moléculas formadas por aquellos mismos átomos de la Era anterior son capaces de observar, interpretar y teorizar su propio origen y posterior evolución espacio-temporal mediante instrumentos científicos, sondas espaciales y ecuaciones matemáticas.

Infografía: © Addison-Wesley Longman • Texto: Paco Arnau / Ciudad futura

+info: Beginning and End of the Universe (Prof. Karl Gebhardt)

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