El sueño de Tsiolkovski

El sueño de Tsiolkovski (música: Gustav Mahler y Dimitri Shostakovich)…

[youtube http://youtu.be/3m2svVegqgY&rel=0]

Tupolev TU-144 (URSS), el primer avión comercial supersónico de la historia

El Túpolev Tu-144 fue el primer aparato comercial supersónico de la historia de la aviación. La fabricación de sus unidades corrió a cargo de la Túpolev OKB (Opytno Konstruktórskoye Biuró, Oficina de Construcción y Diseño Túpolev), que tomó su nombre del laureado ingeniero aeroespacial soviético Andréi N. Túpolev. Aunque fuera denominado de forma bastante anacrónica Concordski por medios occidentales, el Tu-144 realizó su primer vuelo en 1968 desde la base aérea de Zhukovski (región de Moscú) en el año anterior al del primer vuelo de su único competidor —hasta la fecha— en la aviación supersónica de pasajeros, el Concorde franco-británico (también fuera de servicio en la actualidad). Entre los registros históricos del Tu-144 soviético está el haber sido el primer avión comercial que superó la barrera de la velocidad del sonido (Match 1), así como también el primero en duplicarla (Match 2), todo ello en 1969. Sus primeros vuelos comerciales, a cargo de la compañía soviética de bandera —Aeroflot— se efectuaron entre Moscú y Almá Atá (RSS de Kazajistán) en los años 70. El Tu-144 superaba en peso, tamaño, capacidad (140 pasajeros frente a 100) y velocidad (2.500 km/h frente a 2.405 km/h) al Concorde, aunque no así en cuanto a autonomía de vuelo (6.500 km de alcance máximo del avión soviético frente a 7.250 km del franco-británico). Se llegaron a construir 17 unidades operativas del Tu-144, cuyo peso máximo al despegue era de 180 toneladas. Este prodigio de la ingeniería aeroespacial soviética —sin parangón en los tiempos actuales— tenía una logitud de 65,70 m y una envergadura de 28,8 m. Sus enormes alas en forma de delta tenían una superficie de nada menos que 507 m². [Clic en la imagen superior para ampliarla. Foto: Alberto Storti / Airliners.net]

Unidad «CCCP-77112» (URSS-77112) del Tu-144 que se conserva actualmente en el Technikmuseum de Sinsheim (Estado federal de Baden-Wurtemberg, Alemania). En la imagen superior se pueden ver las toberas de los cuatro turborreactores de 20.000 kg de empuje cada uno que impulsaban esta aeronave soviética que podía volar hasta 18 km de altitud y 2.500 km/h. Además de su mayor tamaño y capacidad, otra de las diferencias entre el Concorde y el Tu-144 es que éste disponía de dos alerones delanteros —carnard— de geometría variable y retráctiles para aumentar la capacidad de elevación y maniobrabilidad en los despegues y aterrizajes, respectivamente. [Fotos: Gemeinde Sinsheim (superior) y Michail Jungierek (inferior)]

Unidad «CCCP-68001» (URSS-68001) del Tu-144 en fase de prototipo, primer aparato que realizó un vuelo civil supersónico en la historia de la aviación. Su primer vuelo fue el día 31 de diciembre de 1968 desde la base Zhukovski (URSS). Este aparato estaba dotado de 4 motores Kuznetsov NK-144 de 20.000 kg de empuje cada uno. La primera ruta comercial supersónica de la historia fue inaugurada entre Moscú y la ciudad centroasiática soviética de Almá Atá el 26 de diciembre de 1975. [Foto: Steve Williams; clic en la imagen para ampliar]

Soyuz: La nave de la Tierra

Presentamos en ‘Ciudad futura’ nuestra última colaboración publicada en Amazings.es

