#15M y #20N: Sigamos atentos

Esta semana que llega a su fin ha sido intensa para quienes somos ciudadanos indignados, también llamado #15M para abreviar. El ministro del Interior de un agónico gobierno del PSOE (Camacho) y su delegada en Madrid (Carrión) ordenaron la ocupación ilegal del simbólico espacio público de la madrileña Puerta del Sol por parte de fuerzas policiales haciendo uso de medios represivos. La quiebra del Estado del Bienestar que defienden con recortes sociales los adalides de la «modernidad» del partido único del capitalismo (PPSOE) y su fondo de reptiles mediático, nos está llevando de cabeza a un Estado policial que se asemeja de facto a épocas pasadas aún frescas en nuestra memoria histórica. La respuesta ciudadana en Madrid, de nuevo, ha dado al traste con los planes gubernamentales que pretendían «resolver el asunto» con los contundentes «argumentos» de las porras y la Puerta del Sol es de nuevo un espacio de todos donde se puede ejercer el derecho a la libre circulación de las personas. Extraño reino éste en el que han de ser sus súbditos quienes aseguren el cumplimiento de las leyes básicas mientras su rey regatea favores en el litoral Mediterráneo y su Gobierno, una y otra vez, incumple de forma ostensible y alevosa derechos fundamentales.

Culminadas las reformas laborales y de la negociación colectiva y el recorte de las pensiones para rematar la agresión a los salarios y derechos de los trabajadores y los pensionistas al albur de una crisis que está sirviendo para que los más millonarios sean más millonarios y la todopoderosa banca privada española siga acumulando beneficios, el gobierno actual ya no da más de sí. Su amo Botín ha decidido adelantar la convocatoria de elecciones generales. Con esta decisión el poder económico no pretende ningún cambio, sino un recambio, como cuando se agota una batería. Los candidatos en liza del poder económico, con una ley electoral que distorsiona el voto ciudadano en detrimento de la izquierda parlamentaria actual o de otras fuerzas políticas más pequeñas, tienen apellidos que empiezan por «R» y no se afeitan por las mañanas… pero hay una «gran diferencia» entre ellos: uno de los dos tiene menos pelo sobre su cabeza. Hasta ahí las diferencias…

#nolesvotes en versión original

Ellos son iguales pero no todos son iguales. De cara al 20 de noviembre seguiremos insistiendo en que #nolesvotes —en su versión original, no la inventada por el ínclito Pedro Jota y sus tontos útiles voluntarios o involuntarios en las redes sociales— no significa abstenerse o votar nulo o en blanco, sino votar a otros que no sean PP, PSOE o sus eventuales socios de la derecha nacionalista. Ese «supremo esfuerzo» de ir a las urnas es más importante de lo que algunos creen. Al recambio que representa el PP, cuyos votantes sí son disciplinados y no se andan por las ramas, le interesa una fuerte abstención de posibles votantes teóricamente adversarios.

En España y en cualquier otro país de nuestro entorno tan válidas son unas elecciones con un 20% de abstención como unas con un 60% de abstencionistas; eso no pone en cuestión ningún sistema electoral (EEUU es un buen ejemplo de ello desde hace décadas). Que no nos engañen: a medida que se acerque la fecha del 20 de noviembre la campaña abstencionista «desde dentro» y desde fuera del movimiento #15M se va a recrudecer. En todo movimiento amplio y unitario hay de todo (y así debe ser), incluso personas que por acción u omisión le hacen el caldo gordo al bipartidismo y al PP promoviendo un abstencionismo supuestamente «apolítico» (lo llaman apartidismo y no lo es) con trasnochados mensajes populistas o místicos, ahora en versión 2.0 travestidos de «neuropolítica» new age o espiritualismo lamaísta. Sigamos atentos.

