El mapa de la ISS

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En 2014 se han cumplido 5.000 días de presencia humana ininterrumpida en la Estación Espacial Internacional (International Space Station, ISS por sus siglas en inglés), batiendo el registro de 4.592 días de su predecesora soviética, la Estación orbital Mir. Al igual que en el caso del complejo multimodular puesto en órbita por la Unión Soviética en 1986, la principal función de la ISS es la observación, experimentación e investigación tecnocientíficas.

La infografía de gran formato que presentamos pretende cartografiar de manera comprensible la ISS, aportando más de 500 datos explicativos a través de cuatro ilustraciones (módulos presurizados con instalaciones exteriores, estructura, naves y lanzadores). Los diferentes módulos habitables están diferenciados según el criterio de los países donde fueron fabricados. Más allá de este criterio y como también se muestra en la infografía, la ISS se divide básicamente en dos sectores que recuerdan la división geopolítica del mundo durante los años de la Guerra Fría: USOS (U.S. Orbital Segment), a cargo de la NASA —donde se ubican los elementos made in USA y de sus satélites europeos y japoneses— y ROS (Russian Orbital Segment, a cargo de Roscosmos, la agencia espacial rusa), donde están acoplados los módulos de fabricación rusa.

Si tenemos en cuenta su masa de alrededor de 420 toneladas y sus dimensiones, la ISS es una gran obra de ingeniería. Los 109 por 73 metros que ocupa en nuestra órbita son comparables al área de un campo de fútbol, la «unidad de medida» de moda en los medios. La longitud acumulada de sus módulos habitables supera los 110 metros, con un volumen presurizado de más de 900 m³. En ellos, además de multitud de racks de investigación y experimentación científica en las zonas presurizadas, la ISS dispone para sus tripulantes —tres permanentes, seis entre relevos de expediciones— de zonas de ejercicio, dos aseos, seis cabinas individuales de descanso e incluso una «habitación con vistas» a la Tierra, el módulo acristalado Cupola. Poner en órbita un complejo de tal magnitud ha sido posible gracias a su concepción modular y a la construcción progresiva mediante múltiples vuelos entre 1998 y 2011 de lanzadores rusos y —en mayor medida— por las misiones de los retirados transbordadores estadounidenses (Space ShuttleSpace Transport System, STS), como podemos comprobar en la siguiente cronología de lanzamientos de los principales elementos estructurales y módulos.

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¿Quieres ‘sobrevolar’ la Estación Espacial internacional?

Espectacular vídeo de un «sobrevuelo» en 3D de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) realizado por el VR Lab (laboratorio de realidad virtual) de la NASA para la exhibición en HD ‘Moving Beyond Earth’ en el National Air and Space Museum de Washington DC.

[youtube http://youtu.be/t69smjwU1wc&rel=0]

El Imperio quema su última nave

El Atlantis, el último transbordador espacial de EEUU (y por extensión su última nave espacial tripulada) ya ha partido de Cabo Cañaveral con cuatro astronautas con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS). Quedan atrás tres décadas de historia de los shuttle y casi cinco décadas de presencia estadounidense en el espacio con medios propios…

Cofia del minitransbordador no tripulado del Pentágono X-37B (AV-012 OTV) en la rampa de lanzamiento. [Foto: Pat Corkery/United Launch Alliance]

A partir de aquí, es inevitable recurrir al tópico de que estamos en el inicio de una nueva era de la llamada carrera espacial en su conjunto histórico, en el borde de una línea roja que traza un antes y un después en la presencia humana en el espacio que se inició hace medio siglo con la hazaña soviética del vuelo de Yuri Gagarin. La Federación de Rusia, heredera tecnológica de la URSS, y la República Popular China, con tecnología también heredada de la URSS, son a partir de ahora las dos únicas potencias con capacidad real para enviar personas a nuestra órbita. Y la Federación de Rusia, la única con capacidad de enviar tripulaciones a la ISS, el único complejo orbital que asegura la presencia humana permanente en el espacio.

La denominada “carrera espacial” tripulada comenzó en 1961 y el pistoletazo de  salida lo dio la Unión Soviética. Durante prácticamente toda esa década, la otra superpotencia intentó responder a los retos pioneros de la URSS con mayor o menor fortuna (menor en la gran mayoría de los casos) hasta que EEUU emprendió el compromiso nacional de poner hombres en la Luna con el programa Apolo. Incluso antes de que terminaran los vuelos de las misiones Apolo, el interés en Estados Unidos por las misiones tripuladas al espacio empezó a languidecer. Aún en el supuesto de que no fuera así del todo, parecería que una vez cumplido el objetivo mediático de “adelantar” a los rivales de la superpotencia socialista en la carrera lunar, el interés de Washington y de sus poderosos medios de comunicación por la presencia humana en el espacio decayó de forma visible. Si a los hechos posteriores nos remitimos, esto fue así. El programa lunar Apolo languideció sin ni siquiera ser completado y estas naves de EEUU realizaron su última misión en 1975, la primera y única misión conjunta entre la URSS y EEUU, la ASTP (Apolo-Soyuz Test Project).

