El 6 de agosto de 1945, ya acabada la guerra en Europa tras la toma de Berlín por el Ejército Rojo en mayo, en el Imperio del Sol Naciente se había puesto el Sol. Japón, una superpotencia militarista que había dominado poco tiempo antes casi todo el Extremo Oriente continental asiático y una inmensa área de millones de kilómetros cuadrados en el Océano Pacífico, era a la sazón un país agotado sin apenas capacidad de producción industrial y armamentística con una sociedad desmoralizada e incapaz de reaccionar frente al imparable avance de los aviones, las naves y las tropas del emergente «Imperio del Sol Poniente»… A finales de febrero de 1945, EEUU había infligido una severa derrota militar a Japón en su última línea de defensa, la isla de Iwo Jima: la caída de Tokio y con ella el final definitivo de la Segunda Guerra Mundial eran ya dos acontecimientos inexorables por esas fechas.
Cuerpo calcinado de un niño a causa de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima y página de publicidad insertada en la famosa revista ‘Life’ («Vida») en 1949, unos veranos después del primer ataque nuclear de la Historia
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Japón era un país sin apenas capacidad de resistencia por tierra, mar o aire cuando el presidente demócrata Harry S. Truman, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, ordenó un bombardeo atómico contra la ciudad de Hiroshima. Este crimen contra la Humanidad causó la muerte instantánea a no menos de 120.000 personas y más de 300.000 heridos (en su inmensa mayoría civiles en ambos casos). Tres días después EEUU hizo detonar otro artefacto nuclear sobre la ciudad de Nagasaki que sumó otras 75.000 muertes directas.
Estos dos macabros eventos fueron el punto de partida de una alocada carrera armamentística que protagonizó la política internacional en las cuatro décadas siguientes… La carrera de armas estratégicas que EEUU y la URSS mantuvieron en pos de la «paridad nuclear» fue un camino a ninguna parte que enterró literalmente enormes cantidades de dólares y rublos en cientos de silos de misiles nucleares de las dos superpotencias. Sigue leyendo