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La estación de ‘Sol’ no está en el centro

De igual forma que el universo real no gira en torno a la Tierra —a pesar de que doctrinas religiosas propalaron tal creencia falsa durante siglos—, nuestra estrella, el Sol, tampoco es el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Tanto el geocentrismo como el heliocentrismo, en este sentido, son igual de erróneos si nos atenemos a la realidad de nuestro entorno más cercano: una galaxia entre las miles y miles de millones que conforman el inmenso Cosmos, «más que granos de arena en todas las playas». El Sistema Solar está ubicado en el llamado Espolón de Orión del brazo de Sagitario de la Vía Láctea, una galaxia con una morfología de aspecto espiral. Tomando como centro de sus coordenadas al Sol, nos encontramos en una región de la Rama o Espolón de Orión del Brazo de Sagitario situada a más de 25.000 años/luz del verdadero núcleo galáctico y a unos 7.000 años/luz de otro de sus brazos espirales principales, el de Perseo. Si la Vía Láctea fuera el sistema de transporte metropolitano de una ciudad como Madrid, la estación de Sol («Puerta del Sol») no estaría en el centro geográfico, como podemos ver en la ilustración superior a cargo del diseñador gráfico Samuel Arbesman. A continuación podéis ver otra imagen, realizada por R. Hurt para el Instituto de Tecnología de California (JPL/NASA), que representa a la Vía Láctea vista desde fuera en un plano perpendicular. Giramos en torno a un núcleo que no conocemos en profundidad. Posiblemente se trata de un agujero negro.

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Burán: Cuando la Unión Soviética superó al transbordador espacial de EEUU

La presente entrada ha sido realizada conjuntamente para su publicación simultanea por Daniel Marín (Eureka) Iván Rivera (brucknerite) y Paco Arnau (Ciudad Futura). Vuestros comentarios serán bienvenidos en estos tres sitios adheridos a la Yuriesfera. Este trabajo común parte de nuestra convicción de que la Red debe servir para colaborar y compartir ideas, conocimientos e iniciativas.

Con el cadáver de la lanzadera espacial de EEUU todavía caliente y el inevitable retorno de los vuelos tripulados a los vehículos con forma de cápsula no reutilizables, se ha hablado mucho acerca de cómo el shuttle era «más complejo de lo humanamente tratable». Dicho de otra forma: el empeño de la NASA en hacer volar sus lanzaderas a pesar de lo dificultoso de asegurar su correcto funcionamiento ¡y del precio de cada vuelo! era una tarea en el límite de lo posible. Si esto fuera cierto, más nos valdría asumir como inevitable el «paso atrás» de confiar todos los vuelos tripulados a las venerables y eficaces Soyuz (y a sus hermanas chinas, las Shenzhou), y esperar al nuevo vehículo americano de entre todos los contendientes posibles, la MPCV (ex Orión), la Dragon de SpaceX o la CST-100 de Boeing. Que, naturalmente para estos tiempos de «regreso al pasado», serán cápsulas tradicionales en el caso de que lleguen a volar.

Muchos de vosotros habréis oído hablar de la lanzadera soviética Burán. Los que hayáis visto fotografías o vídeos de su única misión habréis podido pensar que «los rusos» consiguieron unos planos del shuttle en un despiste de la CIA, se construyeron uno igual, le pintaron «CCCP» en las alas y lo desecharon cuando la Unión Soviética dejó de tener el cuerpo para fiestas –o para cualquier otra cosa. Os equivocáis en casi todo: Burán era efectivamente una copia aerodinámica del shuttle americano, pero al mismo tiempo era un vehículo muy diferente.

«Copiar» un sistema tan complejo como el transbordador espacial no es tarea fácil. En realidad es imposible si no desarrollamos antes las miles de complejas técnicas y tecnologías asociadas a su fabricación. De hecho, el sistema Burán fue la cumbre de la tecnología aeroespacial soviética. Nunca antes en la historia de la URSS —ni siquiera durante la carrera lunar— tantas personas y organizaciones colaboraron para diseñar un vehículo espacial. El Burán fue el proyecto espacial tripulado más caro y complejo de la historia del país.