La URSS volvió a tomar la delantera en cuanto a la presencia humana permanente en el espacio durante tres lustros con programas de estaciones orbitales (Salyut, Mir) que no tuvieron rival. Se dibujaba desde mediados de la década de 1970 de nuevo un paisaje espacial parecido al de la década de 1960 tras un paréntesis excepcional de un lustro (1969-1974). Solo que esa vez no había respuesta temprana, ni mediático-propagandística ni real, por parte estadounidense en cuanto a estaciones orbitales (si exceptuamos la breve y fallida experiencia de la estación Skylab)… ni tampoco en cuanto a nuevas cápsulas tripuladas tras la cancelación de las Apolo (algo de lo que aún se deben arrepentir en la NASA). Desde mediados de los años 70, tanto EEUU como la URSS comenzaron a desarrollar sendos programas de transbordadores espaciales, un nuevo concepto de nave híbrida (carguero espacial y vehículo tripulado) con la vista puesta, en principio, en programas de defensa espacial al albur de uno de los momentos más calientes de la Guerra Fría: la década de 1980.

Guerra Fría y transbordadores espaciales

La llegada de los transbordadores coincidió con la toma del poder en Washington del sector más ultraconservador y anticomunista de la política estadounidense (Reagan y sucesores) y con un declive económico en la URSS que provocó a su vez una crisis política culminada a a finales de los 80 (Muro de Berlín) y principios de los 90 con la disolución del país y el empobrecimiento y la guerra en la que fuera antes su área de influencia continental europea. Ello tuvo como consecuencia la cancelación del programa Burán-Energía, un sistema de transporte tecnológicamente más avanzado que los shuttle y que posiblemente, de haber continuado, habría llegado hasta nuestros días sin los sobresaltos de los transbordadores estadounidenses, un sistema cuya fiabilidad pusieron en tela de juicio aterradoras cifras de astronautas muertos que han disparado esta triste estadística hasta la fecha.

Como antes avanzábamos, tras la cancelación del programa Apolo, la presencia humana en el espacio estuvo durante unos años prácticamente monopolizada por las estaciones espaciales de la URSS y sus naves Soyuz hasta que se lanzaron los primeros transbordadores espaciales de la NASA… Pero éstos, al margen de otras misiones como la puesta en órbita desde su bodega de satélites, no tenían adónde ir o dónde acoplarse… Así, tras la disolución de la URSS a finales de 1991 y el caos surgido de sus cenizas en una espectral imagen de la antigua superpotencia (una Rusia en la década de 1990 con una economía que no llegaba ni a la mitad del PIB de la Unión Soviética), los estadounidenses acuerdan con Rusia el programa de colaboración internacional Mir-Shuttle e inyectan dólares para mantener la gran estación orbital de diseño soviético. De hecho, la Mir, y antes las Salyut con el programa Intercosmos, fueron las primeras estaciones espaciales “internacionales” en cuanto a los programas científicos y a sus propias expediciones, con cosmonautas y astronautas procedentes de multitud de países de varios continentes.

El legado de las estaciones espaciales soviéticas fue la base firme sobre la que se asentó la presencia humana en el espacio hasta nuestros días. La ISS, el mayor complejo orbital construído por el hombre, es digna sucesora de la estación orbital Mir. La construcción de la ISS tal y como hoy la conocemos, iniciada en los albores del nuevo milenio con módulos rusos con una tecnología más sofistica que los de EEUU (los módulos rusos habitables son capaces de alcanzar la órbita y acoplarse de forma automática, sin necesidad de tripulación), no hubiera sido posible sin el concurso de los shuttle (que trasladaron en su bodega varios de sus módulos y su estructura central). Ése ha sido, junto con la puesta en órbita y mantenimiento de satélites como el telescopio espacial Hubble y algún que otro programa militar secreto, el principal papel jugado por los transbordadores estadounidenses en tres décadas: ser grandes cargueros que posibilitaron la construcción del segmento estadounidense (incluyendo los módulos europeo y japonés) del mecano de la ISS.

Y llegamos por fin a nuestros días. La presencia humana en el espacio, a pesar de sus muchos detractores, sigue siendo igual de importante o más que en anteriores décadas porque revierte en avances científicos y en progresos para la sociedad que no serían posibles de otra forma en el balbuceante estadio actual de la robótica. Así lo han demostrado los miles de experimentos y programas científicos, de tecnología de materiales, de investigación biológica y hasta médica que se han desarrollado con éxito a lo largo de décadas en las Salyut, la Mir o la ISS. Pero la diferencia sustancial en la actualidad es que la primera potencia económica del mundo tiene otras prioridades.

Cañones o mantequilla

Aunque la crisis política aún no ha llegado, EEUU está sumido en una profunda crisis económica que ha arrastrado a la mayoría de sus satélites, el llamado occidente capitalista desarrollado. Esta crisis, que algunos economistas independientes caracterizan como estructural y sistémica, está suponiendo tanto en EEUU como en sus satélites la destrucción de los últimos restos del Estado del bienestar, un holocausto iniciado a finales de la década de 1980 como consecuencia de la crisis del área socialista euroasiática y que se ha cobrado ya millones de vidas (más si sumamos muertos y no nacidos a causa de la desaparición del sistema económico socialista en varios países). Estado del bienestar no sólo es escuelas y hospitales, salarios dignos y seguridad social (lo que caracterizó en buena medida a Europa Occidental y Japón y en menor medida a EEUU tras la Segunda Guerra Mundial para frenar el avance del comunismo). Estado del bienestar también es investigación y ciencia para el progreso humano. Esta época que podríamos definir como retrofuturo es consecuencia del cambio en el orden de prioridades del capitalismo mundial dictado e impuesto manu militari por Wall Street por medio de sus gobernantes globales de Washington y el Pentágono. Entre cañones y matequilla, el imperio en crisis ha optado por los cañones.

