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«El sistema capitalista no precisa de individuos cultivados, sólo de hombres formados en un terreno ultraespecífico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo».



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Cerca del final de la primera década del siglo XXI quizá dispongamos de suficiente perspectiva como para hacer una recopilación de imágenes del siglo pasado. En el siglo XX nacimos y vivimos aún la mayoría de los que habitamos este planeta en la actualidad, por lo que con toda seguridad esta selección resultará familiar y cercana, en mayor o menor medida, a prácticamente todos nosotros. Al menos éso es lo que hemos intentado…
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No hemos pretendido recopilar veinte imágenes que definan o resuman los acontecimientos históricos del siglo XX; sino, sobre todo, algo tan subjetivo (y difícil) como seleccionar 20 imágenes que se nos hayan quedado grabadas en la memoria de entre los millones que pasaron a través de nuestra retina en una centuria en la que la representación gráfica de la realidad por medios diversos, empezando por la fotografía, adquirió carta de naturaleza como fenómeno masivo.
A pesar de que, como hemos dicho, no se trata de un resumen histórico del siglo XX en 20 instantáneas, con toda seguridad una buena parte de ellas —si no todas— definen de alguna manera la trayectoria de cien años que podríamos definir, parafraseando a Alejo Carpentier, como el siglo de las luces y las sombras… los dos elementos básicos que componen una fotografía.


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«Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas [como] innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo [y] la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.
Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos (…)».
Allen Welsh Dulles (The Craft of Intelligence, 1963)
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La llamada de la Madre Patria («Родина-мать зовёт») es una monumental estatua que se eleva sobre una colina que domina la ciudad industrial rusa de Volgogrado (denominación de Stalingrado a partir de 1961). Fue erigida para conmemorar la victoria soviética sobre las fuerzas nazi-fascistas en el evento militar más decisivo de la Segunda Guerra Mundial: la Batalla de Stalingrado (1942-1943). La estatua (inspirada en La Victoria de Samotracia, la diosa griega Niké) tiene unas colosales dimensiones que la elevan hasta los 85 metros; la Estatua de la Libertad tiene 46 metros de altura [véase a continuación el gráfico comparativo de ambas a la misma escala]. Durante la ejecución de la obra se acometieron no pocos retos de ingeniería constructiva entre 1959 y 1967, el año de su inauguración.
El escultor Yevgeny Vuchetich (afamado artista soviético de origen yugoslavo) y el ingeniero-jefe, Nikolai Nikitin, dirigieron la construcción de un proyecto —elaborado por el arquitecto Iakov Bielopolski— en el que se emplearon más de 5.500 toneladas de hormigón y cerca de 2.500 toneladas de acero; sólamente la espada tiene una masa de 14 toneladas. Para asegurar la rigidez y la estabilidad del conjunto se utilizó una ingeniosa estructura de cables metálicos tensados en el interior. La modelo que utilizó Vuchetich para esta escultura fue la ciudadana de Stalingrado Valentina Izotova.
En la base de La llamada de la Madre Patria existe un Memorial en honor de los cientos de miles de soldados y ciudadanos soviéticos que cayeron en la Batalla de Stalingrado y en él reposan los restos de varios héroes de la Unión Soviética y condecorados con la Orden de Lenin, entre ellos el mítico Vasili Záitsev (1915-1991), francotirador del Ejército Rojo que abatió a decenas de oficiales alemanes nazis entre 1942 y 1943 y personaje principal de la película Enemigo a las puertas (2001); dirigida por Jean-Jacques Annaud e interpretada por Jude Law (en el papel de Vasili Záitsev), Ed Harris y Rachel Weisz.

El fotógrafo alemán Sebastian Kempa es el autor de «Naked people», una curiosa iniciativa en la red a medio camino entre un estudio sociológico y un ensayo fotográfico. Más de 30 ciudadanos comunes de todo tipo, clase y condición (amas de casa, obreros, estudiantes, azafatas, ejecutivos, etc.) se prestan voluntarios a aparecer en una galería en la que se muestran vestidos hasta que —al pasar el cursor del ratón por encima— su figura se libera progresivamente de accesorios textiles como por arte de magia. Imprescindible para aquellos que siempre soñaron con tener el superpoder de la visión de rayos X, al igual que alguno de los clásicos villanos de los cómic de superhéroes.
“Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, unas veces como privilegio de algunos y otras como derecho de todos”.
Hay dos cosas que son infinitas: el universo y la estupidez humana; de la primera no estoy muy seguro.