Referencias y enlaces relacionados:
Ilustración e infografía de la nave Soyuz TMA
https://ciudad-futura.net/2010/03/04/soyuz-tma/
Los colores de la Soyuz
https://ciudad-futura.net/2010/09/12/soyuz-color/
Soyuz TMA-01M: Eficiencia ruso-soviética y puntualidad ‘británica’
https://ciudad-futura.net/2010/10/11/soyuz-tma-01m_iss/
Vadim Lukashevich: Un gran Soyuz FG en 3D
https://ciudad-futura.net/2010/11/18/vadim-lukashevich_soyuz/
Apolo-Soyuz: Encuentro en órbita de dos mundos distintos y distantes
https://ciudad-futura.net/2010/07/17/35-astp/
Amazings: El círculo de tiza de Koroliov
http://amazings.es/2011/05/02/el-circulo-de-tiza-de-koroliov/
A los mandos de una Soyuz
https://ciudad-futura.net/2011/06/03/mandos-soyuz/
Infografía: Lanzador Soyuz FG
https://ciudad-futura.net/2010/02/22/soyuz-fg/
El resplandor de una Soyuz
https://ciudad-futura.net/2010/06/03/soyuz-tma-17/
Eureka: “Soyuz: La nave de la Unión”
http://danielmarin.blogspot.com/2007/11/soyuz-la-nave-de-la-unin-i.html
Reportaje gráfico en Yuriesfera.net: Soyuz TMA-21 ‘Gagarin’
http://www.yuriesfera.net/recursos/soyuz-gagarin/
PTK-NP: El relevo para la Soyuz cuando cumpla medio siglo
https://ciudad-futura.net/2010/09/24/ptk-np_ppts/
Publicado en Amazings.es: Soyuz: La nave de la Tierra

Burán: Cuando la Unión Soviética superó al transbordador espacial de EEUU

La presente entrada ha sido realizada conjuntamente para su publicación simultanea por Daniel Marín (Eureka) Iván Rivera (brucknerite) y Paco Arnau (Ciudad Futura). Vuestros comentarios serán bienvenidos en estos tres sitios adheridos a la Yuriesfera. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.

Con el cadáver de la lanzadera espacial de EEUU todavía caliente y el inevitable retorno de los vuelos tripulados a los vehículos con forma de cápsula no reutilizables, se ha hablado mucho acerca de cómo el shuttle era «más complejo de lo humanamente tratable». Dicho de otra forma: el empeño de la NASA en hacer volar sus lanzaderas a pesar de lo dificultoso de asegurar su correcto funcionamiento ¡y del precio de cada vuelo! era una tarea en el límite de lo posible. Si esto fuera cierto, más nos valdría asumir como inevitable el «paso atrás» de confiar todos los vuelos tripulados a las venerables y eficaces Soyuz (y a sus hermanas chinas, las Shenzhou), y esperar al nuevo vehículo americano de entre todos los contendientes posibles, la MPCV (ex Orión), la Dragon de SpaceX o la CST-100 de Boeing. Que, naturalmente para estos tiempos de «regreso al pasado», serán cápsulas tradicionales en el caso de que lleguen a volar.

Muchos de vosotros habréis oído hablar de la lanzadera soviética Burán. Los que hayáis visto fotografías o vídeos de su única misión habréis podido pensar que «los rusos» consiguieron unos planos del shuttle en un despiste de la CIA, se construyeron uno igual, le pintaron «CCCP» en las alas y lo desecharon cuando la Unión Soviética dejó de tener el cuerpo para fiestas –o para cualquier otra cosa. Os equivocáis en casi todo: Burán era efectivamente una copia aerodinámica del shuttle americano, pero al mismo tiempo era un vehículo muy diferente.

«Copiar» un sistema tan complejo como el transbordador espacial no es tarea fácil. En realidad es imposible si no desarrollamos antes las miles de complejas técnicas y tecnologías asociadas a su fabricación. De hecho, el sistema Burán fue la cumbre de la tecnología aeroespacial soviética. Nunca antes en la historia de la URSS —ni siquiera durante la carrera lunar— tantas personas y organizaciones colaboraron para diseñar un vehículo espacial. El Burán fue el proyecto espacial tripulado más caro y complejo de la historia del país.