Hace unos días un medio estadounidense publicaba un dato «estremecedor» que no ha sido desmentido: Estados Unidos gasta al año en aire acondicionado para sus acuartelamientos en las guerras que tiene abiertas actualmente con tropas de ocupación, una cantidad de dólares superior a todo el presupuesto de la NASA. Este argumento tiene sus “ventajas”: cuando dices que un tanque cuesta más que construir una escuela te llaman demagogo… el dato del aire acondicionado remueve mejor las conciencias de esa masa acrítica que padece serios déficit de conciencia.

Así es, cuestión de prioridades. Emulando al conquistador español Cortés, el imperio decadente prefiere quemar sus últimas naves que recortar recursos para una guerra eterna que no hace más que prolongar su agonía: la aventura de la conquista y control de las regiones con recursos energéticos fungibles del planeta (a la Guerra de Afganistán se sumó la de Iraq y ahora se suma la de Libia). La retirada del espacio tripulado no es lo único ni lo más grave, claro está. El estado de abandono en que se encuentran las infraestructuras en una metrópolis imperial en guerra eterna contra el resto del mundo, es más que procupante: la red de ferrocarril está desapareciendo, las carreteras públicas no son reparadas, las infraestructuras eléctricas (redes y subestaciones) son las mismas que en los años 50, las personas sin recursos mueren por enfermedades curables ante la ausencia de una sanidad pública, en un país del Tercer Mundo como Cuba hay menos mortalidad infantil que en EEUU…

Espacio privado y espacio militarizado

Y no es sólo que a partir de ahora EEUU se vea obligado a pagar pasaje para ocupar un asiento en naves de diseño soviético si quieren desafiar las leyes de Newton y que —como el Cid Campeador— la URSS siga ganando carreras y batallas, de momento tecnológicas, después de “muerta”… es también que la agencia pública NASA se va a ver enfrentada —se está viendo enfrentada— a un recorte de fondos que pone en peligro también la que fuera joya de la corona del programa espacial de EEUU: las sondas no tripuladas (interplanetarias o no) de investigación científica. Lo que supondrá, sin duda y si alguien no lo remedia, otro freno más al desarrollo de la ciencia —la base de todo progreso humano— en esta época retrofuturista, en este futuro arcaico que se viene dibujando desde finales de 1991. La apuesta de la administración imperial de Obama por el espacio privado significa, en la práctica, más bien una apuesta del Estado federal por el espacio militarizado…

Drones (aviones robóticos para matar personas a distancia en Afganistán o Paquistán); X-37B (minitransbordadores orbitales secretos no tripulados con capacidad ofensiva global y patrocinados por el Pentágono); no hay fondos para investigación y exploración de nuestra última frontera; no hay fondos para escuelas u hospitales públicos, ni para carreteras, líneas eléctricas o ferrocarriles… En un avance de cómo piensa un Imperio desbocado dar una “solución final” a sus acuciantes problemas, el último soberano de la dinastía Rockefeller ha afirmado ante las Naciones Unidas que “la sanidad pública ha generado el problema de la superpoblación”. Por tanto, no nos engañemos —ni engañemos—, sí hay fondos para bombardeos “humanitarios” para controlar nuevos yacimientos de crudo y, de paso, empezar a atacar el problema demográfico con criminales bloqueos económicos a países adversarios que causan, a la larga, muchos más muertos que esas bombas «liberadoras» de los goebbelsianos mass media y sus palmeros.

Conclusión: La NASA —¿sólo la NASA?— lo tiene muy crudo.

Texto: Paco Arnau / Ciudad futura
Publicado en Rebelión.org: «El Imperio quema su última nave»

Starmus: Un gran espacio para vivir el cosmos

Con escaso eco en los medios de comunicación y sin el apoyo institucional que se merecía un acontecimiento así, del 20 al 24 de julio (aa.i) se ha celebrado al sur de la isla canaria de Tenerife el ‘Starmus Festival’. Aunque los promotores del evento —a la cabeza de ellos el astrofísico de origen armenio afincado en Canarias Garik Israelian, miembro del IAC— le dieron un título que combinaba las palabras “star” y “music”, el eje central del programa de sesiones fue la astronomía, la astrofísica y la cosmonáutica para conmemorar el medio siglo de la hazaña soviética de Yuri Alexéievich Gagarin, el primer hombre en el espacio (1961-2011).