Ilustraciones del transbordador espacial de EEUU ‘Atlantis’ (izquierda) y de la lanzadera soviética Burán (derecha) en pleno despegue. [Clic en la imagen para ampliar]

Es cierto que el Burán era exteriormente muy parecido al transbordador de la NASA, pero lo que poca gente sabe es que estas similitudes se debieron a un «capricho» de los militares soviéticos. El alto mando de la URSS entró en pánico cuando se enteró de que las Fuerzas Aéreas estadounidenses participarían en el proyecto del shuttle. La USAF tenía pensado usar el transbordador para llevar a cabo decenas de misiones militares al año, algunas desde la base de Vandenberg, en California. Nadie sabía para qué querían los militares estadounidenses un vehículo de estas características, pero había que estar preparado por si acaso. Eran los años de la Guerra Fría y de la política de la respuesta simétrica, que venía a ser algo como «si tú haces algo, yo también lo hago, pero mejor». Los ingenieros soviéticos consideraban que el shuttle era innecesariamente complejo y sugirieron usar otros diseños en principio más eficientes —sin éxito. Los militares, con el ministro de Defensa Dmitri Ustínov a la cabeza, querían su transbordador. Y lo iban a tener costase lo que costase.

Desde el primer momento los ingenieros soviéticos se vieron obligados a replicar la forma de la lanzadera estadounidense. A regañadientes: muchos veían ya en aquel shuttle en proyecto una máquina excesivamente compleja en comparación con el proyecto, en el tablero de diseño desde 1965, de un sistema de lanzadera exclusiva para tripulaciones más pequeña y sencilla denominada Spiral. Sin embargo, los requisitos del ejército no eran algo para ser ignorado; y no existen muchas configuraciones posibles para un «camión espacial». Un ejemplo muestra hasta qué punto la cúpula militar soviética no estaba dispuesta a conformarse con menos que sus homólogos americanos: las famosas alas en doble delta de la lanzadera. Éstas vienen impuestas por un interesante requisito de la USAF: poder lanzar una misión en órbita polar desde la base de Vandenberg, lanzar alguna carga secreta desde la bodega de carga y volver tras una sola órbita, para aprovechar el factor sorpresa de cara al enemigo. Sin embargo, ¡la Tierra gira! Al iniciar su reentrada, la lanzadera se encontraría a alrededor de 2000 kilómetros al oeste de Vandenberg, distancia que tendría que ser cubierta virando y planeando, ya que el transbordador desciende sin motor alguno. La primera versión del transbordador americano tenía unas alas pequeñas, cortas y rectas. Los militares impusieron unas alas grandes con capacidad suficiente para ejecutar un tipo de misión que nunca se llevó a cabo, pero que obligó a reforzar la capacidad de los propulsores auxiliares para elevar todo ese peso muerto hasta la órbita.

Diferentes vistas 3D de la lanzadera orbital Burán y del cohete Energía con el emblema oficial de este programa espacial de la Unión Soviética. [Clic en la imagen para ampliar]

Otros sistemas debieron su configuración a una combinación del «y yo más» de los militares con las leyes de la Física: la distribución del escudo térmico, la forma del morro, las compuertas dorsales… Al final, los ingenieros soviéticos copiaron absolutamente todo lo que, de todas formas, tenía que ser así para obtener una nave con un perfil de misiones oponible punto por punto al del transbordador americano: más militar que civil, flexible en tipos de cargas secretas, maniobrable en órbita para sorprender al enemigo y con capacidad de aterrizaje en diferentes pistas. Eso —y no la pacífica nave científica que ha quedado para las hagiografías— era el shuttle. Hasta que los costes no previstos y la pérdida de dos tripulaciones completas hizo a la NASA entrar en razón. Eso, no lo olvidemos, era también Burán. Y sin embargo… Sigue leyendo

Un póster italiano de 1961, el año de Gagarin

Cartel editado por el PCI (Partito Comunista Italiano) en 1961 que no requiere ser traducido. Este póster —dotado de una contudente fuerza expresiva— conmemoraba el 44º aniversario de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia y al mismo tiempo celebraba la hazaña soviética de Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, en el mismo año en que fue impreso.