Ilustraciones del transbordador espacial de EEUU ‘Atlantis’ (izquierda) y de la lanzadera soviética Burán (derecha) en pleno despegue. [Clic en la imagen para ampliar]

Es cierto que el Burán era exteriormente muy parecido al transbordador de la NASA, pero lo que poca gente sabe es que estas similitudes se debieron a un «capricho» de los militares soviéticos. El alto mando de la URSS entró en pánico cuando se enteró de que las Fuerzas Aéreas estadounidenses participarían en el proyecto del shuttle. La USAF tenía pensado usar el transbordador para llevar a cabo decenas de misiones militares al año, algunas desde la base de Vandenberg, en California. Nadie sabía para qué querían los militares estadounidenses un vehículo de estas características, pero había que estar preparado por si acaso. Eran los años de la Guerra Fría y de la política de la respuesta simétrica, que venía a ser algo como «si tú haces algo, yo también lo hago, pero mejor». Los ingenieros soviéticos consideraban que el shuttle era innecesariamente complejo y sugirieron usar otros diseños en principio más eficientes —sin éxito. Los militares, con el ministro de Defensa Dmitri Ustínov a la cabeza, querían su transbordador. Y lo iban a tener costase lo que costase.

Desde el primer momento los ingenieros soviéticos se vieron obligados a replicar la forma de la lanzadera estadounidense. A regañadientes: muchos veían ya en aquel shuttle en proyecto una máquina excesivamente compleja en comparación con el proyecto, en el tablero de diseño desde 1965, de un sistema de lanzadera exclusiva para tripulaciones más pequeña y sencilla denominada Spiral. Sin embargo, los requisitos del ejército no eran algo para ser ignorado; y no existen muchas configuraciones posibles para un «camión espacial». Un ejemplo muestra hasta qué punto la cúpula militar soviética no estaba dispuesta a conformarse con menos que sus homólogos americanos: las famosas alas en doble delta de la lanzadera. Éstas vienen impuestas por un interesante requisito de la USAF: poder lanzar una misión en órbita polar desde la base de Vandenberg, lanzar alguna carga secreta desde la bodega de carga y volver tras una sola órbita, para aprovechar el factor sorpresa de cara al enemigo. Sin embargo, ¡la Tierra gira! Al iniciar su reentrada, la lanzadera se encontraría a alrededor de 2000 kilómetros al oeste de Vandenberg, distancia que tendría que ser cubierta virando y planeando, ya que el transbordador desciende sin motor alguno. La primera versión del transbordador americano tenía unas alas pequeñas, cortas y rectas. Los militares impusieron unas alas grandes con capacidad suficiente para ejecutar un tipo de misión que nunca se llevó a cabo, pero que obligó a reforzar la capacidad de los propulsores auxiliares para elevar todo ese peso muerto hasta la órbita.

Diferentes vistas 3D de la lanzadera orbital Burán y del cohete Energía con el emblema oficial de este programa espacial de la Unión Soviética. [Clic en la imagen para ampliar]

Otros sistemas debieron su configuración a una combinación del «y yo más» de los militares con las leyes de la Física: la distribución del escudo térmico, la forma del morro, las compuertas dorsales… Al final, los ingenieros soviéticos copiaron absolutamente todo lo que, de todas formas, tenía que ser así para obtener una nave con un perfil de misiones oponible punto por punto al del transbordador americano: más militar que civil, flexible en tipos de cargas secretas, maniobrable en órbita para sorprender al enemigo y con capacidad de aterrizaje en diferentes pistas. Eso —y no la pacífica nave científica que ha quedado para las hagiografías— era el shuttle. Hasta que los costes no previstos y la pérdida de dos tripulaciones completas hizo a la NASA entrar en razón. Eso, no lo olvidemos, era también Burán. Y sin embargo… Sigue leyendo

Un póster italiano de 1961, el año de Gagarin

Cartel editado por el PCI (Partito Comunista Italiano) en 1961 que no requiere ser traducido. Este póster —dotado de una contudente fuerza expresiva— conmemoraba el 44º aniversario de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia y al mismo tiempo celebraba la hazaña soviética de Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, en el mismo año en que fue impreso.

Enlaces relacionados en la Yuriesfera:
‘Back in the USSR’: El país de Gagarin
Carteles: El cosmos de Gagarin en las artes gráficas

Starmus: Un gran espacio para vivir el cosmos

Con escaso eco en los medios de comunicación y sin el apoyo institucional que se merecía un acontecimiento así, del 20 al 24 de julio (aa.i) se ha celebrado al sur de la isla canaria de Tenerife el ‘Starmus Festival’. Aunque los promotores del evento —a la cabeza de ellos el astrofísico de origen armenio afincado en Canarias Garik Israelian, miembro del IAC— le dieron un título que combinaba las palabras “star” y “music”, el eje central del programa de sesiones fue la astronomía, la astrofísica y la cosmonáutica para conmemorar el medio siglo de la hazaña soviética de Yuri Alexéievich Gagarin, el primer hombre en el espacio (1961-2011).