Sin olvidar, claro está, la «música de las estrellas», con la activa participación de Brian May, rara avis en el mundo del rock si tenemos en cuenta que el que fuera guitarrista de mítico grupo británico Queen es también astrofísico. May dió una de las conferencias del programa bajo el título “¿Qué estamos haciendo en el espacio?” y junto a la banda Tangerine Dream (con Pink Floyd a finales de los 60) ofreció el concierto de clausura con algunos temas inéditos que combinaban acordes musicales con ondas acústicas reales provenientes de estrellas como el Sol o Alfa Centauri; la unión de la música, la “expresión más abstracta del arte” con el sonido del cosmos… Un contundente “We will we will rock you!”, el famoso tema de Queen, hizo levantar de sus asientos a todos los asistentes al concierto, incluído al alma del Starmus en primera fila, el también mítico cosmonauta de la Unión Soviética Alexéi Leonov, primer hombre que flotó libremente en el espacio exterior en un paseo extravehicular de 10 minutos allá por 1965 (Vosjod 2) y comandante de la Soyuz en la primera misión conjunta soviético-estadounidense Apolo-Soyuz en 1975.

Un denso programa con un impresionante plantel de ponentes

Resulta difícil tan siquiera intentar resumir el denso programa de sesiones del Starmus. Hubo tardes en las que se relizaron hasta seis conferencias a cargo de figuras tan destacadas como los premios Nobel Jack Szostak (“El origen de la vida en la Tierra”) y George Smoot (“Señales desde el principio”) o los eminentes científicos y divulgadores Richard Dawkings, que nos habló sobre “Exobiología y religión” mostrando afablemente su desacuerdo (filosófico también) con la segunda parte del título de su conferencia; o Michel Mayor, de la Universidad de Ginebra, que nos ilustró sobre los “Planetas extrasolares” descubiertos en los últimos años, “muchos, muy variados y por todas partes”, vino a decir. Mayor también anunció que, gracias a la búsqueda selectiva de exoplanetas en marcha, próximamente serán descubiertos nuevos mundos similares al nuestro en regiones relativamente cercanas del universo. 

De izquierda a derecha: Claude Nicolier, Michel Mayor, Buzz Aldrin y Brian May

A este impresionante plantel hay que añadir los nombres de George Smith (co-inventor del dispositivo CCD de las cámaras digitales actuales), Kip Thorne (físico teórico del Instituto Caltech de EEUU), Robert Williams (presidente de la Unión Astronómica Internacional), Sami Solanki (director del Instituto Max Plank de Alemania), Adam Burrows (astrofísico de la prestigiosa Universidad de Princeton, en la que trabajó Albert Einstein hasta su muerte)… y muchos otros que sería prolijo relacionar con detalle; como George Smoot (Universidad de Berkeley), Leslie Sage (revista ‘Nature), Joseph Silk (Universidad de Oxford), entre otros… Todos ellos hicieron sus correspondientes presentaciones en este denso programa de conferencias del Starmus de sólo cinco días.

Otra destacada presencia fue la de la astrónoma estadounidense Jill Tarter, que intentó, a falta de respuestas verificables, dar pistas sobre una pregunta esencial —incluso existencial— que todos nos hemos hecho alguna vez: “Hay alguien ahí fuera?”. Contact, la novela del gran Carl Sagan también conocida por su versión cinematográfica protagonizada por la actriz Jodie Foster (doctora Arroway), está basada en la vida de Tarter, dedicada hasta hoy en cuerpo y alma a la búsqueda de señales inteligentes procedentes del espacio mediante el Proyecto SETI.

Juntos en el espacio

Coincidiendo con el 50º aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, el Starmus puso el también el acento en la presencia de destacados representantes de la Edad de Oro de la cosmonáutica, historia viva de una generación que abrío las puertas del espacio en las décadas de 1960 y 1970. No resulta exagerado afirmar que presenciamos un acontecimiento histórico en España que reunió por primera vez a pioneros del cosmos como el héroe estadounidense Neil Armstrong (Apolo 11), el primer hombre que puso el pie en otro mundo; Buzz Aldrin, quien acompañó a Armstrong en el primer alunizaje; el veterano cosmonauta soviético Victor Gorbatko, con varias misiones Soyuz y Salyut a sus espaldas (con él coincidimos en un funicular que llevaba a la costa atlántica del recinto y gritamos “poyéjali!” cuando arrancó); Bill Anders, que con la misión Apolo 8 llegó por primera vez a la órbita lunar; Jim Lovell, mundialmente conocido por la película ‘Apolo 13’ y la frase “Houston, tenemos un problema” en una difícil misión con final feliz; Charlie Duke, el décimo y último hombre que llegó a pisar la Luna en la misión Apolo 16… Otros menos veteranos como el astronauta de la ESA Claude Nicolier, que nos ilustró sobre los descubrimientos del telescopio espacial Hubble, o Yuri Baturin, cosmonauta soviético con varias expediciones a la Estación Orbital MIr también paticiparon en el Starmus. Echamos de menos a la primera mujer en el espacio, la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, que finalmente no pudo asistir. Acompañada en todo momento por Leonov, Nina Kotenkova, la viuda del ingeniero jefe del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, también participó en el Starmus.