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La camiseta y el escudo de ‘la roja tricolor’ de fútbol

Activistas del Ateneo Republicano del castizo y cosmopolita barrio madrileño de Lavapiés encargaron a nuestro estudio de diseño gráfico la realización de la imagen para una camiseta de la «Selección republicana española de fútbol» con motivo de que este mismo año conmemoramos el 80º aniversario de la II República Española coincidiendo con que a su vez nuestro país es en 2011 Campeón Mundial de Fútbol. Ciertos medios como El Mundo y Libertad Digital han hecho eco de la noticia en sus secciones de deporte aunque no han perdido la oportunidad de ofrecer su peculiar visión política del asunto sin obviar nombres propios, como el de quien edita este blog y el de Fernando Ruiz, principal impulsor de la iniciativa. Otros que presumen de republicanos desde una cosmovisión «progre» no se han hecho eco, de momento. Como era de esperar, la información publicada ha sido un tanto tendenciosa. Sólo aclarar en este sentido que la iniciativa no tiene ánimo de lucro, las camisetas las promociona una entidad social republicana madrileña cuyo único fin es sufragar gastos; o sea, dicho con acento original de Lavapiés: «no palmar pasta». Como bien dice además nuestro amigo @daniconil en Twitter: «La contrainformacion moderna consiste [también] en contaminar las fuentes del enemigo». Pues enemigos no nos faltan a diestro y siniestro y —como los policías antidisturbios— siempre están ahí cuando se los «necesita».

Os presentamos el diseño original de la camiseta así como el del escudo, basado en un anterior trabajo de diseño heráldico que ya conoceréis los más asiduos a ‘Ciudad futura’, pero con algunos añadidos: básicamiente la inserción de una corona de laureles dorados (símbolo de victoria por antonomasia), las siglas «FEF» (Federación Española de Fútbol, sin la palabra «Real»), «1913» (año de la fundación de la institución balompédica) y una estrella de cinco puntas que simboliza tanto a la actual campeona de mundo en sus bordes dorados como el internacionalismo que caracterizó a nuestra República en el color rojo de la estrella, tradicionalmente de cinco puntas como símbolo de la unión de los trabajadores de los cinco continentes (Constitución Española de 1931 proclamaba que España es una «República de trabajadores…»). El diseño del escudo está en alta resolución, podéis hacer clic en él para ampliarlo. Por cierto, el logo del 80º aniversario de la II República Española (1931-2011) también es un guiño cómplice de nuestra parte al movimiento republicano, una de nuestras banderas; pues aquí sí tenemos banderas: 1931-2011: Un aniversario importante (y su logo).

Enlace relacionado y página del producto: 
Camiseta de la Selección Republicana
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El Imperio quema su última nave

El Atlantis, el último transbordador espacial de EEUU (y por extensión su última nave espacial tripulada) ya ha partido de Cabo Cañaveral con cuatro astronautas con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS). Quedan atrás tres décadas de historia de los shuttle y casi cinco décadas de presencia estadounidense en el espacio con medios propios…

Cofia del minitransbordador no tripulado del Pentágono X-37B (AV-012 OTV) en la rampa de lanzamiento. [Foto: Pat Corkery/United Launch Alliance]

A partir de aquí, es inevitable recurrir al tópico de que estamos en el inicio de una nueva era de la llamada carrera espacial en su conjunto histórico, en el borde de una línea roja que traza un antes y un después en la presencia humana en el espacio que se inició hace medio siglo con la hazaña soviética del vuelo de Yuri Gagarin. La Federación de Rusia, heredera tecnológica de la URSS, y la República Popular China, con tecnología también heredada de la URSS, son a partir de ahora las dos únicas potencias con capacidad real para enviar personas a nuestra órbita. Y la Federación de Rusia, la única con capacidad de enviar tripulaciones a la ISS, el único complejo orbital que asegura la presencia humana permanente en el espacio.