Sin olvidar, claro está, la «música de las estrellas», con la activa participación de Brian May, rara avis en el mundo del rock si tenemos en cuenta que el que fuera guitarrista de mítico grupo británico Queen es también astrofísico. May dió una de las conferencias del programa bajo el título “¿Qué estamos haciendo en el espacio?” y junto a la banda Tangerine Dream (con Pink Floyd a finales de los 60) ofreció el concierto de clausura con algunos temas inéditos que combinaban acordes musicales con ondas acústicas reales provenientes de estrellas como el Sol o Alfa Centauri; la unión de la música, la “expresión más abstracta del arte” con el sonido del cosmos… Un contundente “We will we will rock you!”, el famoso tema de Queen, hizo levantar de sus asientos a todos los asistentes al concierto, incluído al alma del Starmus en primera fila, el también mítico cosmonauta de la Unión Soviética Alexéi Leonov, primer hombre que flotó libremente en el espacio exterior en un paseo extravehicular de 10 minutos allá por 1965 (Vosjod 2) y comandante de la Soyuz en la primera misión conjunta soviético-estadounidense Apolo-Soyuz en 1975.

Un denso programa con un impresionante plantel de ponentes

Resulta difícil tan siquiera intentar resumir el denso programa de sesiones del Starmus. Hubo tardes en las que se relizaron hasta seis conferencias a cargo de figuras tan destacadas como los premios Nobel Jack Szostak (“El origen de la vida en la Tierra”) y George Smoot (“Señales desde el principio”) o los eminentes científicos y divulgadores Richard Dawkings, que nos habló sobre “Exobiología y religión” mostrando afablemente su desacuerdo (filosófico también) con la segunda parte del título de su conferencia; o Michel Mayor, de la Universidad de Ginebra, que nos ilustró sobre los “Planetas extrasolares” descubiertos en los últimos años, “muchos, muy variados y por todas partes”, vino a decir. Mayor también anunció que, gracias a la búsqueda selectiva de exoplanetas en marcha, próximamente serán descubiertos nuevos mundos similares al nuestro en regiones relativamente cercanas del universo. 

De izquierda a derecha: Claude Nicolier, Michel Mayor, Buzz Aldrin y Brian May

A este impresionante plantel hay que añadir los nombres de George Smith (co-inventor del dispositivo CCD de las cámaras digitales actuales), Kip Thorne (físico teórico del Instituto Caltech de EEUU), Robert Williams (presidente de la Unión Astronómica Internacional), Sami Solanki (director del Instituto Max Plank de Alemania), Adam Burrows (astrofísico de la prestigiosa Universidad de Princeton, en la que trabajó Albert Einstein hasta su muerte)… y muchos otros que sería prolijo relacionar con detalle; como George Smoot (Universidad de Berkeley), Leslie Sage (revista ‘Nature), Joseph Silk (Universidad de Oxford), entre otros… Todos ellos hicieron sus correspondientes presentaciones en este denso programa de conferencias del Starmus de sólo cinco días.

Otra destacada presencia fue la de la astrónoma estadounidense Jill Tarter, que intentó, a falta de respuestas verificables, dar pistas sobre una pregunta esencial —incluso existencial— que todos nos hemos hecho alguna vez: “Hay alguien ahí fuera?”. Contact, la novela del gran Carl Sagan también conocida por su versión cinematográfica protagonizada por la actriz Jodie Foster (doctora Arroway), está basada en la vida de Tarter, dedicada hasta hoy en cuerpo y alma a la búsqueda de señales inteligentes procedentes del espacio mediante el Proyecto SETI.