Nina Ivánovna Kotenkova, viuda de Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial del URSS (izquierda), y Alexéi Leonov durante una entrevista en la sala de prensa del Starmus

Escenario del acto de homenaje a Yuri Gagarin «50 años en el espacio: Poyéjali» en el Palacio de congresos Magma de Tenerife el 24 de julio de 2011. Una foto que es historia viva de la carrera espacial entre las dos superpotencias, «la mejor y mayor Olimpiada de la historia» en palabras de Leonov: de izda. a dcha., la presentadora rusa del acto, Alexéi Leonov (Vosjod 2 y Apolo-Soyuz, URSS), Bill Anders (Apolo 8, EEUU), Victor Gorbatko (Soyuz-Salyut, URSS), Neil Armstrong (Apolo 11, EEUU), Jim Lovell (Apolo 13, EEUU) y Yuri Baturin (Soyuz-Mir, URSS)

Sin embargo, dos figuras descollaron entre todas y no sólo por la leyenda que les precedía, también por su impresionante calidad humana: Alexéi Leonov y Neil Armstrong. Lograr que el astronauta estadounidense viniera al Starmus no debió ser tarea fácil para la organización. Al contrario que su compañero lunar Aldrin (con el que no coincidió en el evento), Armstrong no alimenta su ego y vive alejado de reuniones públicas y medios desde hace décadas. Que viniera hasta España para “rendir tributo a los nobles hombres que antes fueron sus competidores”, refiriéndose a los cosmonautas soviéticos presentes, fue todo un logro. Armstrong es un tipo tímido y modesto y así nos consta: en los desplazamientos fue en autocar con los demás mortales (participantes, invitados y periodistas); brindó emocionado por Yuri Gagarin en la “cena de gala” del Starmus; destacó los logros de la URSS en el espacio, sin los cuales “no hubiera sido posible el programa Apolo”; se dejó fotografiar con aquéllos que se lo reclamaron a pesar de su evidente timidez… Modestia y generosidad, algo difícil de encontrar en personajes de su talla, son dos palabras que pueden definir con justicia a Armstrong tras conocerlo cara a cara.

Dos grandes pioneros, Leonov y Armstrong, durante la mesa redonda del Starmus «Descubre el cosmos y cambia el mundo». Este acto duró 108 minutos, exactamente el tiempo que duró la misión de Yuri Gagarin desde el lanzamiento de la Vostok 1 hasta el aterrizaje.

¿Qué decir de Alexéi Leonov? Se podría resumir en una sola frase que difundimos en las redes sociales durante las sesiones del Starmus: “Leonov no sólo tiene cara de buena persona, es una buena persona”… por su carácter e incansable trabajo y tenaz entrega. El organizador del evento, Garik Israelian, afirmó en la sesión inaugural que la implicación personal de Leonov fue decisiva para el éxito de la convocatoria. Durante las sesiones fuimos testigos de ello y de la envidiable energía de un hombre de 77 años que asistió a todas las sesiones, atendió a todo el mundo siempre con una sonrisa en la boca y hasta participó en el concierto de rock de cierre, donde los Tangerine Dream interpretaron un tema especialmente compuesto para él. Sólo una frase de «queja» pude escuchar de su boca una de la veces que coincidí con Leonov, y ésta fue en castellano, la lengua universal más apropiada para quejarse: “¡Mucho trabajo!”.

“Descubre el cosmos y cambia el mundo” fue el lema del Starmus. En consonancia con este lema que suscribimos, finalizamos esta reseña con un deseo reivindicado y compartido por Leonov y Armstrong: “Que el XXI sea el siglo en el que la humanidad destierre definitivamente las guerras”.

Texto y fotos: Paco Arnau / Ciudad futura

Leonov (derecha), su hija haciendo las veces de traductora durante la intervención de Buzz Aldrin y quien suscribe estas líneas (izquierda). [Foto: Javier Peláez]

Durante las sesiones del Starmus tuve el honor y el gran placer de conocer personalmente («desvirtualizar») a Javier Peláez (‘Irreductible’, a la izquierda) y a Antonio Martínez Ron (‘Aberrón’, en el centro), dos de los fundadores de Amazings.es, portal de divulgación de la ciencia y el pensamiento racional en el que ‘Ciudad futura’ colabora. [Foto: Alison Hughes]

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Leonov en el Starmus: «Yuri Gagarin nos ha traído aquí»

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Tenerife, 21/06/2011.— Del 20 al 25 de junio de 2011 se está celebrando en el sur de Tenerife (Islas Canarias) Starmus, un encuentro internacional que reúne diversas disciplinas científicas relacionadas con la astronomía y la cosmonáutica, así como con la cultura, el arte y la música, bajo el esperanzador lema —más en unos tiempos tan atribulados como estos— «Descubre el cosmos y cambia el mundo». El «Tributo a Yuri Gagarin», ciudadano soviético y del mundo y primer cosmonauta de la historia de la humanidad es el eje central de este acontecimiento que se celebra en el año del 50º Aniversario del vuelo de la Vostok 1 y coincide, además, con el evento astronómico del solsticio de verano.

Ayer, 20 de junio, se realizó la primera sesión del Starmus. Hicieron sus presentaciones personajes de la talla de Claude Nicolier (astrofísico, astronauta de la ESA), quien en la rueda de prensa, preguntado sobre el futuro del programa espacial tripulado de la NASA y la próxima retirada de los transbordadores espaciales, declaro que «los shuttle han sido vehículos costosos y peligrosos» y que la NASA se va a concentrar en misiones [no tripuladas, suponemos] más allá de nuestra órbita baja. Nicolier también habló de vida en el cosmos y de que ésta no tiene por qué ser un fenómeno peculiar de nuestro planeta a pesar de que «la materia en el universo está muy dispersa».