La denominada “carrera espacial” tripulada comenzó en 1961 y el pistoletazo de  salida lo dio la Unión Soviética. Durante prácticamente toda esa década, la otra superpotencia intentó responder a los retos pioneros de la URSS con mayor o menor fortuna (menor en la gran mayoría de los casos) hasta que EEUU emprendió el compromiso nacional de poner hombres en la Luna con el programa Apolo. Incluso antes de que terminaran los vuelos de las misiones Apolo, el interés en Estados Unidos por las misiones tripuladas al espacio empezó a languidecer. Aún en el supuesto de que no fuera así del todo, parecería que una vez cumplido el objetivo mediático de “adelantar” a los rivales de la superpotencia socialista en la carrera lunar, el interés de Washington y de sus poderosos medios de comunicación por la presencia humana en el espacio decayó de forma visible. Si a los hechos posteriores nos remitimos, esto fue así. El programa lunar Apolo languideció sin ni siquiera ser completado y estas naves de EEUU realizaron su última misión en 1975, la primera y única misión conjunta entre la URSS y EEUU, la ASTP (Apolo-Soyuz Test Project).

La URSS volvió a tomar la delantera en cuanto a la presencia humana permanente en el espacio durante tres lustros con programas de estaciones orbitales (Salyut, Mir) que no tuvieron rival. Se dibujaba desde mediados de la década de 1970 de nuevo un paisaje espacial parecido al de la década de 1960 tras un paréntesis excepcional de un lustro (1969-1974). Solo que esa vez no había respuesta temprana, ni mediático-propagandística ni real, por parte estadounidense en cuanto a estaciones orbitales (si exceptuamos la breve y fallida experiencia de la estación Skylab)… ni tampoco en cuanto a nuevas cápsulas tripuladas tras la cancelación de las Apolo (algo de lo que aún se deben arrepentir en la NASA). Desde mediados de los años 70, tanto EEUU como la URSS comenzaron a desarrollar sendos programas de transbordadores espaciales, un nuevo concepto de nave híbrida (carguero espacial y vehículo tripulado) con la vista puesta, en principio, en programas de defensa espacial al albur de uno de los momentos más calientes de la Guerra Fría: la década de 1980.

Guerra Fría y transbordadores espaciales

La llegada de los transbordadores coincidió con la toma del poder en Washington del sector más ultraconservador y anticomunista de la política estadounidense (Reagan y sucesores) y con un declive económico en la URSS que provocó a su vez una crisis política culminada a a finales de los 80 (Muro de Berlín) y principios de los 90 con la disolución del país y el empobrecimiento y la guerra en la que fuera antes su área de influencia continental europea. Ello tuvo como consecuencia la cancelación del programa Burán-Energía, un sistema de transporte tecnológicamente más avanzado que los shuttle y que posiblemente, de haber continuado, habría llegado hasta nuestros días sin los sobresaltos de los transbordadores estadounidenses, un sistema cuya fiabilidad pusieron en tela de juicio aterradoras cifras de astronautas muertos que han disparado esta triste estadística hasta la fecha.

Como antes avanzábamos, tras la cancelación del programa Apolo, la presencia humana en el espacio estuvo durante unos años prácticamente monopolizada por las estaciones espaciales de la URSS y sus naves Soyuz hasta que se lanzaron los primeros transbordadores espaciales de la NASA… Pero éstos, al margen de otras misiones como la puesta en órbita desde su bodega de satélites, no tenían adónde ir o dónde acoplarse… Así, tras la disolución de la URSS a finales de 1991 y el caos surgido de sus cenizas en una espectral imagen de la antigua superpotencia (una Rusia en la década de 1990 con una economía que no llegaba ni a la mitad del PIB de la Unión Soviética), los estadounidenses acuerdan con Rusia el programa de colaboración internacional Mir-Shuttle e inyectan dólares para mantener la gran estación orbital de diseño soviético. De hecho, la Mir, y antes las Salyut con el programa Intercosmos, fueron las primeras estaciones espaciales “internacionales” en cuanto a los programas científicos y a sus propias expediciones, con cosmonautas y astronautas procedentes de multitud de países de varios continentes.