Juntos en el espacio

Coincidiendo con el 50º aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, el Starmus puso el también el acento en la presencia de destacados representantes de la Edad de Oro de la cosmonáutica, historia viva de una generación que abrío las puertas del espacio en las décadas de 1960 y 1970. No resulta exagerado afirmar que presenciamos un acontecimiento histórico en España que reunió por primera vez a pioneros del cosmos como el héroe estadounidense Neil Armstrong (Apolo 11), el primer hombre que puso el pie en otro mundo; Buzz Aldrin, quien acompañó a Armstrong en el primer alunizaje; el veterano cosmonauta soviético Victor Gorbatko, con varias misiones Soyuz y Salyut a sus espaldas (con él coincidimos en un funicular que llevaba a la costa atlántica del recinto y gritamos “poyéjali!” cuando arrancó); Bill Anders, que con la misión Apolo 8 llegó por primera vez a la órbita lunar; Jim Lovell, mundialmente conocido por la película ‘Apolo 13’ y la frase “Houston, tenemos un problema” en una difícil misión con final feliz; Charlie Duke, el décimo y último hombre que llegó a pisar la Luna en la misión Apolo 16… Otros menos veteranos como el astronauta de la ESA Claude Nicolier, que nos ilustró sobre los descubrimientos del telescopio espacial Hubble, o Yuri Baturin, cosmonauta soviético con varias expediciones a la Estación Orbital MIr también paticiparon en el Starmus. Echamos de menos a la primera mujer en el espacio, la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, que finalmente no pudo asistir. Acompañada en todo momento por Leonov, Nina Kotenkova, la viuda del ingeniero jefe del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, también participó en el Starmus.

Nina Ivánovna Kotenkova, viuda de Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial del URSS (izquierda), y Alexéi Leonov durante una entrevista en la sala de prensa del Starmus

Escenario del acto de homenaje a Yuri Gagarin «50 años en el espacio: Poyéjali» en el Palacio de congresos Magma de Tenerife el 24 de julio de 2011. Una foto que es historia viva de la carrera espacial entre las dos superpotencias, «la mejor y mayor Olimpiada de la historia» en palabras de Leonov: de izda. a dcha., la presentadora rusa del acto, Alexéi Leonov (Vosjod 2 y Apolo-Soyuz, URSS), Bill Anders (Apolo 8, EEUU), Victor Gorbatko (Soyuz-Salyut, URSS), Neil Armstrong (Apolo 11, EEUU), Jim Lovell (Apolo 13, EEUU) y Yuri Baturin (Soyuz-Mir, URSS)

Sin embargo, dos figuras descollaron entre todas y no sólo por la leyenda que les precedía, también por su impresionante calidad humana: Alexéi Leonov y Neil Armstrong. Lograr que el astronauta estadounidense viniera al Starmus no debió ser tarea fácil para la organización. Al contrario que su compañero lunar Aldrin (con el que no coincidió en el evento), Armstrong no alimenta su ego y vive alejado de reuniones públicas y medios desde hace décadas. Que viniera hasta España para “rendir tributo a los nobles hombres que antes fueron sus competidores”, refiriéndose a los cosmonautas soviéticos presentes, fue todo un logro. Armstrong es un tipo tímido y modesto y así nos consta: en los desplazamientos fue en autocar con los demás mortales (participantes, invitados y periodistas); brindó emocionado por Yuri Gagarin en la “cena de gala” del Starmus; destacó los logros de la URSS en el espacio, sin los cuales “no hubiera sido posible el programa Apolo”; se dejó fotografiar con aquéllos que se lo reclamaron a pesar de su evidente timidez… Modestia y generosidad, algo difícil de encontrar en personajes de su talla, son dos palabras que pueden definir con justicia a Armstrong tras conocerlo cara a cara.

Dos grandes pioneros, Leonov y Armstrong, durante la mesa redonda del Starmus «Descubre el cosmos y cambia el mundo». Este acto duró 108 minutos, exactamente el tiempo que duró la misión de Yuri Gagarin desde el lanzamiento de la Vostok 1 hasta el aterrizaje.