Michel Mayor (astrofísico de la Universidad de Ginebra, Suiza), hablando sobre exobiología y citando al filósofo griego Epicuro («¿Y si hay vida en esos planetas?»), afirmó que «podrían existir condiciones para la vida en Marte» […] «incluso el primer paso de la vida se podría haber dado en el planeta rojo»; además, en cuanto a la búsqueda de exoplanetas con condiciones de habitabilidad para organismos biológicos, Mayor dijo que —concentrando la búsqueda en un catálogo de «estrellas candidatas» en regiones cercanas de nuestra galaxia— va a ser posible en un plazo razonable encontrar más mundos similares a la Tierra a una distancia relativamente cercana al Sistema Solar; específicamemente destacó como una de estos cuerpos extrasolares candidatos para la búsqueda a HD85512B.

Jill Tarter, astrónoma estadounidense que inspiró el personaje protagonista de Contact (Ellie Arroway en la magnífica obra de ciencia ficción de Carl Sagan, llevada al cine), habló sobre el proyecto SETI y la búsqueda y recepción de posible señales inteligentes procedentes del cosmos, disciplina que definió como «la arqueología del futuro».

‘La URSS y EEUU empatamos y ahora gana China’

El astronauta de la NASA Buzz Aldrin (quien acompaño a Neil Armstrong en el descenso a la Luna en la histórica misión Apolo 11 en 1969), en el estilo peculiar, dicharachero y «políticamente incorrecto» que lo caracteriza, afirmó que «tras la misión Apolo-Soyuz en 1975 se dijo que la carrera espacial entre las dos grandes superpotencias había acabado y dado paso a una nueva época de colaboración. En esa competición la URSS y EEUU empatamos… ahora ganan los chinos». También expresó como una de las dos cosas de las que «se arrepentía» en su carrera como astronauta, es de que la NASA, tras la cancelación del programa Apolo, concentrara todos sus esfuerzos en los transbordadores espaciales y no así en cápsulas orbitales tripuladas. Interpretamos que quizá en referencia a la situación actual y de que a partir del mes que viene Estados Unidos dejará de tener capacidad de realizar misiones espaciales tripuladas a la Estación Espacial Internacional o a cualquier o otro lugar, pasando a depender de las Soyuz de diseño soviético, naves contemporáneas de las antiguas Apolo. También habló de que, superada la fase anterior de competencia, con grandes logros: «Al principio, nuestro reto fue dar la impresión de que EEUU podía hacer frente a los grandes avances de la URSS en la carrera espacial»; es necesario actualmente un «liderazgo conjunto, compartido» para llevar adelante los retos de la exploración del espacio en nuestros días.

¡Leonov, Tereshkova, Armstrong!

Pero sin duda la «estrella del día» en Starmus fue el mítico y laureado cosmonauta soviético Alexéi Leonov, primer hombre que salió al espacio exterior para realizar una actividad extravehicular. En una breve pero profunda y emotiva intervención, la más aplaudida por los asistentes en la sesión del día, el gran Leonov destacó como un enorme logro este evento en España por parte de los organizadores de una iniciativa que por primera vez en la historia reúne tan destacados participantes relacionados con la exploración del espacio en un encuentro internacional del que se sentía honrado por haber colaborado en su promoción, sin olvidar el espíritu común que nos había traído hasta aquí: «Es Yuri Gagarin en realidad quien no ha reunido a todos», afirmó Leonov recordando a su inolvidable amigo Yura medio siglo después de su hazaña. [Disculpadnos una autorreferencia: ha sido un gran honor para quien escribe estas lineas poder estrechar ayer la mano de Alexéi Leonov]

Las sesiones del Starmus continuarán hasta el próximo viernes 25, con nuevas conferencias tan interesantes como las que hemos relacionado brevemente aquí. La sesión del último día contará con la asistencia de otros dos grandes personajes históricos pioneros del cosmos: nada menos que la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio, y Neil Armstrong, ciudadano estadounidense y primer hombre que puso el pie sobre la superficie de otro mundo.

Enlaces relacionados:
La Yuriesfera
Starmus Festival 

 

Por fin tenemos ‘La Foto’ de la ISS, y es espectacular

Lo que vemos en la imagen superior es un plano general de la Estación Espacial Internacional (ISS) captado desde la nave rusa Soyuz TMA-20 durante su sobrevuelo del mayor complejo orbital construido por el hombre. El astronauta italiano de la Agencia Espacial Europea (ESA) Paolo Nespoli fotografió con su cámara esta imagen de la ISS desde el módulo Orbital de la Soyuz. Decíamos en una entrada anterior que el astronauta italiano se desplazó ex profeso a este módulo para hacer de paparazzo de la misión. La Soyuz TMA-20 realizó este sobrevuelo la noche del 23 de mayo (GMT) con tres cosmonautas a bordo antes de su partida y llegada a la Tierra el pasado 24 de mayo a las 02:27 GMT. Esta imagen, que se ha hecho esperar bastante, tiene la particularidad de que nos muestra la ISS al completo, con el transbordador de la NASA Endeavour acoplado en la que fuera su última misión (en el extremo superior de la imagen). En el extremo opuesto (parte inferior), el segmento ruso de la ISS con el carguero espacial europeo ATV-2 acoplado al módulo Zvezda, el centro neurálgico de la Estación. Una extensa región de nuestro planeta cubierta de nubes y su azulado limbo atmosférico contrastando con el negro absoluto del espacio exterior, completan este espectacular cuadro. Si hacéis clic en la imagen para ampliar la foto a alta resolución (3.000×2.595 píxeles), descubriréis muchos detalles que hablan por sí mismos. [Foto: Paolo Nespoli (ESA)]