El legado de las estaciones espaciales soviéticas fue la base firme sobre la que se asentó la presencia humana en el espacio hasta nuestros días. La ISS, el mayor complejo orbital construído por el hombre, es digna sucesora de la estación orbital Mir. La construcción de la ISS tal y como hoy la conocemos, iniciada en los albores del nuevo milenio con módulos rusos con una tecnología más sofistica que los de EEUU (los módulos rusos habitables son capaces de alcanzar la órbita y acoplarse de forma automática, sin necesidad de tripulación), no hubiera sido posible sin el concurso de los shuttle (que trasladaron en su bodega varios de sus módulos y su estructura central). Ése ha sido, junto con la puesta en órbita y mantenimiento de satélites como el telescopio espacial Hubble y algún que otro programa militar secreto, el principal papel jugado por los transbordadores estadounidenses en tres décadas: ser grandes cargueros que posibilitaron la construcción del segmento estadounidense (incluyendo los módulos europeo y japonés) del mecano de la ISS.

Y llegamos por fin a nuestros días. La presencia humana en el espacio, a pesar de sus muchos detractores, sigue siendo igual de importante o más que en anteriores décadas porque revierte en avances científicos y en progresos para la sociedad que no serían posibles de otra forma en el balbuceante estadio actual de la robótica. Así lo han demostrado los miles de experimentos y programas científicos, de tecnología de materiales, de investigación biológica y hasta médica que se han desarrollado con éxito a lo largo de décadas en las Salyut, la Mir o la ISS. Pero la diferencia sustancial en la actualidad es que la primera potencia económica del mundo tiene otras prioridades.

Cañones o mantequilla

Aunque la crisis política aún no ha llegado, EEUU está sumido en una profunda crisis económica que ha arrastrado a la mayoría de sus satélites, el llamado occidente capitalista desarrollado. Esta crisis, que algunos economistas independientes caracterizan como estructural y sistémica, está suponiendo tanto en EEUU como en sus satélites la destrucción de los últimos restos del Estado del bienestar, un holocausto iniciado a finales de la década de 1980 como consecuencia de la crisis del área socialista euroasiática y que se ha cobrado ya millones de vidas (más si sumamos muertos y no nacidos a causa de la desaparición del sistema económico socialista en varios países). Estado del bienestar no sólo es escuelas y hospitales, salarios dignos y seguridad social (lo que caracterizó en buena medida a Europa Occidental y Japón y en menor medida a EEUU tras la Segunda Guerra Mundial para frenar el avance del comunismo). Estado del bienestar también es investigación y ciencia para el progreso humano. Esta época que podríamos definir como retrofuturo es consecuencia del cambio en el orden de prioridades del capitalismo mundial dictado e impuesto manu militari por Wall Street por medio de sus gobernantes globales de Washington y el Pentágono. Entre cañones y matequilla, el imperio en crisis ha optado por los cañones.

Hace unos días un medio estadounidense publicaba un dato «estremecedor» que no ha sido desmentido: Estados Unidos gasta al año en aire acondicionado para sus acuartelamientos en las guerras que tiene abiertas actualmente con tropas de ocupación, una cantidad de dólares superior a todo el presupuesto de la NASA. Este argumento tiene sus “ventajas”: cuando dices que un tanque cuesta más que construir una escuela te llaman demagogo… el dato del aire acondicionado remueve mejor las conciencias de esa masa acrítica que padece serios déficit de conciencia.

Así es, cuestión de prioridades. Emulando al conquistador español Cortés, el imperio decadente prefiere quemar sus últimas naves que recortar recursos para una guerra eterna que no hace más que prolongar su agonía: la aventura de la conquista y control de las regiones con recursos energéticos fungibles del planeta (a la Guerra de Afganistán se sumó la de Iraq y ahora se suma la de Libia). La retirada del espacio tripulado no es lo único ni lo más grave, claro está. El estado de abandono en que se encuentran las infraestructuras en una metrópolis imperial en guerra eterna contra el resto del mundo, es más que procupante: la red de ferrocarril está desapareciendo, las carreteras públicas no son reparadas, las infraestructuras eléctricas (redes y subestaciones) son las mismas que en los años 50, las personas sin recursos mueren por enfermedades curables ante la ausencia de una sanidad pública, en un país del Tercer Mundo como Cuba hay menos mortalidad infantil que en EEUU…