¿Qué decir de Alexéi Leonov? Se podría resumir en una sola frase que difundimos en las redes sociales durante las sesiones del Starmus: “Leonov no sólo tiene cara de buena persona, es una buena persona”… por su carácter e incansable trabajo y tenaz entrega. El organizador del evento, Garik Israelian, afirmó en la sesión inaugural que la implicación personal de Leonov fue decisiva para el éxito de la convocatoria. Durante las sesiones fuimos testigos de ello y de la envidiable energía de un hombre de 77 años que asistió a todas las sesiones, atendió a todo el mundo siempre con una sonrisa en la boca y hasta participó en el concierto de rock de cierre, donde los Tangerine Dream interpretaron un tema especialmente compuesto para él. Sólo una frase de «queja» pude escuchar de su boca una de la veces que coincidí con Leonov, y ésta fue en castellano, la lengua universal más apropiada para quejarse: “¡Mucho trabajo!”.

“Descubre el cosmos y cambia el mundo” fue el lema del Starmus. En consonancia con este lema que suscribimos, finalizamos esta reseña con un deseo reivindicado y compartido por Leonov y Armstrong: “Que el XXI sea el siglo en el que la humanidad destierre definitivamente las guerras”.

Texto y fotos: Paco Arnau / Ciudad futura

Leonov (derecha), su hija haciendo las veces de traductora durante la intervención de Buzz Aldrin y quien suscribe estas líneas (izquierda). [Foto: Javier Peláez]

Durante las sesiones del Starmus tuve el honor y el gran placer de conocer personalmente («desvirtualizar») a Javier Peláez (‘Irreductible’, a la izquierda) y a Antonio Martínez Ron (‘Aberrón’, en el centro), dos de los fundadores de Amazings.es, portal de divulgación de la ciencia y el pensamiento racional en el que ‘Ciudad futura’ colabora. [Foto: Alison Hughes]

Entrada relacionada en Ciudad futura:
Leonov en el Starmus: «Yuri Gagarin nos ha traído aquí»

Leonov en el Starmus: «Yuri Gagarin nos ha traído aquí»

Tenerife, 21/06/2011.— Del 20 al 25 de junio de 2011 se está celebrando en el sur de Tenerife (Islas Canarias) Starmus, un encuentro internacional que reúne diversas disciplinas científicas relacionadas con la astronomía y la cosmonáutica, así como con la cultura, el arte y la música, bajo el esperanzador lema —más en unos tiempos tan atribulados como estos— «Descubre el cosmos y cambia el mundo». El «Tributo a Yuri Gagarin», ciudadano soviético y del mundo y primer cosmonauta de la historia de la humanidad es el eje central de este acontecimiento que se celebra en el año del 50º Aniversario del vuelo de la Vostok 1 y coincide, además, con el evento astronómico del solsticio de verano.

Ayer, 20 de junio, se realizó la primera sesión del Starmus. Hicieron sus presentaciones personajes de la talla de Claude Nicolier (astrofísico, astronauta de la ESA), quien en la rueda de prensa, preguntado sobre el futuro del programa espacial tripulado de la NASA y la próxima retirada de los transbordadores espaciales, declaro que «los shuttle han sido vehículos costosos y peligrosos» y que la NASA se va a concentrar en misiones [no tripuladas, suponemos] más allá de nuestra órbita baja. Nicolier también habló de vida en el cosmos y de que ésta no tiene por qué ser un fenómeno peculiar de nuestro planeta a pesar de que «la materia en el universo está muy dispersa».

Michel Mayor (astrofísico de la Universidad de Ginebra, Suiza), hablando sobre exobiología y citando al filósofo griego Epicuro («¿Y si hay vida en esos planetas?»), afirmó que «podrían existir condiciones para la vida en Marte» […] «incluso el primer paso de la vida se podría haber dado en el planeta rojo»; además, en cuanto a la búsqueda de exoplanetas con condiciones de habitabilidad para organismos biológicos, Mayor dijo que —concentrando la búsqueda en un catálogo de «estrellas candidatas» en regiones cercanas de nuestra galaxia— va a ser posible en un plazo razonable encontrar más mundos similares a la Tierra a una distancia relativamente cercana al Sistema Solar; específicamemente destacó como una de estos cuerpos extrasolares candidatos para la búsqueda a HD85512B.

Jill Tarter, astrónoma estadounidense que inspiró el personaje protagonista de Contact (Ellie Arroway en la magnífica obra de ciencia ficción de Carl Sagan, llevada al cine), habló sobre el proyecto SETI y la búsqueda y recepción de posible señales inteligentes procedentes del cosmos, disciplina que definió como «la arqueología del futuro».