Actualización: Con motivo de la publicación en la web de la NASA de la serie completa de fotografías de la ISS, añadimos una nueva imagen de la misma serie pero con otra perspectiva. En el caso siguiente podemos observar —cruzando las estructura central que soporta los paneles fotovoltaicos y radiadores— todos los módulos presurizados de la Estación orbital. El segmento de módulos de la NASA, con el shuttle Endeavour acoplado así como los módulos europeo y japonés, es lo que se divisa a la izquierda. A la derecha, hacia donde se ve la Tierra, el segmento ruso con sus módulos y naves acopladas (Soyuz, Progress y carguero orbital europeo ATV-2 en el extremo derecho). Como en el caso anterior, recomendamos hacer clic en la imagen para ampliar a resolución completa (2.500×4.450 píxeles, 1,1 MB).

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Así se hizo ‘La Foto’ de la ISS
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Enlaces relacionados:
Expedition 27 Departure Photos (NASA)
La imagen de una era: la ISS y el transbordador (Eureka)

El círculo de tiza de Koroliov

Representación gráfica del volumen habitable comparado con la masa de los seis tipos de naves orbitales tripuladas de la carrera espacial entre la URSS y EEUU (1961-1975). [Infografía de Paco Arnau / ciudad-futura.net para Amazings.es]

Cuenta la leyenda que hace muchos años, en las afueras de Moscú, el gran Serguéi Koroliov fue preguntado por los cosmonautas acerca del espacio disponible dentro de una nave de nuevo diseño… El ingeniero jefe respondió que cuando le mostraron los planos del anteproyecto su primera reacción fue dibujar con una tiza en el suelo el contorno de lo que habían previsto los ingenieros como habitáculo para los cosmonautas a escala real (el camarada Seguéi Pávlovich tenía muy buen ojo y era bien conocida su rapidez a la hora de hacer cálculos mentales)… Acto seguido, le dijo a uno de los de los proyectistas que intentara introducirse dentro del círculo de tiza. En ese mismo instante se acabó el debate, los ingenieros recogieron sus planos para reelaborarlos y así ampliar las cotas del espacio interior de la nave a una escala más humana… Es lo que conocemos como volumen presurizado habitable.

Yuri Gagarin, primer hombre en el espacio, junto a Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial soviético.

La anécdota, dramatizada en la serie documental de la BBC Space Race, ilustra perfectamente un hecho: en los comienzos de la carrera espacial tripulada —cuyo primer objetivo era ser los primeros en poner un hombre en el espacio— un aspecto de la ergonomía tan importante como disponer de espacio suficiente para que sus ocupantes estuvieran cómodos dentro de una nave no era la principal preocupación de los estudios de diseño espacial y sus ingenieros, más preocupados por el correcto funcionamiento de la máquina y por la masa a poner en órbita, el “eterno problema” de los costosos lanzamientos espaciales.

Los cosmonautas y astronautas pasaban exigentes pruebas psicológicas y habría sido prácticamente imposible que las superara alguien que padeciera claustrofobia, pero con todo y con eso también eran humanos y toda persona necesita un espacio vital en su entorno… En el caso de la URSS este asunto sí preocupaba también a su gran ingeniero jefe, un cerebro privilegiado desde el punto vista técnico y científico pero al que nada humano le era ajeno. Y ésta es una de las razones, aunque seguramente no la decisiva, de porqué los soviéticos siempre aventajaron a los estadounidenses durante la carrera espacial en la otra carrera por el espacio… en este caso por el espacio habitable en el interior de las naves. Sigue leyendo

[En Amazings] El círculo de tiza de Koroliov

Os presentamos nuestra última colaboración en Amazings.es. Recién salida de las rotativas, «aún huele a tinta». Se trata de una infografía de gran formato sobre la carrera espacial entre la URSS y EEUU que da pie a un extenso texto con un despliegue adicional de ilustraciones e imágenes. Si es de vuestro interés o queréis hacer algún comentario, aquí lo tenéis en el siguiente enlace:

El círculo de tiza de Koroliov

Un trabajo de Paco Arnau / Ciudad futura para Amazings

Shuttle ‘Endeavour’: El espectáculo se acaba

Lo que vemos aquí no es el póster oficial de un remake de la famosa serie estadounidense de ciencia ficción Star Trek, sino algo que llaman «Official mission poster» del último vuelo del transbordador espacial de la NASA Endeavour (misión STS-134) antes de su retirada definitiva para pasar a formar parte de un museo o de un negocio de atracciones. La hollywoodiense foto la protagoniza Mark Kelly, comandante de la misión, flanqueado por los astronautas Michael Fincke, Greg Chamitoff, Gregory H. Johnson y Andrew Feustel, en el papel de «coprotagonistas» de la NASA, y por el italiano de cinematográfico nombre Roberto Vittori en el papel de «artista invitado» de la ESA (Agencia Espacial Europea). Ya se sabe que en todas las superproducciones americanas siempre suele haber un papel reservado para un actor europeo, preferiblemente latino… aunque en este caso no ejerce de villano, como suele ser habitual en el cine.