Espacio privado y espacio militarizado

Y no es sólo que a partir de ahora EEUU se vea obligado a pagar pasaje para ocupar un asiento en naves de diseño soviético si quieren desafiar las leyes de Newton y que —como el Cid Campeador— la URSS siga ganando carreras y batallas, de momento tecnológicas, después de “muerta”… es también que la agencia pública NASA se va a ver enfrentada —se está viendo enfrentada— a un recorte de fondos que pone en peligro también la que fuera joya de la corona del programa espacial de EEUU: las sondas no tripuladas (interplanetarias o no) de investigación científica. Lo que supondrá, sin duda y si alguien no lo remedia, otro freno más al desarrollo de la ciencia —la base de todo progreso humano— en esta época retrofuturista, en este futuro arcaico que se viene dibujando desde finales de 1991. La apuesta de la administración imperial de Obama por el espacio privado significa, en la práctica, más bien una apuesta del Estado federal por el espacio militarizado…

Drones (aviones robóticos para matar personas a distancia en Afganistán o Paquistán); X-37B (minitransbordadores orbitales secretos no tripulados con capacidad ofensiva global y patrocinados por el Pentágono); no hay fondos para investigación y exploración de nuestra última frontera; no hay fondos para escuelas u hospitales públicos, ni para carreteras, líneas eléctricas o ferrocarriles… En un avance de cómo piensa un Imperio desbocado dar una “solución final” a sus acuciantes problemas, el último soberano de la dinastía Rockefeller ha afirmado ante las Naciones Unidas que “la sanidad pública ha generado el problema de la superpoblación”. Por tanto, no nos engañemos —ni engañemos—, sí hay fondos para bombardeos “humanitarios” para controlar nuevos yacimientos de crudo y, de paso, empezar a atacar el problema demográfico con criminales bloqueos económicos a países adversarios que causan, a la larga, muchos más muertos que esas bombas «liberadoras» de los goebbelsianos mass media y sus palmeros.

Conclusión: La NASA —¿sólo la NASA?— lo tiene muy crudo.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura
Publicado en Rebelión.org: «El Imperio quema su última nave»

‘Dos Solanas’ o cómo tropezar veinte veces en la misma piedra

El déficit —cuando no la ausencia— de memoria histórica siempre ha sido algo habitual en España. Puede que algunos crean que el doble discurso de los «socialistas» españoles (y europeos) es algo de ahora. Que el candidato Rubalcaba, una vez aprobadas cuantas ayudas fueran necesarias para la banca privada así como cuantas medidas y recortes contra los trabajadores fuera menester, recurra a un discurso de izquierda «contra los banqueros» para captar apoyos de incautos no es nada nuevo… Las dos imágenes superiores quizá expresen la cuadratura del círculo de este viejo doble discurso que tan buenos réditos dio en tiempos pasados al PSOE. A la izquierda vemos a Javier Solana durante un acto contra la OTAN celebrado en 1981 en el pub Hebe del popular distrito madrileño de Vallecas. Mientras habla el prócer socialdemócrata, un ciudadano elabora un «cigarrillo» de forma artesanal. El ambiente no puede ser más distendido y pacifista. En la imagen de la derecha vemos al mismo Javier Solana años después en un concilio de la OTAN, ya siendo secretario general de esta organización militar de EEUU y sus satélites. Ya no hay discursos contra la OTAN ni ciudadanos elaborando «cigarrillos» artesanales en un ambiente distendido. Solana y los suyos están aprobando el «doble discurso» por antonomasia: bombardeos contra ciudades de Yugoslavia «para proteger a la población civil» (¿de qué nos suena esto?). En los bombardeos sobre Belgrado, Prístina y otras ciudades yugoslavas murió población civil en ataques contra zonas residenciales, escuelas u hospitales que fueron calificados cínicamente como «daños colaterales». La ausencia de memoria histórica puede causar estragos: no tropecemos veinte veces en la misma piedra.