‘La URSS y EEUU empatamos y ahora gana China’

El astronauta de la NASA Buzz Aldrin (quien acompaño a Neil Armstrong en el descenso a la Luna en la histórica misión Apolo 11 en 1969), en el estilo peculiar, dicharachero y «políticamente incorrecto» que lo caracteriza, afirmó que «tras la misión Apolo-Soyuz en 1975 se dijo que la carrera espacial entre las dos grandes superpotencias había acabado y dado paso a una nueva época de colaboración. En esa competición la URSS y EEUU empatamos… ahora ganan los chinos». También expresó como una de las dos cosas de las que «se arrepentía» en su carrera como astronauta, es de que la NASA, tras la cancelación del programa Apolo, concentrara todos sus esfuerzos en los transbordadores espaciales y no así en cápsulas orbitales tripuladas. Interpretamos que quizá en referencia a la situación actual y de que a partir del mes que viene Estados Unidos dejará de tener capacidad de realizar misiones espaciales tripuladas a la Estación Espacial Internacional o a cualquier o otro lugar, pasando a depender de las Soyuz de diseño soviético, naves contemporáneas de las antiguas Apolo. También habló de que, superada la fase anterior de competencia, con grandes logros: «Al principio, nuestro reto fue dar la impresión de que EEUU podía hacer frente a los grandes avances de la URSS en la carrera espacial»; es necesario actualmente un «liderazgo conjunto, compartido» para llevar adelante los retos de la exploración del espacio en nuestros días.

¡Leonov, Tereshkova, Armstrong!

Pero sin duda la «estrella del día» en Starmus fue el mítico y laureado cosmonauta soviético Alexéi Leonov, primer hombre que salió al espacio exterior para realizar una actividad extravehicular. En una breve pero profunda y emotiva intervención, la más aplaudida por los asistentes en la sesión del día, el gran Leonov destacó como un enorme logro este evento en España por parte de los organizadores de una iniciativa que por primera vez en la historia reúne tan destacados participantes relacionados con la exploración del espacio en un encuentro internacional del que se sentía honrado por haber colaborado en su promoción, sin olvidar el espíritu común que nos había traído hasta aquí: «Es Yuri Gagarin en realidad quien no ha reunido a todos», afirmó Leonov recordando a su inolvidable amigo Yura medio siglo después de su hazaña. [Disculpadnos una autorreferencia: ha sido un gran honor para quien escribe estas lineas poder estrechar ayer la mano de Alexéi Leonov]

Las sesiones del Starmus continuarán hasta el próximo viernes 25, con nuevas conferencias tan interesantes como las que hemos relacionado brevemente aquí. La sesión del último día contará con la asistencia de otros dos grandes personajes históricos pioneros del cosmos: nada menos que la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio, y Neil Armstrong, ciudadano estadounidense y primer hombre que puso el pie sobre la superficie de otro mundo.

Enlaces relacionados:
La Yuriesfera
Starmus Festival 

 

Poyéjali, Valentina!, pionera del cosmos

En este año que conmemoramos el 50º aniversario de la hazaña de Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, no olvidamos tampoco que tal día como ayer, el 16 de junio de 1963, la también ciudadana soviética Valentina Vladimirovna Tereshkova fue la primera mujer en alcanzar la órbita de nuestro planeta a bordo de la nave Vostok 6. Sirva como modesto homenaje a Valentina Tereshkova, a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y a las mujeres pioneras del cosmos este vídeo, cuya banda sonora es «La varsoviana» [conocido en su versión española como «A las barricadas»], la versión rusa de un sonoro, evocador y bello himno revolucionario europeo a cargo de los Coros del Ejército Rojo. Poyéjali, Valentina!