El transbordador Endeavour tiene previsto su último lanzamiento el próximo 29 de abril con destino a la ISS; al menos así lo aseguran los responsables de la NASA y no lo pondremos aquí en duda a pesar de los reiterados retrasos de misiones precedentes. Parece ser también que está prevista una misión STS-135 del Atlantis para el 28 de junio, aunque esto aún no es del todo seguro pues falta por concretar algo relacionado con la dotación de fondos para el vuelo. De ser así, la del Atlantis en junio de 2011 sería la última misión de un transbordador espacial de la NASA y el goodbye de EEUU a los vuelos espaciales tripulados (al no existir alternativa actual a los shuttle)… aunque en la situación en que hoy por hoy se encuentra el programa espacial tripulado estadounidense es difícil poder asegurar algo a ciencia cierta sin temor a equivocarse.

Eso sí, a falta de dotación de fondos y certezas de cara al futuro inmediato de un programa espacial de EEUU en fase final de retirada, a falta de realidades tangibles, es importante al menos mantener la imagen… Aunque el espectáculo se acabe, nadie puede negar que hacer publicidad sí se les da bien. 

Póster: NASA/Wikimedia Commons • Imagen en alta resolución (2.000 x 1.505 píxeles)

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Las 10 mejores fotos del ‘Día de la Tierra’

“Mientras sobrevolaba la Tierra en mi nave espacial, pude ver lo hermoso que es nuestro planeta. ¡Debemos conservar y proteger esta belleza, no destruirla!».

Yuri Alexéievich Gagarin (URSS, 1934-1968)

Desde principios de la década de 1970 se celebra el ‘Día de la Tierra’ el 22 de abril, una iniciativa que surgió en Estados Unidos —paralelamente a la consolidación de los primeros movimientos por la defensa del medio ambiente— pero que a partir de ahí se extendió al resto del mundo. Con motivo de este acontecimiento internacional la NASA ha publicado en su web oficial una magnífica colección de 64 fotografías que representan diversos paisajes representativos del que sin duda es el planeta más hermoso del Sistema Solar. Algo de lo que quizá no somos conscientes cuando lo vemos a través de la dura realidad de su superfície, pero que adquiere valor a medida que nos alejamos… para obtener deslumbrantes visiones de sus paisajes y de su cromatismo, irrepetibles y sin parangón en otros mundos de nuestro entorno. El simpar estallido de color de nuestro planeta, generado durante millones de años por la vida, quedó plasmado para siempre en una sencilla pero expresiva frase pronunciada hace medio siglo por un ciudadano soviético que disfrutó del privilegio de ser el primero de nuestra especie en salir de la cuna de la humanidad y contemplar nuestro planeta azul y blanco en contraste con el negro azabache del espacio exterior: «La Tierra es hermosa». Y así es…

Amanecer de la Tierra sobre el horizonte de la Luna. Fotografía captada en órbita lunar por la tripulación de la misión Apolo 8 de la NASA en diciembre de 1968.

Acantilados y glaciares en la costa noroeste de Groenlandia

Delta del río Lena en el litoral Ártico de Siberia (Federación de Rusia)

Nuestra estrella se refleja en las aguas del océano. En primer plano, el brazo robótico del transbordador espacial ‘Endeavour’ (misión STS-77, 1996)

El tristemente famoso huracán Katrina domina el Golfo de México frente a los estados sureños de EEUU, Cuba y la península de Yucatán (México). Imagen del satélite GOES captada en 2005.

Lago Dangze Co en la meseta del Tíbet (República Popular China)

Salinas en Botswana (sur de África). Los tonos más rojizos y violáceos indican mayor concentración de salinidad en el agua.

La mítica Tombuctú en la actual república africana de Mali. El río que serpentea en la parte inferior de la imagen es el gran Níger, que atraviesa varios países del áfrica subsahariana occidental.

Un oasis de verdor junto a las orillas de un lago en la depresión de Uvs Nuur de Mongolia, en el Extremo Oriente de Asia.El volcán Cleveland (Alaska, EEUU) en plena erupción en 2006, tal y como se veía desde la órbita terrestre.

Estas han sido las diez imágenes que —si no las mejores— hemos considerado más de nuestro gusto de entre las 64 que ofrece el álbum especial de la NASA con motivo del ‘Día de la Tierra’ de 2011. Pero como «sobre gustos no hay nada escrito», recomendamos visitar la galería completa con todas y cada una de las 64 imágenes. Como bonus para cerrar esta entrada recuperamos una fotografía del satélite Terra que ya publicamos en un post de octubre de 2010 en ‘Ciudad futura’ pero que nunca dejará de sorprendernos…

Con todos ustedes, para celebrar el Día de la Tierra, el ‘planeta Agua’:

Enlaces relacionados:
NASA’s View of Earth (64 imágenes para conmemorar el Día de la Tierra)
La Yuriesfera
Carteles: El cosmos de Gagarin en las artes gráficas (en Yuriesfera.net)
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