Venezuela: Sean Penn y ‘perspectivas distintas’ (vídeo)

En un conocido programa de la cadena de TV estadounidense CBS, el Late Show de Letterman (una especie de Buenafuente local) el invitado es Sean Penn, también conocido actor por sus posicionamientos y acciones concretas críticas con el gobierno y la política exterior de su país. Recordamos que Penn encabezó durante la presidencia de Bush II una campaña mediática contra la invasión de Iraq que le salió muy cara: la pagó de su propio bolsillo, única forma de hacer frente al mensaje único imperante en los medios de EEUU (quizá deberían tomar nota de una iniciativa así algunos afamados intelectuales y artistas abajofirmantes en España). Como se trata de un entrevistador progre, Letterman interroga a Penn sobre su reciente visita a Venezuela atacando a este país con «sentido del humor». Nótese, lo podemos ver aquí en España también, que la diferencia entre progres partidarios del sistema y ultras partidarios del mismo sistema no suele ser otra que detalles formales; en el fondo, defienden —y atacan— lo mismo y a los mismos a la hora de la verdad. Venezuela celebra estos días los 200 años de su independencia en los inicios de un proceso de construcción del socialismo con el apoyo mayoritario y democrático del pueblo, algo que no pueden perdonar a esta república hermana ni los autodenominados «socialistas» europeos ni sus próceres «demócratas» de EEUU ni, por supuesto, tampoco medios como CBS o la Fox, ya sean progres o no, respectivamente. Pero su discurso es fácil de desmontar, basta con decirles cuatro verdades (sin perder el sentido del humor, claro está). Veamos…

[youtube http://youtu.be/rWmJ6_vaNxE&rel=0]
Vídeo vía @ggohom y @NikoneCons en Twitter

México: Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos

Dice el dicho que «no se pueden poner puertas al campo», aunque el Muro del Apartheid levantado por el Estado racista de Israel en los territorios palestinos de Cisjordania lo desmienta. También contradice este aserto otro gran muro, el mayor construído hasta la fecha en la historia de la humanidad, el que separa Estados Unidos de México y atraviesa buena parte del subcontinente norteamericano a lo largo de una de las más largas fronteras del planeta. Un muro «impermeable» para las personas pero muy permeable para el tráfico de armas de EEUU a México y de drogas en sentido inverso. Lo que vemos en esta espectacular fotografía no sólo plasma con nitidez la huella del hombre en el paisaje terrestre, simboliza la diferencia entre dos mundos: el llamado Occidental, encabezado por el Imperio americano y en muchos de sus países con una demografía en retroceso y un sistema económico agónico, y el denominado Tercer Mundo, depauperado, explotado por el Norte y con problemas de superpoblación.

A la izquierda vemos un sector fronterizo próximo a la californiana ciudad de San Diego, con nuevas vallas en construcción que llegarán hasta la costa del Océano Pacífico; y a la derecha, Tijuana, una ciudad mexicana cuyos arrabales se ven comprimidos por una rectilínea frontera trazada tras una guerra de agresión decimonónica en la que los gringos arrebataron varios millones de kilómetros cuadrados a la naciente república mexicana. México es un país grande, pero lo podría ser más si no hubiera perdido una gran parte de su territorio, despedazado por el ejército de EEUU —un enorme trozo de la que fuera la inmensa Nueva España en la época de la colonización hispánica. Esa frontera bélica dividió el país azteca desde poco después de su independencia hasta hoy. Y ahora es la gran causa de los grandes males que aquejan a una república hermana siempre al borde del precipicio, al borde de una frontera que le asfixia. Se dice en el país azteca una frase que podría parecer un reclamo publicitario pero que en realidad es una metáfora que significa algo bien diferente y muy fácil de entender… incluso para los que no tenemos fe en seres imaginarios y sólo analizamos imágenes reales como esta foto: «México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos».

 

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura
Foto:
pbh-network.com < Vía @Reven333; clic en la imagen para ampliar]