[youtube http://youtu.be/tOgh3H2aLb4&rel=0]

Vídeo: Roscosmos (Agencia Cosmonáutica Federal de Rusia) • Vía: @gabriel_hgs

A los mandos de una Soyuz

Panel de control del módulo de Descenso de una nave orbital Soyuz TMA.
[Foto: MilanNN / Russian AviaPhoto Team • Clic en la imagen para ampliar]

Entradas relacionadas en Ciudad futura: Etiqueta ‘Soyuz’

 

Luna roja

En los años 60 del siglo XX tuvo lugar un acontecimiento único en la historia de la humanidad. Espoleadas por su enfrentamiento mundial en plena Guerra Fría, las dos superpotencias decidieron llevar su rivalidad al espacio con el fin de intentar poner un hombre en la Luna. La competición finalizaría cuando Neil Armstrong puso un pie en el Mar de la Tranquilidad en julio de 1969. Durante años, la Unión Soviética negó que hubiese participado en la carrera lunar y muchos pensaron que Estados Unidos había competido en solitario. Pero estaban equivocados. La URSS se esforzó por adelantarse al programa Apolo de la NASA… aunque no se puede decir que lo intentara con todas sus fuerzas. Ésta es la historia del programa lunar soviético.

Esta entrada ha sido realizada conjuntamente por Daniel Marín (Eureka) y Paco Arnau (Ciudad Futura). Vuestros comentarios serán bienvenidos en ambos sitios. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.

Viajar a la Luna

En 1960, la oficina de diseño OKB-1 del mítico ingeniero jefe Serguéi Pávlovich Koroliov había conseguido lo inimaginable. En el transcurso de sólo tres años fue capaz de poner en órbita el primer satélite artificial de la Tierra (el Sputnik), el primer ser vivo en el espacio (Laika) y las primeras sondas hacia la Luna, entre otros muchos logros. El siguiente objetivo era lanzar un hombre al espacio y para ello estaba diseñando un nuevo tipo de nave, la Vostok 3KA (Восток, «oriente»). Todos estos éxitos eran el resultado directo de la enorme potencia del cohete R-7 Semiorka, el primer misil intercontinental de la historia, también obra de Koroliov.

En realidad, en un principio el gobierno soviético no había mostrado ningún interés especial en explorar el espacio. El trabajo de Koroliov debía limitarse a diseñar misiles para los militares, que eran los que pagaban las costosas facturas del proyecto. Pero la impresionante repercusión mediática del Sputnik pronto hizo cambiar de opinión a Jruschov, quien vio en las hazañas espaciales una magnífica oportunidad para promocionar los triunfos del modelo soviético en el mundo entero. Al otro lado del Atlántico, los políticos estadounidenses llegaron a la misma conclusión, aunque quizás un poco más tarde. El espacio se había convertido en el nuevo campo de batalla mediático de la Guerra Fría.

Gagarin y el Apolo

El 12 de abril de 1961 despegaba la primera nave tripulada de la humanidad, la Vostok 1. El vuelo de Yuri Gagarin desataría una serie de acontecimientos que cambiarían la historia de la exploración del espacio para siempre. A veces se habla del «momento Sputnik» para definir la sensación de impotencia y humillación que sufrió EEUU cuando la URSS se les adelantó a la hora de poner en órbita el primer satélite artificial. Sin embargo, el «momento Gagarin» fue mucho peor. En esta ocasión, los estadounidenses no podían esgrimir la excusa de que el lanzamiento les había cogido por sorpresa.

El gobierno norteamericano había creado en 1958 una agencia espacial civil, la NASA, con el objetivo expreso de ganar a «los rusos» en la carrera por poner un hombre en órbita. La conmoción en todo el país fue mayúscula. Quizás, después de todo, la URSS era una nación mucho más avanzada tecnológicamente y no había nada que hacer al respecto.

Intentando refutar esta idea, el 25 de mayo de 1961 el presidente John F. Kennedy pronunció su famoso discurso ante el Congreso de EEUU, embarcando a toda la nación en una aventura increíble. “Antes de que termine la década”, anuncia Kennedy, “pondremos un hombre en la superficie lunar y lo traeremos de vuelta sano y salvo”. Un desafío simple a la vez que ambicioso. Visto desde la perspectiva actual, el discurso de Kennedy quizás no parezca demasiado revolucionario, pero hay que tener en cuenta que en el momento de pronunciarlo ningún ciudadano estadounidense había alcanzado la órbita terrestre. 

Kennedy había lanzado el reto y ahora había que llevarlo a cabo. Poco después, la NASA aprobaría el programa Apolo para poner un hombre en la Luna. Nadie sabía cuál sería la respuesta soviética… aunque estaba claro que aceptarían el desafío.  Sigue leyendo